Tessa Blonstedt no se rinde, un diálogo sobre la añoranza del amor

Por: Claudia Magun — 29 de octubre, 2016

Hoy vamos a descubrir Tessa Blomstedt no se rinde, de la compañía alemana Volksbühne am Rosa Luxemburg Platz, una presentación en la Ciudad de México, en el marco del Año Dual Alemania-México, que llega después de su participación en el Festival Internacional Cervantino que recién terminó en Guanajuato…

Confieso que no acabo de comprender que es aquello que nos ofrecerá esta propuesta teatral dirigida por Christoph Marthaler, sin embargo vamos con la confianza de que se trata de un proyecto del Cervantino, que en lo general son una excelente aproximación a aquello que sucede en los escenarios del mundo, además de la referencia del teatro del viejo continente que considero se trata de producciones bien realizadas, por demás de gran calidad, y que en las ocasiones que he podido apreciar, siempre las he disfrutado. El único inconveniente que le pondría es el lenguaje y con ello la traducción en pantalla, realmente no es lo mejor para el disfrute de una obra.

Al buscar referencias sobre este texto escrito por el alemán Malte Ubenauf, encontramos que se trata de la historia de una mujer que busca “amar y ser amada”, esa tan trillada frase que tiene al mundo de cabeza, en especial a las féminas de este siglo XXI, donde, muchas de ellas aun cuando son totalmente libres y autosuficientes –por lo menos en la cultura europea donde se suscribe este texto–, además de no querer ser amas de casa y ser dominadas por el hombre, sí buscan encontrar el tan trillado “y vivieron felices” que tanto escucharon en los cuentos y películas que rodearon su infancia.

Así, Tessa Blomstedt no se rinde, que se estrenó en el 2014, nos lleva a conocer los pormenores de esta joven mujer que ante la añoranza del amor y el remilgo de los medios da cuenta cómo se ha visto obligada a desplegar una personalidad múltiple para encontrar el amor en un sitio virtual de citas.

Tessa, es un personaje o cinco personajes femeninos en escena –algo irregular en el trabajo de Christoph Marthaler que por lo general opera en la escena teatral con personajes masculinos– que manejan varias fechas de nacimiento, pues encarnan simultáneamente al menos a tres generaciones, pero probablemente a muchas más.

Por ello las cuestiones del amor y del matrimonio, aun cuando la protagonista no tiene suerte en esta firma social tan poco esencial para las doncellas de este siglo, recorre diferentes tiempos y etapas, desde las cartas escritas a mano y lacradas –alguna vez utilizadas para el amor–, hasta cartas escritas a máquina, citas por teléfono, encuentros en los parques de la ciudad, conocidos en las discotecas, clubs de citas y contacto por correo electrónico, así como las tan fortuitas aproximaciones en las redes sociales, pero no importa Tessa, vive esperando su encuentro con el amor de su vida…

Christoph Marthaler, no es un novel juglar de la escena teatral contemporánea, más bien es bastante maduro –nació en 1951 en Erlenbach, en las proximidades de Zürich– es una de esos estandartes que brillan en la farándula cultural de Europa, sus orígenes viene de su formación como músico –flauta y oboe–, género que desarrollo junto a las bambalinas teatrales –que estudió en París con Jaques Lecoq– en la década de los setenta y ochenta cuando trabajó en diversos escenarios de habla alemana en sus primeras colaboraciones en pequeños proyectos musicales para espectáculos en Suiza.

Como el Theater Basel, donde convocado por Frank Baumbauer, llevó a cabo sus primeros recitales y puestas en escena. Ahí conoció a la escenógrafa y vestuarista Anna Viebrock y a la dramaturga Stefanie Carp, con las que desde entonces trabaja en equipo. Sus propuestas, como buen teatrero de la escena contemporánea, no es ligera, más bien densa.

Christoph Marthaler dibuja personajes grises y marginados que él hace vivir en escenarios fuera del tiempo con una musicalización única, además de situarlos en el marco de una plástica creada por su máxima colaboradora, la misma Anna Viebrock, y en este caso la iluminación, de Henning Streck; la dirección musical de Clemens Sienknecht; diseño multimedia de Konstantin Hapke, Adrien Lamande y el propio Christoph Marthaler.

Una estética única que nos recuerda bastante a aquello que predomina en la escena germana, ese contexto espeso y confuso que rige a la sociedad europea que como toda entidad actual hoy vive ensimismada en los medios electrónicos, buscando su vida en las redes sociales, ignominia que predetermina este siglo que hoy se consume en la total incomunicación personal, todo sea por la facilidad que dispensa el Internet y las redes sociales para estar en contacto con el mundo.

Con las actuaciones de Tora Augestad, Altea Garrido, Olvia Grigolli, Lilith Stangenberg, Irm Hermann, Clemens Sienknecht, Ulrich VoB, Martin Zeller, Jimena y Regina Fernández Sarmiento, y la voz de Josef Ostendorf, Tessa Blomstedt no se rinde se presenta su última función en la Ciudad de México, hoy domingo 29 de octubre en el Teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque.

Una obra de que manifiesta una historia heterodoxa con todos los plus del teatro de hoy –como la música y coros, un poco de multimedia y un movimiento escénico hilarante bastante frenético, a veces intolerante e incomprensible para el espectador– y en su sentido escénico expone a sus actores de manera cómica y conmovedora para descubrirnos las confusiones del amor como una forma de ser feliz sin comprometerse, pero no por esto dejar de sufrir por “no tengo a quien querer y nadie me quiere”, así que mejor me compro un perro o mejor lo adopto –es lo de hoy– y para solucionar las complicaciones del amor busco amigos en las redes sociales.