Por: C. Magun y S. Fernández — 17 de noviembre, 2015
La figura histórica del presidente Franisco I. Madero es revestida de carne y hueso en una vuelta tangible y personal a través de la obra Madero o la invocación de los justos, texto de Antonio Zúñiga que nace a partir de un deseo expreso del maestro Mauricio Jiménez por hacer del personaje trágico un ser cercano al contexto que se vive en el México actual y que desde una convicción férrea habla desde el pasado para enfrentar el presente.
Se trata de una interesante puesta en escena que permite al espectador descubrir al Francisco Madero espiritista, idealista, revolucionaro y, con un sentido romántico –casi desesperante– que acepta con sorprendente fuerza un destino trágico apoyado en un gran gran fervor espiritual, mismo que definió su quehacer polÃtico.
En este sentido, InterEscena preguntó a ambos creadores ¿a qué responde la elección de Madero como protagonista de esta puesta en escena?
“El trabajo artÃstico que logramos el maestro Mauricio y yo fue poder identificar el Madero que sabÃa que iba a morir y que caminó seguro hacia ese destino trágico, su muerte era el cultivo de la justicia de sus palabras, de la justicia de sus promesas. De alguna manera se estaba inmolando y él lo sabÃa, siempre lo supo, por eso los errores que le adjudica la historia no son desaciertos son actos congruentes con su voluntad polÃtica y espiritual“, Antonio Zúñiga.
“Yo quisiera, incluso, quitarle los bigotes y la barba para que vean que es un ser humano y no una estatua ahà olvidada, creo que logramos exponerlo desnudo despojado de todo rasgo de simple historicismo“, Mauricio Jiménez.
Enmarcada en un escenario austero, tal y como el espÃritu maderista recomienda, la puesta en escena juega con los tiempos en que se desarrolla la trama, asà a través de sencillos paneles que se abren y cierran en conjunto con efectos de iluminación diseñados por Ténzing Ortega, Jiménez crea un recorrido por el tiempo durante el cual el público puede conocer a Madero, el hombre en distintas etapas de su vida, su relación con la familia, su esposa Sara, su hermano Gustavo y en especial con Raúl, quien murió siendo aún niño; además de sus colaboradores José MarÃa Pino Suarez, Felipe Ãngeles y aquellos a quienes enfrentó como Porfirio DÃaz y Victoriano Huerta, entre otros enemigos de su verdad.
Este exitoso desfile de personajes se logra gracias a la complicidad existente entre Fabián Varona, quien interpreta a Madero en complicidad con AÃda López, Zamira Franco, Francisco Mena, Fernando Sakanassi y Ãngel Lara, quienes rolan en distintos papeles a lo largo de una puesta escénica que transita entre lo onÃrico y la realidad, logrando que el público permanezca atento a todo cuanto transcurre en escena.
“¡Eres un ciego que guÃa a otros ciegos!“, grita un padre colérico al ver el camino que ha elegido Madero, quien a pesar de ser un hombre en una posición económica privilegiada toma conciencia para convertirse en el prócer de la patria, pieza clave en la detonación de la Revolución Mexicana.
Es precisamente esta condición de héroe, martir y romántico lo que hace profundamente atractivo el texto de Antonio Zúniga que gracias a la impecable dirección de Mauricio Jiménez se cristaliza en una puesta cargada de fuerza y simbolismos que permite ver más allá del personaje histórico y conocer al ser humano capaz de creer –pese a todas las advertencias– en los enemigos que le acechan.
Esta situación pone al espectador en una reflexión tan vigente ahora como hace más de un siglo: ¿hasta dónde podemos confiar en aquellos que una y otra vez han lacerado al pueblo? ¿hasta dónde puede alcanzar el perdón y el olvido?
Para Jiménez y Zuñiga, responsables de este extraordinario montaje, la cuestión tiene que ver con el ejercicio de forjar a un protagonista de rasgos shakesperianos empero incuestionablemente verÃdico, entonces: ¿por qué ahondar en un personaje de estas caracterÃsticas para llevarlo a escena?,
“Aunque Zapata o Villa pueden ser personajes más publicitados, Madero ejerce una mayor fascinación porque tenÃa oculto su poder y guardada su bondad, él sabÃa –cuando caminaba hacia la inmolación de su vida– que iba a trascender y que iba a caer justo en el 2015 a hablarnos de lo que era la justicia, la verdad, la honestidad, la nobleza, el don de gentes y la trascendencia por la patria“, Antonio Zúñiga.
“La grandeza de un ser humano como él nos permite horadar en esos tonos casi mitológicos y de ficción que nos deja jugar al infinito con un personaje tan grande, hermoso y lleno de matices como lo es el Francisco I Madero. Aquà intentamos reconocer y apropiárnoslo porque démonos cuenta que es un personaje nuestro igual que Sor Juana, igual que Zapata o Villa, de este Madero podrÃamos aprender enormidades. Si cada uno de los mexicanos hubiera leÃdo La sucesión presidencial no vivirÃamos como vivimos“, Mauricio Jiménez.
Con una escenografÃa e iluminación de Ténzing Ortega, la musicalización de Leopoldo Novoa y el diseño de vestuario de Rodrigo Muñoz, Madero o la invocación de los justos es una extraordinaria coproducción entre la Dirección de Teatro UNAM, el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, la Fundación BBVA Bancomer y la CompañÃa Teatro Nóma que se presenta de jueves a domingo (hasta el 6 de diciembre) en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario.
Finalmente, tanto a Antonio Zúñiga como al maestro Mauricio Jiménez se le preguntó ¿qué observan en este trabajo escénico que para ellos significa imperante transmitir al público?
“Creo que el maestro Mauricio ha logrado darle a Madero la magia que necesitaba para que todos lo percibiéramos con la grandeza que tiene porque este personaje solo puede mutarse real a través de un acto mágico, el acto del teatro. Este es el Madero de carne y hueso, él que todavÃa mantiene –como todos los mexicanos– la ilusión de la trascendencia“, Antonio Zúñiga.
“Nos hace falta una piedra fundamental como lo fue Madero, un ser con una bondad puesta a prueba y un conocimiento de la sabidurÃa humana. Más allá de la Revolución Mexicana, Madero es el entendimiento de que hay seres que sà ponen la otra mejilla y están dispuestos a morir por otros“, Mauricio Jiménez. Fotos: José Jorge Carreón.
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