Por: Aracely Cortés — 19 de octubre, 2016
Una obra que siembra dudas y permite diversas interpretaciones a los espectadores merece una reflexión propia, es el caso de La CrÃa.
Inscrita en el marco del teatro de suspenso, La CrÃa escrita y dirigida por Carlos Talancón, es una obra que aborda la relación de una pareja que se aferra de manera patológica a una “criatura” que se advierte es amorfa, enferma y no puede ser presentada en sociedad.
Con un texto complicado que tiene distintas capas de interpretación, Carlos Talancón plantea la dedicación extenuante de unos padres al cuidado de un hijo que adolece de un trastorno que por su misma naturaleza demanda toda la atención de los progenitores. La relación matrimonial centra toda su atención en ese ser, al intentar comprender lo que desea y necesita, es decir, toda la energÃa y los recursos materiales y emocionales son dedicados, sin reserva, a la “criatura”.
Conforme avanza la trama, Carlos Talancón descubre como la unión de la pareja está circunscrita a los apetitos y demandas de esa tercera figura que sin aparecer formalmente en escena, está por encima de la individualidad de sus ascendentes.
“La crÃa” no es necesariamente un hijo enfermo, es y puede ser uno de esos constructos tan monstruosos como las obsesiones que se generan para validar la permanencia en un entorno que sólo concibe destrucción.
En ocasiones, esa relación o como se quiera nombrar, nos deja mutilados emocionalmente, y una vez que se está en ese cÃrculo se justifica todo para no revertir esa circunstancia –que muchas veces termina por convertirse en un canibalismo emocional– donde todo lo que se es, se deja expuesto para ser tomado por el otro y entregarlo, sin recelo, a la idea que pensamos es el alfa y omega de la vida.
El impulso de esas emociones, sensaciones y acciones son semejantes a una bestia que devora todo lo que tiene enfrente, nos carcome y nos reduce a seres sin voluntad, eso y más queda plasmado en La CrÃa, un trabajo actoral donde la participación de Emmanuel Morales y Miriam Balderas exponen de forma soberbia una situación tan trágica que en sustitución de un soporte moral sólo tiene como base una perturbación extrema.
La fuerza de ese ente, que está en medio de la pareja tiene todo el poder, marca las directrices de vida de los personajes identificados solo como Hombre y Mujer, “la crÃa” los mantiene cautivos, solo expectantes a lo que ésta solicita. El temor es el detonante del sacrificio, que para los personajes implica estar aniquilados en su condición de seres humanos libres y felices.
No existe ningún lÃmite, la devoción que profesan para la idea o figura a la que le han dado todo el dominio los lleva a un camino autodestructivo, del cual no pueden rehuir.
En este sentido, el espacio escénico e iluminación diseñados por Miguel Moreno también hacen referencia al encarcelamiento que en ocasiones vivimos, producto de nuestras búsquedas e ideales desviados de lo que consideramos la única posibilidad para ser esos individuos en quienes deseamos convertirnos. AsÃ, los personajes Hombre y Mujer viven en medio de rejas, presos de sus propias ambiciones, de sus desvarÃos y de sus mutuas plétoras.
Por su parte, Rodrigo Castillo Filomarino logra crear un ambiente extremo a partir del diseño sonoro que acentúa el drama y puntos climáticos de la historia, mientras Javier Sánchez complementa el trabajo actoral de Emmanuel Morales y Miriam Balderas, cuya fuerza interpretativa sacude al público y le obliga a darle más de una lectura a La CrÃa.
Finalista del Premio Nacional de Dramaturgia Gerardo Mancebo del Castillo 2014 y merecedora del apoyo de Fomento y Coinversiones del FONCA, La CrÃa se presenta todos los miércoles (hasta el 14 de diciembre) en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico. Un texto para abordar esos excesos fÃsicos y espirituales a los que les damos la forma más extraña, que en ocasiones depositamos en otro ser humano, algo material, una deidad… o sólo un pensamiento al que incluso, podemos llamarle Amor. Fotos: Arturo López.
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