Teatro

Don Giovanni, el disoluto absuelto y sus amantes perdidas

Por: Aracely Cortés — 17 de marzo, 2012

Don Giovanni o el disoluto absuelto de José Saramago, con la dirección de Antonio Castro, se presenta en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón, marzo 2012. Foto Andrea López. “Qué saben Dios y el Diablo de lo que hay entre el amor de un hombre y una mujer; por envidia y no por otra cosa es por lo que premian o castigan”. Don Giovanni.

Hay autores con gloria y con fortuna, uno de ellos, fue sin duda el gran José Saramago, la vasta obra que dejó ha sido recibida en el mundo con beneplácito por el público, traduciéndose a decenas de idiomas y con una difusión extraordinaria a cargo de su traductora y compañera de vida Pilar del Río. Es así como llega hasta nosotros Don Giovanni o el disoluto absuelto que se escribió en 2005.

Ya desde el título se puede advertir parte de la intención del autor, misma que se refleja en este proyecto de Teatro UNAM que dirige Antonio Castro, un texto donde Don Juan ya no es el que termina condenado –como en la obra de Lorenzo de Ponta musicalizada por Wolfang Amadeus Mozart y estrenada en 1787–, sino que hay una absolución del personaje, el guión parte del principio de que este hombre seductor no es el único responsable de los amoríos (ya fuesen permitidos o no) con damas comprometidas o núbiles.

Las mujeres con las que ha estado también tienen una complicidad explícita, ya que ambos se buscan de igual manera para las licencias del amor, regidos todos, sin distinción de clase o título aristocrático, sólo por el mismo instinto y deseo carnal.

Con la escenografía, iluminación y vestuario de Mónica Raya, Castro nos presenta a un verdadero galán a quien lo acompaña su fiel criado, al pendiente de su arreglo y encargado de servir sus viandas e inventar cualquier clase de pretextos para que su patrón salga avante en sus entrampadas relaciones, las actuaciones sobresalientes de Martín Altomaro y Carlos Cobos mantienen al público atento, lo invitan a la reflexión y a la risa.

Martín Altomaro protagoniza Don Giovanni o el disoluto absuelto de José Saramago, con la dirección de Antonio Castro, se presenta en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón, marzo 2012. Foto Andrea López. La parte femenina es el contrapeso y tanto doña Elvira como doña Ana, representadas respectivamente por Lucero Trejo y Erika Koré, hacen que este Don Juan pierda parte de su credibilidad como seductor, lo roban, lo engañan; pero también lo desean y lo han amado.

Sorprendidas, las mujeres se preguntan por qué no les ha correspondido en exclusiva y con la misma sorpresa ven que Don Giovanni ha repartido su corazón y gallardía con más de 2000 amantes, mismas que lleva celosamente registradas, con nombres y detalles, países y circunstancias en un muy resguardo cuaderno, registro amoroso donde se puede hacer un recorrido de los momentos, ciudades y las bellezas y amores en ellas halladas.

Don Giovanni o el disoluto absuelto de José Saramago, con la dirección de Antonio Castro, se presenta en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón, marzo 2012. Foto Andrea López. La presencia del Comendador (Humberto Solórzano), que fue muerto en manos de Don Giovanni es particular, ya que es movido por un espíritu, su apariencia y diálogos son perturbadores, pues tiene la firme intención de castigar a su verdugo, más no sólo por la agravante cometida en su contra, sino que le acusa de robar la inocencia virginal a su hija doña Ana.

Un marido celoso (Rodolfo Blanco) también busca al seductor y sin tener prueba alguna lo da por condenado, asegura que su esposa se ha fugado directamente a la alcoba del perseguido, quien en última de cuentas resulta tan enamoradizo como la esposa fugitiva y es entonces que se da un viraje a la historia clásica, ya que el icónico amante refiere una emoción nunca antes conocida, se percata de la belleza de la mujer que ama y ve en ella virtudes no conocidas en ninguna mujer anterior: el seductor termina seducido.

Don Giovanni o el disoluto absuelto de José Saramago, con la dirección de Antonio Castro, se presenta en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón, marzo 2012. Foto Andrea López. Es así que en Don Giovanni o el disoluto absuelto, que se presenta de jueves a domingo en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón en el Centro Cultural Universitario, el público presencia una divertida obra con el sello característico de su autor, que cuestiona la existencia divina, desafiando la creencia de un Dios bueno o un Diablo perverso, tal y como en alguna ocasión Pilar Del Río dio respuesta a una invitación que le hiciera al Nobel de Literatura el Dalai Lama: “¿Sabe que José Saramago no cree en Dios y no va a creer en los próximos doscientos años?; así también nuestro apuesto caballero afirma que el hombre está dispuesto al pecado y la pena, de haberla, es en este mundo y no en otro donde se tendrá que pagar“.

Don Giovanni o el disoluto absuelto de José Saramago, con la dirección de Antonio Castro, se presenta en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón, marzo 2012. Foto Andrea López “¿Qué significa ser mujer?, ¿qué significa ser hombre?, ¿de verdad somos tan distintos?, ¿estamos todavía dispuestos a sustentar esta tesis?, son algunas de las interrogantes que contiene Don Giovanni, el disoluto absuelto. Creemos que mucho de esto son construcciones sociales. El texto de saramago, plantea una vida donde no necesariamente tienes que tener una pareja. Vuelvo a ser yo en la sangre de mujer, que ardiente, pide ese modo de amar que fue el mío.

Tú puedes elegir tu propio destino, si coincides con alguien más, eso está excelente, pero en primera instancia Don Giovanni es una criatura solitaria que se plantea la elección de su libertad en términos individuales, no en función del otro, en ese sentido es muy egoísta. El público se sorprenderá con la crisis que experimentará el personaje”, Antonio Castro.

Don Giovanni, absuelve al disoluto porque nunca es Don Juan quien detona la acción. Él es simplemente un depositario donde el resto de los personajes desahogan su sexualidad. Saramago logra desmitificar una de las grandes fábulas eróticas de occidente, otorgándole al héroe-villano un rostro humano. Fotos: Andrea López.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.