Hugo Hiriart nos lleva por un Rey Lear tajante… aunque reverente a la agudeza de Shakespeare

Por: Roberto Sosa — 12 de abril, 2013

Rey Lear se presenta en el Foro Sor Juan Inés de la Cruz, del Centro Cultural Universitario, en corta temporada, del 11 de abril al 5 de mayo.

Montar una obra como Rey Lear de William Shakespeare, puede requerir de un gran presupuesto para presentarla con toda la formalidad escénica; una elaborada escenografía, un costoso vestuario, un gran diseño de iluminación y multimedia, un elenco numeroso, etc., etc.; en fin, una producción que sólo pocas compañías podrían hacerlo -me viene a la mente la Compañía Nacional de Teatro, no sé por qué–. También la trama puede tratarse de un recurso dificil de adaptarlo en el contexto actual del país (crimen organizado, violencia, etc.), además, se puede tomar como un discurso ya muy trillado y retórico.

Pues la adaptación y dirección que hace Hugo Hiriart a esta obra de Shakespeare, no requiere de todo esto; no necesitó de un teatro de gran formato, tampoco de un gran presupuesto o de un gran elenco. En esta versión el maestro no toma la historia, ni al personaje principal, para hablar sobre lo que nos atañe como sociedad en tiempos modernos, no es imperioso, lo sucedido a Lear tiene tal vigencia que sólo basta con exponerlo, verlo y encontrar semejanzas con los personajes de nuestra realidad actual.

Con un trono como único elemento escénico, la historia del Rey Lear se desarrolla en un espacio pequeño e íntimo. La historia como ya se conoce versa sobre un rey viudo, como ya sabemos Shakespeare lo nombró Lear, un rey un poco trágico y al mismo tiempo cómico que se siente viejo y sin fuerzas que decide dividir su reino en partes iguales para sus tres hijas, como herencia y dote.

Es así que Regania, Gonerila y Cordelia se reúnen a su lado para escuchar la voluntad de su anciano padre, la condición del monarca para tomar la desición al repartir su reino es que sus hijas le demuestren su afecto y amor. Excepto Cordelia, las otras dos con mucha palabrería le manifiestan un falso cariño, lo alaban e hipócritamente lo enaltecen.

Sin embargo, la actitud que toma Cordelia al definirle el por qué y el cuánto lo quiere –“solo te amo, como puede amar una hija a su padre”, le dice- le priva de su herencia y su parte es regalada por su padre a las otras dos hermanas. A partir de esto y como sucede en todas la tragedias shakesperianas, aparecen las intrigas, las traiciones y los asesinatos.

Como consecuencia, el rey se queda solo y sin reino, sus dos hijas, a las que heredó todo, no lo soportan, le quitan el poder y lo echan de su casa. Decadente, viejo y sin corona, maldice todo y a todos. Se despoja de su ropa “sin nada que lo vista, el hombre desnudo, es sólo un simio en dos patas”. La desnudez en el viejo acentúa más su decadencia, su deteriorada existencia.

Considerada como la mejor obra de William Shakespeare, por contundente y radical, Rey Lear es una lección del amor filial mal entendido. Lear pierde el respeto, pierde fuerza, poder y libertad. Un decadente y maltratado monarca que lamenta su condición al final de su existencia.

“La mayor parte de la gente nunca tiene la oportunidad de que el ejercicio del poder ponga a prueba su innato sentido moral, de tal suerte que estamos prácticamente obligados a sacar la cínica conclusión: Sólo puede ser decente quien no tiene poder”, Orwell

La adaptación y dirección de Hugo Hiriart, es excelente, además de que dispone de una nueva traducción y una adaptación acortada, tajante, aunque reverente a la agudeza de Shakespeare, tiene el acierto de agregar un narrador –Roberto Ríos “Raki”– que introduce al espectador a la historia, recapitula y hace más ágil y comprensible el texto.

Cabe destacar la espléndida actuación de Germán Jaramillo como el Rey Lear, magistral en todos los sentidos. Complementan el elenco: Álvaro Guerrero, José Carlos Rodríguez, Alan Alarcón, Frida Castañeda, Sonia Franco, Guillermo Guioto, Israel Islas, Francisco Mena, Fabiana Perzabal, Tomás Rojas y Erwin Veytia. La idea del vestuario es una creación de Gina Ogarrio, además lleva un muy imaginativo trabajo de multimedia a partir de un diseño de proyecciones e iluminación de Alain Kerriou y vídeo de Sebastián Hiriart.

“Es una tragedia absolutamente desoladora acerca del poder, el poder en la familia, en el trabajo, en la sociedad, porque el poder nos aferra en todos los órdenes. Todos somos Lear”, Hugo Hiriart. Fotos: José Jorge Carreón.