Por: Enrique R. Mirabal — 7 de junio, 2019
El temor a una guerra nuclear con catastróficos resultados para el planeta viene rondando en el imaginario colectivo desde el estallido de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. El temor latente se ha trasmitido a través de la literatura, el arte y el cine.
Las secuelas de la tragedia las encontramos en Hiroshima mon amour de Duras/Resnais y la aparición de la danza butoh y un sinfÃn de pelÃculas norteamericanas en las que Enola Gay pasó a ser un personaje principal y heroico. Lo que el futuro nos depara ha sido también materia prima en el cine.
Guerra, a clown play, una apuesta mexicana sobre el tema, proviene de textos de Seth Bockley y Devon de Mayo, figuras del teatro alternativo en Estados Unidos, más la complicidad del equipo mexicano que hizo posible concretar el proyecto, La Piara Teatro y la dramaturgia de Artús Chávez, Fernando Córdova y Madeleine Sierra.
Una guerra potencial es algo muy serio pero los creadores e intérpretes de Guerra a clown play, como su nombre nos anticipa, echan mano del humor para enfocar el problema sin pretender solucionarlo ¿quién podrÃa?
La cita referencial del programa de mano es la pelÃcula que dirigió Stanley Kubrick en 1964, Dr. Strangelove, cuyo protagónico corrió a cargo de Peter Sellers, un británico que retomó los caminos de la comedia con nuevos ingredientes que se acercaban al gusto del público de los años 60… pero siempre haciendo reÃr.
Los tres actores que viven una virtual Tercera Guerra Mundial, Artús Chávez, Fernando Córdova y Nohemà Espinosa, salen a escena pertrechados de un arsenal de recursos escénicos apoyados, como el tÃtulo nos indica, en la técnica del clown, en la gestualidad amplificada con juegos apoyados en la dinámica del cuerpo y la necesaria ruptura de la cuarta pared para incorporar al público con todas las reglas del juego. Y sà que funciona. Las carcajadas suenan de principio a fin, tanto por parte de los niños como de los adultos, cada cual desde su aproximación al tema a través de sus experiencias. Imposible resistirse a participar.
El ritmo y las cadencias de la puesta dosifican con gran tino la progresión dramática, de los gags inocentes pero efectivos del comienzo al crescendo final realzado con una musicalización ad hoc como puede ser la cantata de Carl Orff (muy buena selección por su grandilocuencia, máxime considerando las simpatÃas del músico alemán por el nacionalsocialismo).
De vuelta al cine y la guerra en clave de humor, no es posible obviar a Charles Chaplin en su inolvidable caracterización de Hitler en El gran dictador (1940), en especial, la secuencia bailada en la que juega con el globo terráqueo: el futuro del mundo rebota del trasero de un lunático megalómano. Algo similar a esta escena se puede ver, con otros recursos y gimmicks, en Guerra.
Artús Chávez, como el elegante y frÃvolo militar que juega con la vida de los demás, nos da una lección de lo que debe ser un actor integral, capaz de poner en función de la dramaturgia toda la gama de expresiones y sobre exposiciones que detonan la risa con la satisfacción de estar viendo teatro puro, el que regresa a los orÃgenes, a la catarsis causada, en este caso, por la risa.
Asà fue con la Commedia dell´arte en las plazas italianas, el circo y el vaudeville británico de los que se nutrió Chaplin para llegar a ser Charlot: el clown, el payaso que hace reÃr (y llorar).
El productor y director residente de esta puesta que demanda inagotables recursos visuales y sonoros es Froylán Tiscareño quien se luce con un diseño de producción que deberÃan copiar los encargados de tantos mustios musicales que vemos por acá. En Guerra, la producción apoya y realza la dramaturgia de manera fluida y orgánica. Todo funciona como debe ser y eso se nota con las reacciones espontáneas del público.
Fernando Córdova, a quien aplaudimos en Bottom, es la contraparte ideal para Chávez, ambos se complementan y refuerzan, son la pareja dispareja ideal e insustituible en lo clown. Córdova atrapa al público y lo convierte en su cómplice a la primera.
Nohemà Espinosa embona perfectamente en este trÃo con el que todo sale bien. Un ejemplo de casting ideal que no es común encontrar.
Guerra, a clown play seguirá todos los domingos de junio en el Teatro Milán. La obra ha llevado varias temporadas en cartelera que comenzaron en el desaparecido Foro Shakespeare.
La obra merece más presentaciones, sobre todo, con las vacaciones escolares a la vuelta. Se divierten los niños tanto como los adultos. No hay mejor manera de tomar conciencia de un peligro que riéndonos de él. Juega con la guerra y la espantarás.
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