Por: C. Magun y S. Fernández — 1 de agosto, 2008
La madrugada del 31 de julio murió en la Ciudad de México, el dramaturgo, abogado, banquero y defensor de la cultura, el Maestro VÃctor Hugo Rascón Banda (1948-2008). Sin miedo a caer en el cliché, -estamos seguras- que su partida deja un enorme vacÃo en el quehacer artÃstico y más aún en la discusión de las reformas culturales que se necesitan en el paÃs.
En un sencillo homenaje a su obra y pensamiento que tan generosamente compartió con nosotras, Interescena reproduce algunos fragmentos de una sustanciosa y divertida – sin duda, mas para nosotras- entrevista que nos concedió en noviembre de 2004.
Yo creo que hay que legislar, por eso es la urgencia de una Ley de Cultura, inició el maestro cuando abordamos la designación del presupuesto a la cultura en este momento. Siempre correcto, afable y como un catedrático que está dispuesto a enseñar continuó: sin embargo ante tantos problemas nacionales como la economÃa, el plan energético, la nueva reforma del Estado y otros, el asunto cultural suena menos relevante. Quien dirÃa que casi cuatro años después los escenarios no serÃan muy distintos.
A la cultura siempre se le relega y los creadores llegamos tarde a presionar. Hemos aprendido que la mitad de nuestro tiempo no podemos dedicarlo al ejercicio de la vocación, al entrenamiento diario de la escritura, la danza o la cultura, ¡no!, hay que perderlo ahÃ, sensibilizando con tiempo y diciendo queremos que suceda esto con el presupuesto.
Creo que ahora los creadores nos hemos dado cuenta, ¡qué ni modo!, vamos a dejar de crear y convertirnos en gestores o en legisladores, en cabildeadores al estÃlo norteamericano. Es la época de legislar y no estar en casa lamentándonos de que otros, por ignorancia, decidan leyes en contra de la cultura.
Hombre de ley y amante de teatro, el maestro fue de los primeros que definió lÃneas en la discusión de las reformas culturales.
Pienso que se debe escoger una sola ley y enriquecerla -se referÃa entonces a las distintas que se manejaban en los grupos polÃticos- con un debate nacional o gremial. La necesidad de esta Ley de Cultura se basa en que existe una persona jurÃdica que es el CONACULTA que desde su creación coordina por decreto a instituciones creadas por leyes, lo cual no debe de ser.
Lo principal es regularizar la personalidad jurÃdica, a partir de que el Congreso cree un organismo para que pueda colgar de él al INBA y al INAH, que son las dos instituciones que rigen la cultura en México.
Como organismo, la Cultura debe estar en el gabinete “Aâ€, para que pueda negociar directamente convenios o negociar su presupuesto, autonomÃa y voz para que se hable de tú con la SecretarÃa de EconomÃa, que es el principal enemigo de la cultura y con la SecretarÃa de Hacienda, que es el otro gran enemigo a vencer; o con la propia SEP que considera que la cultura debe ser un apéndice de ésta, después de aventarle las migajas que le quedan, posterior a las demandas de los maestros, la educación gratuita y los libros de texto.
Se necesita personalidad jurÃdica, patrimonio propio y un lugar en el Gobierno Federal para que éste y su gabinete respeten al CONACULTA –enfatizaba el maestro-, porque actualmente no tiene personalidad ni el lugar que tienen las demás SecretarÃas para poder hablarse de tú a tú con los demás sectores de la sociedad.
Una Ley de Cultura puede crear marcos de acción y nuevas relaciones entre el sector Federal, los Gobiernos de los Estados y los Gobiernos Municipales. No puede ser una Ley Federal de Cultura, porque las leyes federales están basadas en principios constitucionales.
Como la cultura no aparece en la Constitución -más que como un adjetivo calificativo en una frase pérdida en el ArtÃculo 3-, no pueden arreglar la Ley reglamentaria.
Tenemos que tener un artÃculo en la Constitución, como el que existe de educación, el de la religión, el de la exclavitud, el derecho a la salud, donde se diga: “Todo mexicano tiene derecho al acceso a los servicios culturales que proporciona el Estado. El Estado propiciará los mecanismos para que se disfrute esta garantÃa individualâ€. Si se hace una Ley Federal del ArtÃculo, como el que existe de la Educación, entonces primero habrÃa que reformar la Constitución.
Los diputados y senadores nos han dicho que se pueden hacer paralelamente los dos cambios, lo cual no es cierto porque una reforma constitucional requiere 65% de los votos de ambas Cámaras y el voto favorable de las 32 Legislaturas de los Estados, eso lleva años lograrlo, en cambio la Ley de Cultura urge ya. En mi opinión se puede hacer la Ley de Cultura e iniciar el otro proceso constitucional.
Creo que el creador es un lÃder moral y debe expresar sus opiniones, porque son lÃderes de la sociedad por su visión universal, humanÃstica y solidaria. El creador tiene que usar todos los foros, no sólo el artÃstico, sino también los foros de expresión cotidiana, ser ciudadano del mundo.
Ningún diputado, ni senador va a poder interpretar realmente lo que requiere el paÃs en materia cultural, los creadores necesitamos decirles qué queremos y exigir que se cumpla. Enfatizaba el maestro, apasionado pero con el conocimiento del cómo se tejen los acuerdos en los pasillos polÃticos.
No hay ninguna Ley que disponga que el Estado está obligado a invertir el 1 % del PIB (Producto Interno Bruto) que marca la UNESCO en cultura. No existe un compromiso del gobierno mexicano para cumplir esta recomendación, por lo tanto cómo vamos a pedir un presupuesto mayor para las artes, sà todavÃa no está estipulado el compromiso ni la obligación legal. Los marcos internacionales nos sirven para establecer los mÃnimos compromisos que hay, con base en eso, cada paÃs tiene que hacer su legislación que no puede ser menor a estos tratados que sirven como base para no dar un paso atrás. Creo que debemos atender esa recomendación para equilibrar un poco lo que pasa en paÃses de América Latina y Africa que somos los más desprotegidos.
Sobre la crisis educativa existente y su relación con el fomento cultural, el maestro señalaba: CrÃmenes son del tiempo y no de los padres. El problema es que estos padres no tuvieron iniciación artÃstica, ni tuvieron abuelos que a su vez los formaran. ¿Cómo podemos esperar que seres que no tienen educación completa, plena y relacionada con las artes puedan tener este gusto por las artes? Sà la misma escuela que los formó a ellos no los inició en esa sensibilidad.
Yo siempre he dicho que en 1964, cuando desaparicieron de los programas de educación primaria de la SEP, la figura del profesor de música, el de teatro y el de danza, empezamos a formar los ciudadanos que ahora tenemos de secretarios de Estado, de legisladores y de empresarios.
La educación mexicana se caracteriza porque el 95% es información, datos, cifras, números, nombres, cálculos y no formación, no desarrollo de la imaginación, ni de la sensibilidad, entonces como resultado tenemos en los hogares a seres autómatas que lo más que llegan a acercarse a la cultura es sintonizar un canal de televisión, un video o ver noticias, deportes o un programa cómico de bajÃsima calidad e indigno.
Nosotros hicimos esos montruos actuales de insensibilidad que están en las industrias, en las empresas privadas, como funcionarios públicos o como legisladores. Esta sociedad necesita cambiar a partir de la educación, a partir de los niños, de su iniciación artÃstica, no para que sean creadores, simplemente para que tengan acceso a las manifestaciones de la cultura, y ya sabrán ellos sà alguno se les despierta la vocación, será lo de menos. Lo importante es que sean ciudadanos completos.
No hay una relación directa entre la riqueza y la cultura, la mayorÃa de las veces en todas las sociedades del mundo han estado divorciadas. Porque quienes tienen el poder económico para disfrutar de los placeres que da el dinero, que no necesariamente son los placeres del espÃritu, la cultura no es su prioridad, sin embargo, tampoco lo es de los sectores rurales, ni de baja extracción económica que no tuvieron acceso a una educación. Además influye el factor del poder adquisitivo, ya que el salario mÃnimo no les alcanza ni siquiera para la supervivencia diaria, entonces no podemos esperar que paguen un boleto para el cine o para el teatro y dejen de comer cinco dÃas.
Por eso es que la tradición teatral, de la danza, de la lectura, siempre han estado en las clases medias que son más sensibles, que tuvieron acceso a la educación y necesidades espirituales que fueron satisfechas por herencia familiar.
Las sociedades avanzan con revoluciones que hacen las clases económicamente débiles que se rebelan y avanzan con movimientos armados, pero el avance intelectual, las invenciones de los cientÃficos, las innovaciones artÃsticas vienen de esta clase media que las estimula en estos hogares donde tienen el mÃnimo de necesidades materiales, tienen alimento, vestido, techo y educación, hasta la Universidad y ya de ahà para arriba son irredentos.
Como ciudadanos nos afecta todo, los impuestos, el alza de la vida, el desempleo, pero sobre todo, en un paÃs miserable que tiene el 40% de la población desempleada las artes se disfrutan menos y los artistas tienen menos público.
Ha llegado el momento en que los creadores, sin dejar a un lado nuestras preocupaciones existenciales y nuestro acto de creación, seamos ciudadanos.’
Un listado de enlaces a centros culturales, música, teatro, danza, infantiles, festivales y medios y más.
No habia escuchado mucho de el pero despues de leer el libro, diario de un condenado, ¿porque a mi? entendi muchas cosas diferentes de como ver la vida, este libro dejo un impacto muy bueno en mi persona.
Adios mi querido amigo,sé que cuando te pienso estás aquÃ..perdóname no haber estado…