Turandot a 57 años de su estreno en Bellas Artes… la despedida de Enrique Patrón de Rueda

Por: Enrique R. Mirabal — 29 de mayo, 2017

Turandot de Giacomo Puccini, direccion de Enrique Patron de Rueda. Palacio de Bellas Artes, mayo 2017 Turandot, la última ópera (inconclusa) de Giacomo Puccini (1858-1924) se ha creado un universo alterno de especulación y aseveraciones discutibles: “la última gran ópera del siglo XIX”, frase en la que se encasilla la estética del compositor en la tradición de la gran ópera italiana sin mencionar las acertadas citas del lenguaje contemporáneo a la fecha de la composición (1924), audibles y palpables en muchos momentos de la ópera.

Puccini no roza, ni pretende hacerlo, los desafíos de Richard Strauss en Salomé, Elektra y La mujer sin sombra o a la melopea infinita del Debussy de Pélleas et Mélisande. Fiel a sus cánones, Puccini trató a los personajes de Turandot con la misma dedicación que la otorgada a sus icónicas Butterfly, Mimí o Tosca. Así, Turandot cierra un círculo de heroínas con toda dignidad y coronada con ser la más peculiar de todas.

Turandot de Giacomo Puccini, direccion de Enrique Patron de Rueda. Palacio de Bellas Artes, mayo 2017 Recordemos que, en la tercera década del siglo XX, las secuelas del modernismo o art nouveau habían dejado una estela de exotismo en las artes que se refleja tanto en las visuales como en las decorativas, la literatura en la que destacan los poetas como Rubén Darío, el ruiseñor de Oscar Wilde y, en la música, el de Stravinsky a partir de Andersen. La moda, a través de vestidos, accesorios, perfumes, el mobiliario y la arquitectura misma fueron otras disciplinas que siguieron el influjo del orientalismo, acuñado desde siglos anteriores como “chinoiserie”, término que no tiene una frontera precisa.

En determinadas clases sociales, el “buen gusto” sigue identificándose, hasta nuestros días, con esta elección y no nos referimos sólo a comprar lo “made in China”. En la opereta inglesa, los irreverentes y geniales Gilbert & Sullivan no se resistieron a la tentación de acercarse al Lejano Oriente, en su caso, a Japón, con su divertida y muy inspirada The Mikado (1885) con la que los personajes de Ping, Pang y Pong de Turandot guardan una similitud, tal vez casualidad o coincidencia. Es muy probable que el italiano se haya inspirado en los simpáticos caracteres de los británicos.

Turandot de Giacomo Puccini, direccion de Enrique Patron de Rueda. Palacio de Bellas Artes, mayo 2017 La conclusión de Turandot quedó en vilo con la muerte del compositor en 1924. Quedaron algunos apuntes sobre la última escena del tercer acto y, ante la urgencia de la familia de Puccini y el tesón del director Arturo Toscanini, se le encargó a Franco Alfano la orquestación correspondiente a los bocetos de Puccini.

Fuera este compositor italiano u otro como Zandonai al que Puccini parece haber sugerido previendo los acontecimientos, la encomienda de Alfano cumple, sin demasiado esplendor, su cometido y así podemos sentir que la obra concluye. ¿No hubiera sido más atractivo y legítimo dejar la ópera hasta donde llegó Puccini? La labor de Alfano abrió la puerta (y la ambición) para que en el siglo XXI otro italiano, Luciano Berio, ofreciera su versión de esta última escena sin que pudiera desplazar a Alfano. En el mundo del ballet, es más común y consuetudinario destrozar las partituras originales sin ningún respeto, v. gr. John Lanchbery.

Turandot de Giacomo Puccini, direccion de Enrique Patron de Rueda. Palacio de Bellas Artes, mayo 2017 En esta ocasión hablamos de la producción de Turandot de Ópera de Bellas Artes, la cual se presentó ayer domingo 28 de mayo, primera de cuatro funciones en el recinto acostumbrado el Palacio de Bellas Artes. Ésta es una reposición de aquella que se presentó en abril de 2013 en este mismo escenario (también existe una versión contemporánea de junio de 2013, dirigida Mario Espinoza y, en lo musical, Federico Santi, la escenografía fue de Gloria Espinoza), en esta nueva encomienda se rescata dos talentos incuestionables que regresan una vez más: la dirección musical de Enrique Patrón de Rueda al frente de la Orquesta y Coro del Teatro de Bellas Artes, quien consideramos es el más capacitado de las batutas mexicanas para tomar las riendas en óperas italianas y francesas. El desarrollo lírico se complementa con la participación del coro infantil Grupo Coral Ágape, que dirige Carlos Alberto Vázquez.

Enrique Patron de Rueda, dirige Turandot de Giacomo Puccini. Palacio de Bellas Artes, mayo 2017 La escenografía y el vestuario es un diseño del maestro David Antón, cuya firma nos ha proporcionado las más acertadas y brillantes escenografías, sin pretensiones de vanguardia irreverente con la que tantos encubren sus carencias. La dirección escénica una vez más es de Luis Miguel Lombana de quien recordamos un Trovador errático con aires brechtianos. Quizás ahora nos quite el mal sabor de boca.

Creemos que Turandot, promete con llevarse las palmas, el elenco femenino de esta breve sesión se distingue con la presencia de la búlgara Gabriela Georgieva como Turandot y la mexicana María Katzarava como Liú, quienes encabezan un reparto que también incluye al tenor Carlos Galván que deberá despertar un gran entusiasmo y no dejar que nadie se duerma. El bajo mexicano Rosendo Flores, cuyo nombre aparece en los programas de mano del Met de New York como uno de sus habituales, será el Timur que ya le hemos escuchado en ocasiones anteriores con gran beneplácito. Su presencia escénica y su caudal de voz garantizan un gran desempeño.

Turandot de Giacomo Puccini, direccion de Enrique Patron de Rueda. Palacio de Bellas Artes, mayo 2017 A estas figuras estelares, les acompañan, Enrique Ángeles (Ping), Víctor Hernández (Pong), Andrés Carrillo (Pang), Oscar Santana (El emperador Altoum), Ricardo López (un mandarín) y Ángel Macías (El príncipe de Persia).

Para los amantes de las obras de Puccini, señalamos que solo quedan tres días para escoger: mañana martes 30 de mayo, el jueves 1 y el domingo 4 de junio, se dice que esta función de Turandot en Bellas Artes, será la última actuación de Enrique Patrón de Rueda al frente de las producciones de Ópera de Bellas Artes, sin embargo el director ha declarado que continuará de alguna manera ejerciendo ésta brillante carrera de la que ha sido partícipe durante 38 años como amante y cómplice de la escena operística. Fotos: Jose Silva.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.