Por: Enrique R. Mirabal — 10 de noviembre, 2018
Para quienes asisten con asiduidad a las funciones de Ópera del MET en la pantalla gigante del Auditorio Nacional, no les resulta desconocido el nombre de la cantante búlgara Sonia Yoncheva. De igual manera, los amantes de la ópera de aquà y de allá, la identifican como una de las voces consolidadas de las nuevas generaciones que ya pujan por adueñarse del favor del público.
En Bulgaria, paÃs que es cuna de la Yoncheva, la ópera es, sobre todas las manifestaciones artÃsticas, la que predomina en el gusto del público. Hay casas de ópera tanto en la capital, SofÃa, como en otras ciudades del paÃs como Plovdiv, donde nació la soprano que visita por primera vez nuestro paÃs.
Sonia Yoncheva se suma a la lista de búlgaros triunfadores, por la excelencia de sus voces, en Occidente: Los bajos Jristov y Ghiaurov, las sopranos Ghena Dimitrova, Raina Kavaibanska, Stefka Evstasieva y las mezzos Veselina Kasarova y Sonya Hamernik; esta última olvidada injustamente por las autoridades de la Bulgaria soviética que le impidieron salir de la órbita moscovita.
En el panorama actual, y desde antes, muchos cantantes de la Europa del Este han llegado a ocupar un sitio preeminente en Norteamérica y Europa Occidental, pero debe señalarse que, en su mayorÃa, han realizado estudios posteriores a su graduación con maestros de la tradición italiana.
No es ningún secreto que rusos, búlgaros, checos et al presentaban un fuerte obstáculo, en décadas pasadas, por cantar el repertorio tradicional en las lenguas maternas de sus paÃses de origen además de arrastrar vicios como el desagradable vibrato de sello académico, v. gr, la ilustre rusa Galina Vishnevskaya. No sucede asà hoy en dÃa y el caso de Sonia Yoncheva es el mejor ejemplo.
El ascenso súbito de la cantante se debe a la potencia de su voz y a las facultades histriónicas que la acompañan. Su repertorio es tan amplio como la flexibilidad de su tesitura que alcanza agudos suficientes para acometer el repertorio belcantista asà como la profundidad necesaria para acceder al dramático: desde óperas del siglo XVIII (Haendel, Cherubini) y del XIX- Rossini, Bellini y Verdi, tanto de su etapa inicial (La traviata) hasta la final (Otelo), además de incursionar en el verismo y la ópera francesa.
Una simple comparación de tÃtulos con exigencias concretas nos permite encontrar una similitud inequÃvoca, en repertorio, con la trayectoria y los rasgos distintivos de la diva de divas, MarÃa Callas: pasajes oscuros, casi cavernosos, y una sutil estridencia en los agudos. Baste escuchar la Escena de la locura en Il pirata de Bellini, en ambas versiones, para constatarlo.
Sin continuar los incómodos paralelos, puede decirse que la presencia de Sonia Yoncheva en México nos acerca a una figura imprescindible de la ópera en la mejor manera para apreciar su potencial: joven (apenas 30 y tantos), en ascenso profesional y con ganas de enfrentarse a todos los retos.
La ocasión, dos conciertos –en colaboración con Pro Ópera, Arte y Cultura Grupo Salinas y, Cultura UNAM– con música de Jules Massenet y Giacomo Puccini, programados para el próximo martes 13 de noviembre en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario y el jueves 15 de noviembre en el Teatro del Bicentenario Roberto Plasencia Saldaña del Forum Cultural Guanajuato, con el acompañamiento de la Orquesta Sinfónica de MinerÃa (Bravo por el apoyo a la ópera), dirigida por el venezolano avecindado en Suiza, Domingo Hindoyan, esposo de la soprano.
El programa a escuchar está concebido en dos partes, claramente diferenciadas en cuanto a procedencia y lengua en la que se escribió el libreto: el inicio es francés con música de Jules Massenet, romántico de fines del siglo XIX y compositor de varias de las más satisfactorias óperas de su tiempo con conocidas y gustadas arias de Thaïs, Manon, Le Cid y Hérodiade. La segunda parte del concierto es a la italiana y verista con un todo Puccini. Tiene el añadido de integrar un aria de su ópera temprana Le Villi que rara vez se escucha: Se come voi piccina.
El argumento de Le Villi, como su tÃtulo asevera, tiene a una criatura fantasmal como protagonista, similar a los personajes emblemáticos del segundo acto del ballet Giselle. El resto del concierto sà incluye fragmentos de composiciones muy conocidas pero apropiadas para calificar a Sonia Yoncheva: Manon Lescaut (en contrapunto estilÃstico con la Manon de Massenet), Aria Donde lietausci de La bohème y Un bel dì vedremo de Madama Butterfly.
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