Por: M.G.Calero / S.Fernández — 8 de abril, 2019
“Esto no puede ser no mas que una cancion. Quisiera fuera una declaracion de amor Romantica sin reparar en formas tales. Que ponga freno a lo que siento ahora a raudales. Te amo. Te amo. Eternamente te amo…”
Pablo Milanés, uno de los más emblemáticos cantautores cubanos de la historia, dejó su huella el pasado 21 de marzo en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris. Una presentación única, donde el trovador nos concedió una noche inolvidable para todos aquellos que pudimos asistir.
“Tocaremos de todo; las clásicas que todos conocen, algunas menos conocidas en las que tengo especial cariño e incluso algo de material inédito y que no he podido poner en discos” afirmó Milanés ante el estallido de emoción y ansiedad de un público que pedÃa y pedÃa sus canciones.
El recinto Esperanza Iris permitió una cautivadora y conmovedora velada que, en efecto, fue inolvidable para todos, tal como el músico prometió iniciado el concierto. La conexión que Pablo Milanés hizo con todos los que pudimos escucharlo nos sintieramos tan singulares como especiales, gracias a ostentar una memoria colectiva que nos llevó a los recuerdos más vÃvidos de aquellas etapas en que conocimos, aprendimos y cantamos los sones del creador de Mis 22 años.
Cada canción, cada arreglo y cada nota nos transportó a la identidad de sus composiciones, a ese lugar, a ese recuerdo e incluso a esa persona. El tránsito de emociones en el escenario de Donceles se hizo evidente en el rostro de cada uno de los presentes que seguÃamos las letras antañas con vehemencia y nostalgia. Cuando el concierto llegó a Yolanda nadie estuvo exento de quebranto, y al llegar a El breve espacio en que no estás, todos, sin excepción alguna, compartimos con el corazón en las manos la poesÃa de este cantautor que dice “quiere morir cantando en el escenario…”
Podrá el lector de mis lÃneas culparme de sentimental, pero para aquellos que las letras de Milanés nos significan hitos en la vida, el concierto de aquél jueves 21 de marzo en el Teatro de la Ciudad fue un momento de intimidad único que nos compartió ese gran artista que más allá de brillar en el escenario, como buen ser humano que es, nos ilumina compartiendo el alma de su poesÃa tan sentimental como social, aquella que recuerda al Movimiento de la Nueva Trova cubana.
Un concierto que regaló a los viejos seguidores y también a aquellos que se hoy se acercan a sus canciones, como bien dice el tÃtulo de su gira, una noche de Esencia, donde sus letras, sus notas y su voz nos mostró la identidad de un alma vieja que que más allá de sus origenes se distingue por ese lenguaje musical tan peculiar de él, aquel que expresa su acercamiento al jazz y a la poesÃa de José MartÃ. AsÃ, Pablo nos brindó un concierto donde todos los presentes salimos en una total placidez.
Quienes conocemos las portadas de los discos, recordamos un hombre jovial y sonriente, con lentes y un gran cabellera crespa… Hoy, al ver al venerable hombre a sus 76 años sentarse dulcemente frente a su público para cantarle a con esa personalidad impecable que, sin rastro alguno de deterioro, nos consedió un regalo del que me siento especialmente agradecido.
Bellos momentos y memorables recuerdos. Una noche habanera de música y sentimientos que sin duda nos congratuló y al recordarla, aunque sea con unas breves y sencillas lÃneas, rendimos tributo a ese insigne personaje, uno de los más grandes que ha tenido la música hispanoamericana: Pablo Milanés.
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