El Conde Ory, ópera cómica de Rossini en la Sala Miguel Covarrubias de la UNAM

Por: Enrique R. Mirabal — 21 de agosto, 2013

El Conde Ory de Rossini se presenta, dirigida por Ivan Lopez Reynoso, en la Sala Miguel Covarrubias de la UNAM, agosto 2013 A medio camino entre el reino assoluto del belcantismo del siglo XVIII y los comienzos de la ópera romántica en el siglo XIX, Gioacchino Rossini (Pésaro, 1792- Passy, París, 1868) recorrió varios teatros de ópera en Italia durante sus primeros años como compositor hasta anclar su sibarita corpulencia en el París post-revolucionario en el que la buena mesa y los vinos espirituosos eran acompañados por melodías y arpegios como marco ideal de soirées de transición, del rococó aristocrático a la estridencia de la bourgeoisie emergente de la guillotina.

Le comte Ory, título original en francés, es una adaptación de la obra escrita por Eugéne Scribe y Charles-Gaspard Delestre-Poirson. Scribe, hábil y ágil autor dramático reinó en la escena francesa durante varias décadas y algunos de sus textos fueron adaptados a la ópera por él mismo o por colaboradores cercanos.

Le sobreviven en los tiempos que corren, óperas de autores varios como Chenier, Donizetti, Meyerbeer y Verdi (Vísperas sicilianas y Un baile de máscaras) basadas en sus obras. La feliz conjunción entre su libreto y la chispa rossiniana dio lugar a El conde Ory que ha tenido a bien programar la Dirección General de Música de la UNAM en coproducción con Pro Ópera.

El Conde Ory de Rossini se presenta, dirigida por Ivan Lopez Reynoso, en la Sala Miguel Covarrubias de la UNAM, agosto 2013 La OJUEM, Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata, dirigida por Iván López Reynoso tienen la nada fácil tarea de trasladar la ligereza y el buen gusto de Rossini al foso de la Covarrubias: no es tan sencillo dirigir a Rossini como pareciera, a juzgar por los descuidos de algunas batutas que lo toman a la ligera confundiendo esta cualidad con la chabacanería. La puesta en escena se debe a César Piña quien no es la primera vez que dirige ópera.

El elenco, exclusivamente nacional incluye al tenor Edgar Villalva, a las sopranos Andrea Cortés, Liliana Aguilasocho, Anabel De la Mora y Alejandra Sandoval, a la mezzosoprano Frida Portillo, a los barítonos Josué Cerón y Jorge Eleazar Álvarez y al bajo Charles Oppenheim más el Coral Harmonnía a cargo de los imprescindibles coros para redondear la atmósfera de esta ópera en la que, tomando como punto de partida el original, veremos a los cantantes masculinos travestidos en monjas más feas que lo habitual.

El Conde Ory de Rossini se presenta, dirigida por Ivan Lopez Reynoso, en la Sala Miguel Covarrubias de la UNAM, agosto 2013 Hay equívocos, actitudes lascivas en el plan de conquistador del personaje central, la seducción y un final feliz como corresponde a toda comedia hecha ópera. El libreto fue escrito en francés y así se ha cantado en teatros respetuosos del ritmo y la cadencia de la lengua francesa que al ser traducida al italiano –como sucede con la siguiente y última ópera de Rossini, Guillermo Tell– pierde su gracia y la línea de canto se siente alterada. Una verdadera aberración.

Siempre es gozosa la ocasión de escuchar música de Rossini. Ory es una excelente partitura con el imperativo de una puesta en escena a la altura del original, máxime cuando tenemos en mente la reciente producción del Met de New York que algunos habrán visto in situ y otros melómanos en las transmisiones en vivo en el Auditorio Nacional. Las comparaciones son odiosas e injustas pero inevitables.

Las cuatro alternativas posibles para ver El Conde Ory son: viernes 23 de agosto a las 20:30 horas, domingo 25 a las 18:00 horas, miércoles 28 a las 20:30 horas y viernes 30 a las 20:30. Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.