Arturo Chacón regresa al Palacio de Bellas Artes en La condenación de Fausto de Hector Berlioz

Por: Enrique R. Mirabal — 21 de febrero, 2019

Arturo Chacon regresa al Palacio de Bellas Artes en La condenacion de Fausto de Hector Berlioz. foto Lena Kern La leyenda del doctor Fausto se origina en la Baja Edad Media y se populariza en el Renacimiento: el hombre que vende su alma al Diablo para recuperar la juventud ida, no es más que la puesta en papel de los deseos reprimidos de tantos humanos que no se resignan a envejecer, por muy sabios y ricos que puedan ser (se diría que a mayor sabiduría, más difícil es el trance).

De leyenda con tufo de azufre medieval a alegoría renacentista con coros de ángeles, el mito se enquistó en el imaginario colectivo y pasó a ser uno de los arquetipos preferidos, por lo que no es de extrañar la extensa lista de obras literarias (poemas, dramas, ensayos), musicales (canciones, lieder, óperas, la mayoría) y obras orquestales entre las que destaca la Sinfonía Fausto de Liszt. Las artes visuales también acogieron al Doctor Fausto (Rembrandt, por ejemplo) y del sicoanálisis y estudios similares, las tesis suman miles.

Con varios antecedentes, hoy olvidados, Johann Wolfgang Goethe (1749-1832) se apropia por derecho propio y genial escritura del Doktor y lo eleva a la categoría de personaje arquetípico (aquel que sirve de modelo y nomina a todos los que comparten sus características). Fausto compite, en popularidad, con Hamlet, Otelo, Romeo y Julieta, Don Quijote, Don Juan, Judas

Nora Sourouzian, mezzosopano, se presenta en La condenacion de Fausto de Hector Berlioz. Palacio de Bellas Artes, febrero 2019  La tragedia de Fausto no se publicó, tal y como la conocemos hoy: una primera parte publicada en 1808 y la segunda (póstuma) que data de 1833. En realidad, esta obra dramática (dialogada) escrita en verso, no está pensada para ser representada sino para ser leída. Comparte así esta preferencia con obras renacentistas como La Celestina (en castellano), atribuida a Fernando de Rojas.

En contraste con sus pares del parnaso literario como Tartufo, el personaje Fausto ha recibido, antes y después de Goethe, innumerables versiones, desde la de Christopher Marlowe en la Inglaterra isabelina hasta el siglo XX con Thomas Mann a la cabeza de la mejor aproximación contemporánea.

El cine se ha encargado de sacarle partido a la transformación del viejo doctor en un joven apuesto (y sabio), al icónico personaje de Mefistófeles, una advocación del Diablo, a la tierna Margarita, también conocida como Gretchen, y a los convulsos años de guerras y variantes inquisitoriales que se dieron en Europa. Fausto (película silente), dirigida por el alemán F.W. Murnau en 1926, continúa en su sitio privilegiado en la historia del cine.

La ópera más famosa inspirada en Fausto es la del mismo nombre del francés Charles Gounod, cantada en francés, por supuesto. Esta ópera romántica, de orquestación maestra y plagada de hermosas melodías es la más representada en los escenarios líricos del mundo.

Denis Sedov, bajo, se presenta en La condenacion de Fausto de Hector Berlioz. Palacio de Bellas Artes, febrero 2019  En el Palacio de Bellas Artes, se ha podido ver en muchas temporadas y con diversos directores de escena, Ludwig Margules entre ellos; sin embargo, La condenación de Fausto de Hector Berlioz no ha logrado convencer a muchos directores musicales ni a cantantes para darle la oportunidad de medirse con la de Gounod. La otra ópera, tercera en la escala faustina, es Mefistofele (sin acento y sin s final, en italiano) de Arrigo Boito, músico que también fuera libretista. Consultar las óperas de Verdi.

Para comenzar el 2019 con ópera, la compañía oficial mexicana de este género, perteneciente a Bellas Artes, presenta en dos fechas (jueves 21 y domingo 24 de febrero) la ópera de Berlioz, La condenación de Fausto, con la participación del tenor Arturo Chacón como Fausto, el bajo Denis Sedov como Mefistófeles, la mezzosopano Nora Sourouzian como Margarita y el barítono Ricardo López como Brander.

Srba Dinic dirige a la Orquesta y Coro del Teatro de Bellas Artes en la interpretacion de La condenación de Fausto. Palacio de Bellas Artes, febrero 2019. Foto Jose Maria Serralde La música a cargo de la Orquesta y Coro del Teatro de Bellas Artes, dirigida por el maestro Srba Dinic, y el coro infantil Schola Cantorum de México. Respecto a la manera de presentarla sin atributos escénicos, esta versión en concierto no se sale de la media de las puestas de esta ópera en el mundo.

Al igual que el poema de Goethe, la ópera de Berlioz descansa mucho más en el deleite de la partitura que en los artificios teatrales. El libreto y la música no permiten una fluidez teatral al uso ni fue tampoco la intención de Berlioz. Escúchese más como una cantata escénica, al estilo de la Sinfonía dramática Romeo y Julieta del mismo compositor. Después de todo, el francés está alineado con la premisa de la obra literaria de Goethe, escrita para ser leída más que para verla en escena, compuesta para ser oída.

Con sólo dos oportunidades para ser escuchada y calibrada o descubierta para quienes no la conozcan, La condenación de Fausto es una partitura que se sostiene por una robusta orquestación, por momentos corales de gran vuelo y por melodías a la altura de las grandes arias del siglo XIX como D’amour l’ardente flamme que canta Margarita.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.