Por: Miguel G. Calero — 1 de junio, 2017
“Ya verás, kiwi, vamos a salir a delante… Ya verás… un dÃa nosotros también vamos a ser felices…“, fragmento de Kiwi, texto de Daniel Danis, que actualmente se presenta en el Teatro La Capilla del barrio de Coyoacán.
En nuestro paÃs hay una agenda que requiere la urgencia de nuestra acción. Los temas, casi siempre son los conocidos, violencia, corrupción e impunidad, sin embargo, hay una situación de la cual todos somos conscientes pero casi siempre silenciamos en nuestros adentros, esta situación no está en la agenda de nadie, ni de autoridades ni de sociedad.
Miles de personas, entre ellos muchos niños y niñas, viven en las calles de nuestras ciudades cÃrculos de miseria que conviven dÃa a dÃa con quien por suerte del destino nació en una familia que sà tenÃa techo, ropa y alimentos.
La compañÃa Los Endebles ha tomado como tarea recordarnos esta incómoda situación de la que, por más que no queramos, todos estamos involucrados y a todos deberÃa de preocuparnos. AsÃ, la dramaturgia de la mano de Daniel Danis y dirección de Boris Schoemann, nos lleva a descubrir Kiwi una obra que aborda esa temática real y dolorosa.
El reparto está compuesto únicamente por un dúo: Olivia Lagunas y Guillermo Villegas, alternando con Gerardo Del Razo, estos dos talentosos actores crean más de una docena de personajes, representando toda una familia de frutas y verduras.
Kiwi es una niña que al ser abandonada por sus parientes, formará parte de una nueva familia. No importan los nombres, ni de dónde vienen, todos quieren olvidar su pasado, sus nuevos nombres serán aquellos que ellos elijan.
Todos cuidan del otro, y todos saben que mirar por la mayorÃa vale más que el cuidado personal: el sacrificio a veces es necesario. Entre hambre, drogadicción y prostitución esta pequeña familia trata a diario de salir adelante, sueña, aspira, imagina y trata de ser feliz con lo poco que les ha dado la vida.
El valor del ser humano es un tema central en esta puesta en escena, cuánto vale la vida de nuestros seres cercanos y cómo ello puede llegar a ser lo más valioso que tenemos, incluso cuando todo lo demás falte.
Con crudeza y sin maquillaje, Kiwi retrata la travesÃa de miles de niños de nuestro mundo, que antes de proporcionales ayuda y otorgarles cariño son vistos como un lastre, son perseguidos y castigados simplemente por haber nacido en el lugar equivocado.
Niños que no han conocido más amor que el de sus iguales, y que a diario son vÃctimas de violencia y maltratos de parte de la sociedad por igual, ya sea en acción contra ellos o por simple omisión…
Este es el teatro que nos ayuda a reorganizar nuestra agenda como sociedad y como seres humanos. Estos son los escenarios que recuerdan que desde el arte se puede soñar y se puede luchar por mejorar la vida de otros, lo que podrÃa significar nada o poco para nosotros, puede ser un rayo de esperanza para otros… ¿verá algún niño de la calle esta obra? No lo sé, lo dudo.
Precisamente es que esta puesta no es para ellos, pero sà por ellos; es el despertar en el público el interés por ayudar en su pequeña escala y en proyectos realistas, es un llamado que esperamos se pueda rescatar, sensibilizar y tomar para la acción.
De poco en poco, todos podemos ser parte de la solución, todos podemos empatizar con la agonÃa de nuestras calles.
Con funciones sábado y domingo (hasta el 25 de junio), en el Teatro La Capilla, Kiwi, es una historia dirigida al público joven, con poder en el texto y agilidad en la escena en el mejor estilo del maestro Boris Schoemann. Kiwi, más que una reflexión busca sacudir conciencias y saber que estos niños que hoy están en las calles son y forman parte de nuestro presente y del futuro de nuestra sociedad.
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