Por: Amanda GarcÃa L. — 16 de octubre, 2018
“Son 130 años de brindar espectáculos de calidad y estas dos presentaciones significan el resultado de muchos años de sacrificio, constancia y dedicación pero sobretodo muchÃsimo amor y respeto por esta increÃble tradición artÃstica que ha podido trascender fronteras, culturas e idiomas, pero sobretodo al tiempo. Orgullo, compromiso, celebración y entusiasmo son motivantes para continuar con esta maravillosa historia del circo”, Celeste Atayde.
Sumergido en una atmósfera de luces que combinan el brillo de colores de un Pablo Picasso y la profundidad espacial de un Salvador DalÃ, el público del Teatro de la Ciudad fue abstraÃdo durante casi tres horas en un espectáculo que condensó 130 años del arte circense en dos noches de gala de fantasÃa. Una paradoja utópica en escena que el pintor español de la “Persistencia de la memoria” hubiera preferido olvidar.
La llegada del Circo Atayde a este histórico escenario -el jueves 11 y viernes 12 de octubre- fue una magna demostración del por qué debe permanecer viva esta tradición en la cultura mexicana, la cual ha recorrido distintos escenarios del paÃs y de muchas capitales del mundo desde 1888 para esbozar sonrisas y recoger los aplausos del público.
Alberto Atayde, a cargo de la dirección general e idea original, y Celeste Atayde, responsable de la dirección artÃstica, forman parte de una familia que se ha dedicado por generaciones a mantener latente esta fiesta que celebra el arte circense. Dos de los herederos de esta tradición que en esta Gala recibieron una placa conmemorativa que dejó constancia del compromiso que tiene el Circo Atayde con la preservación de su quehacer artÃstico en la sociedad.
En estas dos noches, el collage de intervenciones circenses que conformó el programa transportó al público a un estado onÃrico a través de la risa, la sorpresa y el suspenso, en el que vivir bajo el cobijo de una burbuja, atravesar el corazón sin perder la vida y sostener el cuerpo de tres hombres al mismo tiempo tienen cabida aun fuera del sueño.
Bailarinas y artistas provenientes de Cuba, Bulgaria, Chile, Argentina y España burlaron con maestrÃa a la gravedad mediante la ejecución de secuencias de movimiento en las que el equilibrio, la fuerza y el control son los ingredientes que hacen del dicho “pender la vida de un hilo” una literalidad.
La imaginación es otro de los recursos que cobran especial relevancia durante la actuación de los payasos, seres dotados de ironÃa que alimentan al público de carcajadas. Su simple existencia nos obliga a romper las barreras de la racionalidad.
En distintos momentos de esta celebración el espectador se convierte en un participante activo con el propósito de que éste se cuestione qué tan posible es trasgredir los lÃmites naturales del cuerpo y la mente; es la magia del acto circense capaz de desafiar la esencia de la humanidad.
La materialización de la utopÃa ha sido uno de los ideales de la sociedad a lo largo de la historia. La construcción de mundos, objetos y personas que no tienen lugar en la realidad han hecho del arte un medio para hacer de lo irrealizable una posibilidad.
Asà pues, entre argollas, telas, patines y cuerdas el legado de la familia Atayde nos aproxima a la fantasÃa, como una demostración de que ésta nunca fue exclusiva de la niñez. La tradición del Circo Atayde en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris demostró que el arte circense es una obra pictórica en la que los sueños permanecen aun estando en estado de vigilia. Fotos: Alfredo Millan.
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