Por: Miguel G. Calero — 22 de septiembre, 2018
“Los grandes dioses ya están cansados de caminar”, Hebe Rosell, fragmento de Todo el abrazo del mar…
Hay muchos elementos que conforman el universo de un escenario. Tenemos la composición escenográfica, con sus luces, sombras, fondos, sonoridades y silencios. Están los planos sobre los que se mueven las cercanÃas y lejanÃas de actores y público. Están los actores mismos, que son ya un enorme conjunto de elementos, una combinación de técnicas y ejecuciones, de saberes y sentires, de guiones y emotividades personales.
Está, por supuesto, la dramaturgia, la palabra, que hace que todo cohesione en significado y coherencia. Cada uno de estos elementos tiene de suyo un compromiso con la puesta en escena, se espera de ellos un componente que se integre en el ritmo y función de la obra.
Pero hay un elemento más en una sala de teatro, uno fundamental para que la puesta en escena tenga consistencia y sentido, hablamos del público. Todo el abrazo del mar… es un excelente ejemplo de cómo el teatro experimental debe romper la cuarta pared.
Ruptura aprovechada para introducir en la cadencia de la escena al público, que deja de ser un agente pasivo para unirse al núcleo fundamental de la obra. La cantautora Hebe Rosell se ha propuesto en este ejercicio escénico entablar un diálogo pleno con su público, que se ve sumergido en las inciertas aguas de una vida de lucha y resistencia.
En un clamor melancólico, la también musicoterapeuta nos advierte casi desde el inicio: “Tengo algo qué confesar… estoy envejeciendo”. Las palabras que nos trae están como escritas en un papel protegido por una botella, que se perdió en la inmensidad del océano y llegó a nuestra costa gracias a las olas del drama poético.
Con su potente voz hace una invocación pretérita hacia sà misma: “Vamos cenizas mÃas, vamos a dar un empujón a todo esto vivido”… Siendo representante de una generación febril y resiliente, Hebe quiso hacer esta puesta en escena unipersonal para hablarnos, al ritmo de Debussy, de su pasado y los derroteros perseguidos para sobrellevar las calamidades de este mundo.
Sin embargo, nuestra lectura de Todo el abrazo del mar… puede ir más allá de una vivencia especÃfica. Poniendo la vida de la cantante, compositora y escritora en perspectiva, sumando la poesÃa, la música, los relatos, los grandes acontecimientos de la segunda mitad del siglo XX, las dictaduras de América Latina, los movimientos estudiantiles, las canciones de protesta, las melodÃas para dormir, las cartas entregadas, los testimonios acallados…
Todo en su conjunto nos permite mirar con mayor lucidez un fondo muy amplio en esta obra: La melancolÃa romántica de que una generación (su vida, intereses y batallas) que se nos va, que se sabe pronta a dejar las barricadas para otros, cuyo mensaje nos llega como un preciado regalo a las nuevas generaciones que todavÃa tenemos un largo trecho por andar.
Aun se puede decir una cosa más de esta bella puesta en escena. Hemos hablado de cómo se rompe, mediante la histrionÃa y el diálogo, con la cuarta pared del salón; sin embargo queda explorar, para cualquier espectador atento, el hecho de que al entrar a la sala uno puede verse envuelto en las suaves caricias de la musicoterapia.
Cabe preguntarnos, ¿hay espacio en el teatro para la sanidad interpersonal? ¿Hay espacio para la catarsis y la posibilidad de dejar en el nuevo escenario de butaca el dolor, la necesidad, el quebranto?
Tal vez Todo el abrazo del mar… no bastará para una labor tan ardua. Tal vez muchos piensen que no hay espacio para cosas asà en el teatro, pero el autor de estas lÃneas piensa que si no es en el arte donde el ser humano puede hallar aquello que da sentido en la vida, entonces ¿dónde más? Rompiendo los parámetros clásicos del teatro, experimentando con luces, escena, diálogo, travesÃa y cometido, Hebe dramatiza el ocaso de una generación moderna, con un manojo de técnicas y formas posmodernas en el escenario.
SÃ. El teatro, toda su fuerza dramática y toda su dulzura poética, puede formar un lugar de refugio para los dÃas malos, pera los náufragos de un mundo con mares violentos y que hieren cada historia personal. Como perdida entre recuerdos, dolores, alegrÃas, victorias y derrotas, Hebe Rosell deambula en el escenario para contar su historia y encontrarse en sus propios pasos.
Todo el abrazo del mar… podrÃamos sintetizarla en un paracaÃdas, que se advierte material en el fondo del escenario desde el comienzo, que sirve para los grandes vientos de las luchas diarias.
El concepto escenográfico y de iluminación corrió por cuenta de Vivian Cruz; la asesorÃa para la dramaturgia y entonar los ritmos poéticos la realizó Fernanda del Monte; la musicalización, diseño sonoro y grabación y mezcla, que cabe mencionar, fueron fundamentales para interiorizar el ambiente marÃtimo, fueron diseñados por Juan Sosa.
Todo el abrazo del mar no bastará… se presenta en el Teatro La Capilla todos los jueves y viernes, hasta el 12 de octubre. Esta es una experiencia teatral que nos permita vivir, que nos ayude a sobrellevar la existencia; pero también que nos aliente a luchar, a resistir y a dar todo aliento por las buenas causas que faltan en este mundo.
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hebecita,crei q pudiesemos ver en directo tu funcion……..lastima de perderselo……
te quiero,me inspiras…..te acompaño igual,vamos juntas a tu guarida….entiendo tu dolor guarecido,voy contigo alli,como en tantos momentos,despues de tanta exibicion de tu alma,juntas,con tantas luchas compartidas,…..esperanzas…..TE QUIERO TESORO…..RESISTAMOS….!!!!!ESCLARECIENTO….