Por: Jonathan Maldonado — 1 de septiembre, 2016
“Giselle es la obra cumbre del romanticismo y un reto para cualquier compañÃa de ballet, y la CompañÃa Nacional de Danza está preparada para ello, en cuanto al cuerpo de baile, técnica e intérpretes”, Mario Galizzi.
A cuatro décadas de haber presentado por primera vez Giselle (1976), una de las piezas más emblemáticas del repertorio romántico, la CompañÃa Nacional de Danza (CND) inició –el pasado 27 de agosto– una breve temporada en el Palacio de Bellas Artes que retoma este bien llamado clásico del ballet que en su interpretación manifiesta la seducción de esta expresión dancÃstica creada en 1835 por Jean Coralli y Jules Perrot, con libreto de Théophile Gautier y Vernoy de Saint-Georges.
Durante casi dos horas, el ensamble dirigido por Mario Galizzi interpreta con el dramatismo necesario la historia de desamor de Giselle (que en todas las funciones estará a cargo de la primera bailarina Ana Elisa Mena), la joven pueblerina engañada por Albrecht (Erick RodrÃguez), un noble ya comprometido con Bathilde (Agustina Galizzi).
Exhibido el engaño por el celoso Hilarión (Rodrigo Ortega), quien también está enamorado de la inocente protagonista no soporta la traición y presa de la locura pierde la vida. Tras la muerte de la heroÃna, ésta se convierte en una Wilis, espÃritu de las jóvenes que mueren vestidas de novia antes de llegar al altar. Figura mÃstica dentro de la narrativa del ballet que siempre añade fantasÃa a la obra y le otorga ese toque etéreo que seduce y gusta tanto al público.
Como toda historia romántica, el amor logra redimir los errores y vence las barreras de la muerte, asà la protagonista salva la vida de Albretch desde el más allá…
Es asà que este año vemos en Giselle una historia cautivadora bellamente interpretada por la CND que contiene todos los ingredientes para cautivar al público de todas las edades.
Un buen ejemplo es la actuación de Ana Elisa Mena, quien logra cautivar al público a partir de una ejecución precisa y audaz que acompañada por el resto del elenco destaca en la escena donde se aprecia la disciplina coreográfica en perfecta sincronÃa. Una danza que evoluciona en el escenario dibujando el imaginario de las Wilis, que condenan a los enamorados de Giselle a bailar hasta la muerte.
En esta versión 2016 de este ballet basado en una leyenda escondida en la poesÃa de Henrich Heine, la CND repite uno de los grandes aciertos que acompaño a Blanca Nieves en la reciente temporada de estreno que se presentó en el Cenart: la magia de las música en vivo a cargo de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes dirigida por el maestro Srba Dinic, quien descubrió el romanticismo de esta portentosa partitura que Adolphe Adam regaló a la danza.
Una experiencia memorable y vibrante que todavÃa se puede apreciar en las funciones de hoy jueves 1 y del domingo 3 de septiembre; mientras que las dos funciones del sábado 2 serán escenificadas con música grabada.
No se pierdan la oportunidad de apreciar esta espléndida Giselle que nos ofrece la CompañÃa Nacional de Danza, un compromiso que responde dignamente a la enmienda de la danza clásica que conlleva además del trabajo coreográfico la demanda en cada bailarÃn de comprometerse con el desarrollo histriónico, cualidad que encuentra respuesta a la nueva dirección del ensamble. Cabe resaltar, que en esta versión de Giselle, los diferentes segmentos del elenco de la CompañÃa Nacional de Danza encuentran un espacio de expresión poderoso y certero en el que todos tienen un peso especÃfico.
“Giselle requiere de una entrega total por parte de los bailarines para sortear las dificultades interpretativas que plantean los personajes, por lo que siempre les pido impriman ‘algo de ellos’. Esto permite llevar a otro nivel la actuación”, Mario Galizzi.
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Buena reseña…yo me atreverÃa a decir que Giselle representa el reto protagonizó y técnico de la bailarina al pasar de una niña enamorada a la locura y luego un ser irreal…