Danza

Elisa Carrillo y sus amigos bailarines en Gala de Ballet en Bellas Artes

Por: Enrique R. Mirabal — 16 de agosto, 2016

Elisa Carrillo y sus amigos bailarines en Gala de Ballet en el Palacio de Bellas Artes, agosto 2016 El pasado sábado 13 de agosto, se presentó en el Palacio de Bellas Artes la Gala convocada por la artista mexicana Elisa Carrillo, primera bailarina del Staatsballet con sede en Berlín. Acudieron a su llamado, como en ocasiones anteriores, bailarines de la compañía alemana a la que pertenece Elisa y de otros conjuntos europeos, alrededor de una veintena de ejecutantes. Ésta es la quinta ocasión en que celebra este espectáculo de ballet en el verano, estación en la que (casi) todos los teatros europeos cierran puertas y sus artistas quedan disponibles.

De la bailarina mexiquense, patrona de la Fundación Elisa Carrillo Cabrera para promover la danza que lleva su nombre y de la iniciativa de estas galas veraniegas, se puede decir que es la única figura mexicana que ha alcanzado el rango de estrella en una compañía europea, logro que comparte con el jalisciense Isaac Hernández por el lado masculino, un hecho que no se publicita ni se presume con la frecuencia ni el énfasis deseables y por demás muy necesarios. Sabemos que en materia de hazañas, sólo se habla de las relacionadas con el futbol aunque a últimas fechas se mencione a nuestros tenores.

Elisa Carrillo y sus amigos bailarines en Gala de Ballet en el Palacio de Bellas Artes, agosto 2016 Diseñar una gala con nutrida participación de bailarines requiere de una estrategia (logística dirían los CEOs) y planificación complejas. Cómo darles su lugar sin atiborrar el escenario ni repetir números que se parezcan demasiado unos a otros (los imprescindibles pas de deux y solos). En esta quinta edición de Elisa y amigos, se optó por abrir y cerrar el programa con dos coreografías contemporáneas en las que participaron nueve y ocho bailarines, respectivamente. Una manera de integrar talentos con las mismas posibilidades de destacar en escena y apostándole más al trabajo colectivo que al virtuosismo individual.

And the Sky on that Cloud Old Day del alemán Marco Goecke a partir de la música del norteamericano John Adams es una más entre las cientos de obras que presumen las compañías de ballet clásico cubriendo su cuota de contemporaneidad, sin zapatillas de puntas ni alardes técnicos; sin embargo, en esta ocasión, no se sintió la fatiga del déjà vu que sí sentaría sus reales en la obra que cerró el programa: Arcangelo de Nacho Duato, actual director de la compañía berlinesa de la cual Elisa Carrillo es primera bailarina.

Elisa Carrillo y sus amigos bailarines en Gala de Ballet en el Palacio de Bellas Artes, agosto 2016 Duato nos dejó una grata impresión cuando su entonces Compañía Nacional de Danza española nos visitara y disfrutáramos los momentos acompañados por música de Debussy o canciones interpretadas por Maria del Mar Bonet. En esos años, percibíamos la influencia favorable de Jiri Kylian; hoy, sentimos en Arcangelo (creada en el año 2000) el paso del tiempo, el agotamiento de las reglas del juego y, en la conclusión grandilocuente con ascensión arcangelical, un recurso fácil que recuerda al Cirque du Soleil.

En la sección intermedia del programa, encontramos la sucesión de los pas de deux habituales y esperados. De grato recuerdo por su visita en 2015 en la Gala en CENART, la ucraniana Iana Salenko, acompañada por el alemán Marian Walter, bailó con absoluta seguridad el Grand Pas Classique de Auber/Gsovsky. Salenko presume un aplomo que es producto de su sólida técnica en la que destacan los giros como su mejor carta de presentación, muy similar en recursos a Tamara Rojo de quien ¿casualmente? ocupa el sitio que la española dejara con su partida del Royal Ballet británico.

Elisa Carrillo y sus amigos bailarines en Gala de Ballet en el Palacio de Bellas Artes, agosto 2016 Qué decir de las tantas veces en que extrañamos el porte y el estilo de las francesas en éste, su Grand Pas del repertorio clásico. Hasta los años 70 del siglo pasado y debido a los concursos de ballet, este pas de deux fue una pièce de résistance de Yvette Chauviré y, tras su retiro, se popularizó en las competencias de Moscú, Varna, Jacksonville, YAGP y Laussanne, entre otras. Salenko sale bien librada de su encuentro con Auber pero debe trabajar más el elegante y frío estilo francés (ojo con el port de bras y las excesivas sonrisas) antes de seguir bailando este Grand Pas.

De los pasos a dos que se sucedieron en la segunda parte, no hubo ningún momento señero aunque sí alguno correcto y agradable: Le Corsaire con Joseph Gatti y Misa Kuranaga. La contribución de la compañía de Boris Eiffman (en dos ocasiones ha estado en Bellas Artes) con el extracto de su ballet Anna Karenina a cargo de Ljubov Andreieva y Oleg Gabyshev, confirma la máxima de que para roles de exigencia dramática por encima de los pasos académicos se necesita a una bailarina actriz con madurez suficiente para transmitir los sentimientos de la heroína, en este caso de la novela de Tólstoi o escoger otra obra de repertorio.

Elisa Carrillo y sus amigos bailarines en Gala de Ballet en el Palacio de Bellas Artes, agosto 2016 Les burgeois a partir de Jacques Brel fue la carta de presentación del ruso Daniil Simkin para darse a conocer en las grandes casas de ballet. Dinu Tamazlacaru sorteó con gracia y emotividad el solo sin que echáramos de menos a Simkin. El ballet Excelsior (Marenco/Manzotti) es una muestra, casi la única sobreviviente, del ballet italiano del siglo XIX, en el concepto de gran espectáculo que brillaba por sus excesos y ostentosos telones y vestuario.

El pas de deux bailado por la italiana Nicoletta Manni y el cubano Osiel Gounod es, precisamente, lo menos rescatable de este ballet alegórico que muestra los momentos emblemáticos del progreso de la Humanidad. La partitura de Marenco no se puede salvar más que como acompañamiento del despliegue escénico de este ballet revivido en décadas pasadas por la Scala de Milán como vehículo de lucimiento de su gran estrella, Roberto Bolle.

Elisa Carrillo y sus amigos bailarines en Gala de Ballet en el Palacio de Bellas Artes, agosto 2016 Elisa Carrillo quien participó en las dos coreografías contemporáneas como parte del ensamble, bailó además el dúo del ballet Caravaggio (Monteverdi/Bigonzetti) junto a su inseparable partenaire Mikhail Kaniskin, primer bailarín del Staatsballet. Carrillo es capaz de sacar brillo a todo lo que baila, su presencia y hermosa línea sumadas a la musicalidad y la entrega absoluta que siempre le hemos aplaudido, pero pudo haber escogido una obra de más vuelo, no una participación notable pero que se suma más no destaca.

Suponemos que quiso que primara el espíritu colectivo y el entrañable compañerismo entre quienes la acompañan en su loable esfuerzo por mostrar buen ballet en México pero, por sobre todas las consideraciones y la modestia demostrada, la anfitriona, sin perder la amabilidad, es la anfitriona y siempre exhibe sus mejores galas. Fotos: Bernardo Arcos y Carlos Quezada.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.