Danza

El lago de los cisnes, una cita imprescindible en la agenda cultural de la Ciudad de México

Por: Amanda García L. — 22 de agosto, 2018

Compania Nacional de Danza presenta El Lago de los Cisnes, version coreografica de Mario Galizzi. Palacio de Bellas Artes, agosto 2018 Estrenada el 4 de marzo de 1877 en el Teatro Bolshoi bajo la composición musical de Piotr Ilich Tchaikovsky, El lago de los cisnes inició una breve temporada en el Palacio de Bellas Artes, ésta primera función –el pasado jueves 16 de agosto–, dio inicio al homenaje que la Compañía Nacional de Danza (CND) rinde por dos siglos del nacimiento de Marius Petipa, el emblemático coreógrafo de los grandes ballets del siglo XIX, quien en mancuerna con Lev Ivanov crearon este clásico que seduce envuelto por el romanticismo de la música del insigne compositor ruso.

Esta versión de El lago de los cisnes que este año presenta la CND es original del coreógrafo argentino Mario Galizzi, quien a través de un bien diseñado trazo coreográfico logra concretar en escena una de las historias que dejan entre paréntesis el final de un amor trágico. Los claroscuros en los que se ven envueltos los protagonistas es un rasgo al que se debe en gran parte el éxito y permanencia de esta obra que sobrevive al tiempo y que se ha ganado a pulso el carácter de “clásico”. Tal y como lo mencionó el maestro Galizzi, “Representa el mal y el bien que conforman la dualidad de la naturaleza humana y el drama coreográfico poético-musical de El lago de los cisnes que sucede en el interior de nosotros mismos”.

Compania Nacional de Danza presenta El Lago de los Cisnes, version coreografica de Mario Galizzi. Palacio de Bellas Artes, agosto 2018 La fragilidad de Odette, amenazada por un maleficio que sólo puede ser anulado por el amor del Príncipe Sigfrido, son el equilibrio frente a la maldad representada por el hechicero Von Rothbart y su hija Odile, el cisne negro. Es el álter ego que acecha la pureza femenina del cisne blanco. La felicidad opacada por el miedo. Monocromía emocional en dos actos.

Estos cuatro personajes son los responsables de escenificar la complejidad del ser humano mediante rasgos temperamentales completamente antagónicos, el bien contra el mal, el amor frente a la desdicha. Sin embargo, el color que imprimen las danzas de carácter -durante la tercer escena de la pieza- como la húngara, napolitana, española, polaca y rusa, devuelven la luz al escenario y hacen evidente la calidad y técnica de los integrantes de la Compañía Nacional de Danza.

Como una pintura en gran formato, los cisnes dibujan con suavidad a través de sus alas esta historia inmortal y entre una escena y otra las transiciones resultan imperceptibles para el espectador, por lo que la narración parece ser contada ininterrumpidamente. Así, el desarrollo de una de las tramas de amor más famosas a nivel mundial se consolidó con frescura y dinamismo gracias al trabajo de todo un equipo artístico que demostró que la evolución de un ballet clásico es posible.

Compania Nacional de Danza presenta El Lago de los Cisnes, version coreografica de Mario Galizzi. Palacio de Bellas Artes, agosto 2018 “El Príncipe Sigfrido se presenta como el auténtico protagonista de la obra; las princesas Odette, Odile y el hechicero Von Rothbart se diseñan como netos símbolos de la lucha interior del hombre en su búsqueda del amor sublimado y en la seducción que ejerce el mundo denso y palpitante de las pasiones”, Mario Galizzi.

El Lago de los cisnes con la Compañía Nacional de Danza, una cita imprescindible en la agenda cultural de la Ciudad de México que se vive (24, 25 y 26 de agosto) en el Palacio de Bellas Artes transformado en un escenario donde entre castillos medievales y bosques sombríos emerge el imaginario de Marius Petipa a través de imágenes visuales que dibujan ese mundo mágico en un espectáculo de ballet que en cada temporada se vive como una nueva experiencia, tanto para quienes han visto la obra repetidas veces como para aquellos que disfrutan por primera vez de este cuento de hadas en el escenario de las artes.

Armonía, sincronización, belleza y perfección generan perpetuidad en las miradas de quienes ocupamos las butacas, un acto de poesía que se convierte en fascinación al contemplar a esas delicadas aves volando hacia una misma dirección… el recuerdo y certeza de haber presenciado un acto mágico.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.