Por: Claudia Magun — 28 de febrero, 2020
Es SofÃa Beatriz López, Gabriel Rojas y MartÃn López Brie, complices de un proyecto llamado: El pescador y la petenera, un ejercicio unipersonal que lleva al espectador a un encuentro entre una sirena y un pescador que no son lo que uno esperarÃa: la sirena no sabe cantar, por lo que no logrará seducir a alguien; el pescador no es fuerte, ni aventurero, tampoco valiente…
Es la petenera, aquella que vive en la música de los sones huastecos, aquella que se descubre a tráves del teatro y las máscaras. Es la sirena que seduce a los marineros con su dulce voz para después arrastrarlos al fondo del mar. Es la música que se desprende de las raÃces andaluzas, afroamericanas e indÃgenas.
Es la voz, es la danza, es un juego de máscaras, son notas musicales que en la escena descubren un cuerpo ficticio, uno femenino para la sirena y uno masculino para el pescador.
Es la historia de un pescador, que en el fondo del mar abandona el cadáver de la mujer que amó. Entre el remolino de una ola, mientras aún queda algo de aire en los pulmones, ellos cuentan su historia, acompañados de sones, olas del mar y peteneras. Es el imaginario del teatro que en sus versos descubre a una mujer que sufre de desamor. Aquella sirena que seduce a los marineros con su dulce voz para después arrastrarlos al fondo de las aguas marinas.
Es SofÃa Beatriz López, quien a partir de su interlocución con el texto de La patenera… descubre a dos personajes y sus carencias, aquellos que rÃen, bailan, cantan sus desamores y, a través del manto de la música expone los matices emocionales propios de los encuentros amorosos, como el mar que puede ser suave y furioso o las fiestas fandangueras que están llenas de risa y melancolÃa, de efusión y de silencios…
Es, El pescador y la petenera, producción de Teatro de Quimeras que se presenta en el Sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque, una obra que gira en torno a la imagen poética de la petenera, una sirena y un pescador en el fondo del mar…
“Es la máscara, el primer encuentro que tienen todas las civilizaciones con la representación escénica. Es el recuerdo de que podemos ser otros, vernos en otros. Es aquello que nos permite crear con libertad y claridad un personaje, sin importar que no coincida el género del intérprete con el del personaje. Es un recurso teatral gracias al cual el público puede olvidarse de quién está detrás del mismo y disfrutar de la historia”, SofÃa Beatriz López.
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