Teatro

La divina ilusión… o el bienaventurado acto que significa hacer teatro

Por: Susana Fernández — 8 de octubre, 2017

La divina ilusion, de Michel Marc Bouchard y dirigida por Boris Schoemann, se presenta en el Teatro La Capilla, octubre 2017. Foto Ulises Avila “Sin el arte, ¿qué sería la vida? ¿Comer, beber, dormir, rezar, morir? ¡Para qué vivir más tiempo?”, Sarah Bernhardt, Quebec, 1905.

A partir de un hecho histórico, la visita de Sarah Bernhardt a la ciudad de Quebec en 1905, el autor canadiense Michel Marc Bouchard traza La divina ilusión, un texto de gran poder y mucho humor que nos recuerda el poder del teatro como instrumento de transformación social.

Es así, que la llegada de la actriz francesa a la ciudad canadiense funciona como el catalizador de una serie de emociones y situaciones que reflejan desde el enfrentamiento entre la iglesia y el arte, la explotación laboral de mujeres y niños, la corrupción y encubrimiento de la iglesia hacia los pederastas y, además de todas estas barbaries, el poner es escena el gran oficio que significa “hacer teatro”.

La divina ilusion, de Michel Marc Bouchard y dirigida por Boris Schoemann, se presenta en el Teatro La Capilla, octubre 2017. Foto Ulises AvilaCon la dirección y traducción del maestro Boris Schoemann, La divina ilusión es el más reciente estreno de Los Endebles, una obra de gran formato –que marca los 16 años de trayectoria de la agrupación– situada a principios del siglo XX que a más de un siglo de distancia es profundamente actual.

“La divina ilusión es una obra que reivindica el teatro y su vigencia, en un mundo cada vez más inquietante y caduco de ideales”, Boris Schoemann.

Un acto de denuncia que expone por un lado, la inocencia de un joven aspirante a dramaturgo, Michaud, interpretado por Dalí González, en contraparte con el lado violentado y lastimado de Talbot, hijo de un obrero, a quien da vida Eugenio Rubio. Dos jóvenes seminaristas que habrán de enfrentar la frivolidad del teatro a través de una carta que envía el arzobispo a la diva y en la cual le prohíbe actuar, este acto de control y censura desata en la actriz todo la pasión y convicción que requiere ser teatrero.

La divina ilusion, de Michel Marc Bouchard y dirigida por Boris Schoemann, se presenta en el Teatro La Capilla, octubre 2017. Foto Ulises Avila Dos personajes que así como viven situaciones dispares se ven envueltos en el mismo enjambre de la vida, el primero sueña con el teatro como espacio donde se suceden todas las tragedias y sólo es capaz de imaginar éstas; el segundo las vive, él es quien sobrelleva los sacrificios de su familia para poder llegar a convertirse en un hombre de Dios, él ha padecido el abuso dentro de la iglesia y así enfrenta al silencio para mantener a salvo a quienes quiere.

Juntos, Michaud, Talbot en su encuentro con Sarah Bernhardt –protagonizada por la talentosa Pilar Boliver– logran llevar al público por un camino donde el teatro se cruza con la realidad para descubrir en La divina ilusión, una fuerza que a pesar del drama se sostiene en el humor negro para hacernos más llevadera –al menos como espectadores– la vida misma.

La divina ilusion, de Michel Marc Bouchard y dirigida por Boris Schoemann, se presenta en el Teatro La Capilla, octubre 2017. Foto Ulises Avila Vale la pena subrayar que si bien el trabajo de Dalí, Eugenio y Pilar es impecable, éste no podría redondearse sin el apoyo de quienes complementan el elenco, Miguel Conde, Miguel Corral, Gabriela Guraieb, Olivia Lagunas, Constantino Moran, Carmen Ramos, Servando Ramos y Mahalat Sánchez, un ensamble de histriones que logran que el espectador mantenga en todo momento su atención en la trama y su desenlace.

“Estoy cansada de decir las mismas frases en los mismo tonos. Estoy cansada de hacer de mi arte una rutina…”, fragmento de La divina ilusión.

Con esta frase, Pilar Boliver podría definir una caracterización perfecta que más allá de un personaje que le queda más que pintado, en él hace gala de sus dotes actorales para mostrarnos que con la mirada, la gesticulación corporal y sobre todo con las manos –y este es el perfecto caso– se puede decir más de lo que se puede expresar con una simple frase.

La divina ilusion, de Michel Marc Bouchard y dirigida por Boris Schoemann, se presenta en el Teatro La Capilla, octubre 2017. Foto Ulises Avila Dueña del escenario, Boliver se apodera del personaje para hacer y decir lo que motiva el oficio del verdadero teatrero, con un excelente manejo de los rangos de la comedia y el drama pasa de uno a otro género sin problema alguno, llevando al público por ese recorrido de emociones que se suscriben en La divina ilusión.

Además del trabajo actoral, la producción se apoya en la escenografía e iluminación de Fernando Flores Trejo; el vestuario de Estela Fagoaga y el diseño sonoro y musicalización de Joaquín López “Chas”, un conjunto de creadores del arte teatral encabezado por Samuel Sosa que reúne la primera colaboración entre Los Endebles y Petit Comité Teatro.

Creada para inaugurar el Festival George Bernard Shaw en Canadá, el estreno en México (y en habla hispana) de La divina ilusión se presenta en el Teatro La Capilla (lunes y martes hasta el 21 de noviembre), puesta en escena que provoca en el público una reflexión sobre nuestra propia sociedad y los rumbos que toma el papel libertador que representa el acto teatral. Fotos: Ulises Avila.

3 respuestas a “La divina ilusión… o el bienaventurado acto que significa hacer teatro”

  1. Susana Fernández dice:

    La divina ilusión tendrá una nueva temporada del 12 de febrero al 16 de abril de 2018 en el Centro Cultural Helénico.

  2. cristian mtz. dice:

    como consigo el guion?

  3. Claudia Magun dice:

    Hola Cristian, puedes ponerte en contacto con Los Endebles
    http://www.teatrolacapilla.com/compania-de-teatro-los-endebles-a-c/

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.