Ofrenda musical, obra de Gloria Contreras con el Taller Coreográfico de la UNAM

Por: Interescena informa — 12 de junio, 2016

El imaginario de Gloria Contreras permanece en la memoria del público que la ha seguido por décadas y que hoy sigue asistiendo a las funciones que ofrece este ensamble que la maestra fundó hace varias décadas. Después de su fallecimiento, sus obras siguen en el escenario a través de las representaciones que el Taller Coreográfico de la UNAM (TCUNAM) ofrece al público universitario y a otros tantos espectadores que han seguido la trayectoria coreográfica de esta insigne figura de la danza en nuestro país.

En un homenaje más al trabajo de la maestra, en el programa de mañana domingo 12 junio, las presentación dará inicio con Sonata, pieza diseñada para un pequeño conjunto de bailarines sobre la Sonata para piano, opus 11 de Robert Schumann, una alusión dancística sobre el temperamento del compositor de origen alemán que tiene como propósito reflejar el refinamiento y la belleza de la línea melódica que distingue su obra, impregnada de pasión, drama y alegría.

Madero, una noche desolada, es la segunda obra que continúa esta función, una danza con carácter histórico acerca de la relación de amistad que existió entre Francisco I. Madero y el embajador cubano Márquez Sterling (1872-1934).

En ella la maestra Contreras retrata uno de los momentos ocurridos durante la Decena Trágica, específicamente el que transcurre mientras el diplomático isleño advierte al entonces presidente de México acerca del peligro que corre su vida e intenta persuadirlo, sin éxito, de salvarse viajando hacia Cuba. La música corresponde al compositor Ernesto Lecuona.

Enseguida, el TCUNAM presentará la Suite de Lecuona, inspirada en siete pequeños cuadros que evocan la música de este mismo compositor cubano, Ernesto Lecuona, se trata de solos y duetos ejecutados por un sexteto de bailarines, tres mujeres y tres hombres, quienes transitarán por temas como: A la antigua, La comparsa, Minstrels, ¿Por qué te vas?, Danza Lucumi, Córdoba y Aragón. La suite concluye con una magna danza final en la que participa todo el ensamble.

El pas de deux Adagio K.622, diseñado por Gloria Contreras a partir del segundo movimiento del Concierto para clarinete en la mayor KV.622 de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) es la cuarta danza que presenta el ensamble. En esta representación destacan el carácter cantable y su belleza plástica como recursos principales.

En ella reinan la calma, la nostalgia y la languidez amorosa, los movimientos de la bailarina fluyen convirtiéndose en movimientos y posturas de su compañero, al tiempo que los suaves arabesques ceden lugar a las altas y prolongadas cargadas mientras que el entrelazamiento de los cuerpos se vuelve infinito.

Para finalizar, el Taller Coreográfico de la UNAM lleva a escena la reposición de Ofrenda musical, esta pieza será la que cierra este décimocuarto programa que se presenta en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario.

Se trata de una de las interpretaciones más difíciles de ejecutar debido al gran virtuosismo y perfección técnica que exige este ballet diseñado por Gloria Contreras a la partitura homónima compuesta por Johann Sebastian Bach, quizás la más célebre de sus obras tardías, considerada como el testamento bachiano en lo que respecta a la composición de cánones (composición musical donde un mismo tema sirve a la vez como melodía y como acompañamiento).

La partitura está integrada por una colección de cánones, fugas y una sonata a trío, para flauta, violín y bajo continuo, compuestas a partir de un tema musical original del rey Federico II de Prusia (Federico el Grande) a quien Bach dedicó la obra. Para su ejecución, el compositor omitió los detalles sobre la instrumentación e introdujo una serie de acertijos o problemas musicales. Por ello al referirse a esta producción, se habla de rigor matemático y de abstracción metafísica.

Las danzas inventadas por Gloria Contreras siguen la estructura de la fuga usando el contrapunto visual de diversas formas, la coreógrafa transcribió cada detalle de la partitura en movimientos corporales para conseguir una definida visualización de la música, logrando un ballet totalmente expresivo e intelectualmente exigente.