Por: Enrique R. Mirabal — 27 de noviembre, 2017
Si la cultura china se dio a conocer en Europa con cierta aproximación a algunos de sus aspectos más llamativos, el primer crédito habrÃa que dárselo a Marco Polo que no sólo llevó a fines de la Edad Media la pasta que tanto presumen los italianos como suya sino también la tinta para la escritura y una lista interminable de goodies para los más golosos.
Con los siglos y los sucesivos movimientos en el arte y las letras, las llamadas “chinoiseries” fueron imprescindibles en los salones aristocráticos y las mansiones de los más ricos pero también lo chino penetró en el espÃritu y el gusto por lo exótico de los románticos y los modernistas con nuestros poetas DarÃo, Nervo, Martà y el resto de los escritores de fines del siglo XIX y principios del XX en Latinoamérica.
Con cada descubrimiento arqueológico y los frecuentes viajes a la China milenaria (la Nao de China arribando a las costas del PacÃfico mexicano), las salas, comedores y alcobas de este lado del mundo se fueron llenando de muebles, figurillas, sombrillas y abanicos que pasaron a ser sinónimo de bienestar económico y una “elegancia†que ha llegado a nuestros dÃas para ayudar a definir lo que puede ser kitsch.
Las primeras visitas de la Ópera de China al mundo occidental desvelaron un universo escénico que no se parecÃa a casi nada de lo que en Occidente consideramos como fenómeno teatral aunque en realidad es similar a los inicios de nuestro teatro en la Grecia clásica y a los misterios y autos sacramentales del medioevo. Eso sÃ, la ópera china no es análoga de la que se popularizó a partir del Renacimiento en Italia y hasta el dÃa de hoy.
El espectáculo Zhaojun, la princesa llega al Auditorio Nacional para acercarnos a la cultura china como gran cierre de los festejos del Año Cultural de la República Popular China en México. Lo curioso y paradójico es que el espectáculo escogido y que tanto se promociona por el mundo realza lo que fue la gran tradición de su cultura, hoy dÃa la cultura oficial de la República Popular China, heredera del pensamiento de Mao Zedtung, el Gran Timonel que echó por tierra estas tradiciones y estuvo a punto de borrarlas de la faz de La Tierra con su Revolución Cultural de la década de 1960, perÃodo en el que se destruyeron templos y budas milenarios.
También la Ópera de PekÃn estuvo a punto de desaparecer y cientos de miles de artistas fueron enviados a campo de trabajo forzado para purificarse de todo rezago del pasado y asà dar lugar al Hombre Nuevo a imagen y semejanza de Mao (revÃsese el parecido con el look del dictador actual de NorCorea). Cosas veredes Mio Cid y cosas veredes en Zhaojun, que promete ser una deslumbrante producción, en la que no faltará ningún elemento con brillo para relatar una conmovedora historia representada por más de 62 artistas en el escenario.
La puesta en escena cuenta la historia de Zhaojun, considerada una de las legendarias cuatro heroÃnas de la antigua China. Cuando los Hunos se dividieron en cinco grupos que combatÃan entre sÃ, el encabezado por Yuan Di vence al rival de Kukenyié, lÃder del pueblo nómada de los Xiongnu, convirtiéndose en emperador.
Aprovechando el nuevo nombramiento de Yuan Di (DinastÃa Han, 75-33 a. C.), para afianzar su poder mediante una alianza, Kukenyié le pide la mano de una de sus hijas y él acepta el matrimonio, pero con una de sus damas de honor, la hermosa Zhaojun que se sacrifica por los intereses del estado.
El gran corazón, coraje y buena voluntad de esta joven la llevaron a superar obstáculos, enfermedades, idioma y cultura, para enfrentar su misión polÃtica y evitar la guerra. Esto demostró el gran sentimiento de amor y patriotismo de la Princesa Zhaojun hacia China, convirtiéndola en un sÃmbolo de solidaridad y buena voluntad.
Tras la muerte de Kukenyié, la tradición huna obliga a Zhaojun a casarse con uno de sus hijastros, algo detestable para la moral china, pero ella lo hace para mantener la estabilidad y la paz entre los reinos, que se extiende por cien años. Con este segundo sacrificio, la princesa se ganó el respeto de sus compatriotas no sólo durante su vida, sino por generaciones. SÃmbolo de belleza fÃsica, su nombre también representa el espÃritu de unidad entre culturas.
El Teatro Dramático y la Ópera Nacional de China forman parte del Ministerio de Cultura de la República Popular de China; además de ser el teatro estatal más grande, es el de mayor historia en el paÃs y cuenta con una compañÃa de ópera, una de danza, un grupo de música folk, una orquesta sinfónica, un departamento de actuación y otro de diseño de escenografÃa. El antecedente de este teatro es el Colegio Xan de Yan’an Lu.
Zhaojun La Princesa, se presenta mañana martes 28 de noviembre en el Auditorio Nacional, un espectáculo de gran formato que en su concepto encierra la belleza de la danza, el dramatismo de la ópera y el arte teatral a partir de sonoridades sinfónicas y música tradicional de este paÃs milenario.
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