Danza

El abrazo, del arrabal a la gravedad cero

Por: Oswaldo Valdovinos — 1 de agosto, 2008

Alberto de León presenta El abrazo en la Planta de Luz Las intervenciones a hechos consumados suelen despertar puntos de vista encontrados. Unos, los más tradicionalistas, en pro de mantener inalterados los cánones y las estructuras; otros, los más abiertos, en función de las nuevas lecturas e interpretaciones que puedan surgir a partir de reinterpretar y darles significados distintos a esos preceptos. Ambos con fundamentos estructurados y definidos en función de lo que quieren hacer y decir.

Por eso resulta un poco extraño, pero a la vez gratificante, que ambas visiones se conjuguen en una misma propuesta escénica que plantea a un mismo tiempo lo tradicional en convivencia con lo contemporáneo.

Tal es el caso de El abrazo… de la milonga al cabaret, espectáculo en un acto único de Alberto León, con la compañía Fuera de Centro, entrelazado por medio de cuadros coreográficos que parten del empleo del tango clásico, la danza contemporánea, el teatro físico y el cabaret, de tal suerte que la propuesta final es un diálogo cruzado entre dos visiones dancísticas en apariencia en cierta oposición.

Con unos cuadros iniciales apegados al contexto del tango clásico, el espectador espera un montaje así, clásico, de taberna y arrabal, de mujeres fatales y “chulos” enfundados en sus trajes y sus sombreros de ala caída, con todo y los viejos tangos de Gardel.

Alberto de León presenta El abrazo en la Planta de Luz Pero la sorpresa viene cuando, sin anuncio previo, irrumpen los acordes de música evidentemente de danza contemporánea. Entonces parece que algo no anda bien: qué tiene que ver eso con lo anterior si el planteamiento parece bastante evidente, se trata de una puesta más (tan de moda de unos cuantos años a la fecha) de tango. Pero no, esa irrupción inicial es la tónica que seguirá el resto de la propuesta escénica donde, precisamente, esa reinterpretación tiene un sentido interno que se sostiene por sí mismo.

De ahí que lo más natural, a partir de esa irrupción, sea encontrarse con otras tantas entremezcladas con cuadros clásicos en la música pero no en la forma ni en los contenidos, pues los trajes y los vestidos entallados dan paso a un vestuario más “contemporáneo” (falda-pantalón en ellas, por ejemplo), a un contexto que deja de ser el arrabal y se traslada a la gravedad cero de la luna donde perfectamente se puede bailar tango sin mayor problema.

Despúes de una exitosa temporada en el Teatro de la Danza, El abrazo… de la milonga al cabaret, se presentará en La Planta de Luz, los días 6 y 20 de agosto; y ya que no encontró eco para presentarse en la Aldea Global del Sida en México, en el inter, el domingo 10, Alberto de León llevará la pasión de su tango al Festival de Danza de Tabasco.

El resultado, pues, de El abrazo… de la milonga al cabaret es una mirada lúdica que se permite no ser tan serio con lo que se supone lo es, a la vez de permitirse “faltarle” al respeto a la tradición.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.