
Por: Arturo Carrasco — 11 de septiembre, 2014
Cuando llegué pensé que me habÃa equivocado, pero al revisar el papel donde habÃa anotado la dirección del lugar me di cuenta que no. La cita no era en un teatro, sino en las afueras de un museo, el Museo de la Ciudad de México. Esa primera sorpresa no fue la única de la noche…
Una vez adentro del Museo en lugar de un escenario convencional lo que encontramos fue un espacio con muchas telas, luces e imágenes que servian para jugar con los lÃmites y entrecruzamientos del teatro, ejercicios visuales y un tipo de performance, todo con el fin de generar un trabajo escénico que le permite al público crear diferentes planos y circunstancias en torno a la propuesta que XXX No historia expone.
XXX No historia es una puesta no convencional que juega con las posibilidades de la imaginación. Para ello nos da a conocer a Hanna, una adolescente que ha desaparecido y ante la imposibilidad de encontrarla, unos investigadores empiezan a indagar e imaginar sobre lo que pudiera haber sido su existencia y las posibles causas de su desaparición.
Por lo que lleva a los actores a recrear su huella y sus vestigios, e invita a indagar e imaginar sobre lo que pudo haber sido su existencia. Cuatro mujeres que, como en una revelación, invitan al público a recorrer con ellas fragmentos de la vida de Hanna que se repiten en la voz de un padre, una madre, una hermana y en el eco de una mujer desaparecida.
Un juego imaginativo que permite abordar temáticas relacionadas con el cuerpo, la sexualidad, los abusos y el poder sobre el cuerpo y el deseo, asà como plantear el papel que todo ésto juega para descubrir en las personas simples objetos sin valor o sentido. Una historia que tiene como base el texto de Una golondrina no hace verano de Tristana Landeros y a partir del mismo se construye un montaje que se caracteriza por la discontinuidad, la elaboración de imágenes y conceptos, asà como de una exploración por diversas formas de expresión que incluso llegan hasta borrar los lÃmites entre las mismas, como puede ser el teatro y el performance, es asà que se logra una experimentación que pone énfasis en la presentación y lo representacional.
Sobre este punto bien vale mencionar que XXX No historia no es una puesta en escena moralina o con un mensaje que se divide entre buenos y malos, pero tampoco puede entenderse como una historia que va al extremo de la crudeza.
A mi parecer, debe observarse como una trama inteligente que busca despertar en el espectador su propia reflexión a partir de una serie de personajes que no son santos o demonios, más bien son seres ambiguos que viven su propia realidad y complejidad.
Este proyecto, dirigido por Claudia Cabrera, nos presenta, como ella dice, “situaciones que lamentablemente siguen presentes hoy dÃa: mujeres que buscan huir de su vida y que en su escape terminan por dirigirse a lugares no muy convenientes para ellas y de los cuales, lamentablemente, no podrán salir tan fácilmenteâ€.
Y como ya se dijo antes, para su representación, Cabrera no recurre a un escenario convencional, sino a una instalación que asemeja un laberinto, cuatro caminos que nos van descubriendo la trama, logrando un efecto que logra que el mensaje no se presente de una manera tan explÃcita.
Los encargados de dar vida a la historia son los performeros Alejandra Huerta, Marina Vera, Gibrán Valencia y Juan Carlos Beyer, todos integrantes de Cromos de la Niebla, un grupo que vuelve a dar vida a este proyecto –presentado desde 2012– para dar cuenta nuevamente de su gran capacidad y trabajo actoral.
XXX No historia que se presenta –de viernes a domingo, hasta 28 de septiembre– en el Museo de la Ciudad de México nos lleva por un juego, de cinco cuadros escénicos, que apoyado en la multimedia lleva a los espectadores a descubrir una propuesta para espacios no convencionales donde se rompe la cuarta pared y se borra la lÃnea divisoria entre el lugar que debe ocupar el actor y el público, una obra concebida como otra forma de conectar con el teatro y sus historias. Fotos: Daniel Barrera.
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