
Por: MarÃa Teresa Adalid — 1 de febrero, 2006
Época clásica en la tradición teatral corresponde al periodo griego, donde la gente se deleitaba con las obras cumbres. AntÃgona, esta sublime creación de Sófocles, despertó vastos sentimientos entre su población, al grado de que se rumora que la sensibilidad extrema del pueblo griego repercutÃa en desmayos al presenciar tan sanguinarias, caóticas y atormentadas situaciones en el proscenio y en las calles, que principalmente trataban temas de valores morales, leyes a manos de los Dioses, destinos inciertos y toda la amalgama de emociones que el entorno humano brinda.
Según datan algunas fechas, AntÃgona, nombre de la heroÃna, se representaba en los años 442 A.C. A pesar de tanto tiempo transcurrido, la tragedia, donde la hija de Edipo y Yocasta regresa a la ciudad tras la muerte de su padre, es un sÃmil a muchos de los eternos conflictos mundiales siempre asociados a guerras, rebeliones y divisiones entre los seres humanos, y la presente puesta en escena no es la excepción al abordar la globalización, donde la identidad cada dÃa se percibe más diluida.
En el Teatro Juan Ruiz de Alarcón se presenta la puesta en escena AntÃgona, en una versión libre y contemporánea a manos de José Watanabe y dirigida por Miguel Ãngel Rivera, quien expone su concepción de la obra tomando siempre como base sus raÃces peruanas. El director sostiene que su inspiración está basada en la trágica experiencia de la violencia en el Perú durante los años 80 y 90 del siglo XX.
La escenografÃa minimalista a manos de Xóchitl González recurre a materiales nobles como telas, plásticos y papel para aterrizar en cuadros abstractos y simbólicos; como recurso principal está la utilización de una plataforma metálica, angulada irregularmente.
El tradicional coro de nobles ancianos de Tebas se ha suprimido dejando paso a la capacidad vocal y gutural de 4 personajes que retratan unos sobrevivientes de alguna hecatombe nuclear y biológica, seres en apariencia miserables que cantan, danzan, hacen teatro y poesÃa vestidos en ropas desgarradas y contemporáneos, lo que facilita su asociación a conflictos bélicos.
El conflicto entre AntÃgona y Creonte es la representación del dilema entre la obligación de la sangre, opuesta a la ley del estado: AntÃgona es piedad, y Creonte, quien sucumbe al poder, es el monarca, el deber, la ley. Cabe mencionar que se puede hacer lectura de todo un fascinante mundo de valores, hasta la diferencia de los mundos masculino y femenino.
El texto de Sófocles ha dado pie a infinidad de lecturas e interpretaciones dramáticas a manos también de grandes pensadores, pero básicamente todo se basa en la sensibilidad del lector. En la obra vista por José Watanabe el conflicto se sitúa en un nivel humano; se debate sobre la ley divina, sobre el deber fraterno, y el de la conciencia frente al orden y la ley de estado; esa misma ley que los ha puesto en el punto de destrucción en el que los personajes se encuentran combatiendo unos con otros.
AntÃgona, en una versión contemporánea de José Watanabe y cuenta con las actuaciones de Gerardo Trejoluna, Clarisa Malheiros, Guillermina Campuzano y Gabino RodrÃguez. Se presenta de viernes a domingos, en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario.
“Al hombre perverso se le conoce en un sólo dÃa; para conocer al hombre justo hace falta más tiempo†Sófocles. Fotos de Andrea López
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