Por: Oswaldo Valdovinos — 11 de enero, 2008
La fascinación por lo increÃble es un fenómeno cada vez más extraño, sobre todo porque pocas cosas lo siguen siendo, y quizás lo más lógico serÃa hablar más bien de hechos sorprendentes fuera de lo común que rayan en lo fantástico, pero siempre dentro de lo posible, que de prodigios o sucesos fantásticos.
¿Pero qué hacer cuando, visto desde cualquier perspectiva, un suceso parece tener todos los tintes, no se diga ya de algo espectacular, sino de un auténtico milagro? Una cuestión un tanto engorrosa si se ve desde una óptica imparcial y objetiva, sobre todo si se toma en cuenta que los milagros casi siempre están asociados con cuestiones religiosas o sobrenaturales, pero muy verosÃmil y hasta lógica si se observa desde el punto de vista religioso.
Tal es la trama de Sursum Corda, la más reciente obra de Héctor Mendoza que bajo su dirección cuenta la historia de Mariana, joven estudiante de actuación (y por supuesto desempleada), quien al enterarse de la muerte de su padre regresa a su ciudad natal después de diez años de estancia en Europa.
Pese a que en un principio se ve obligada a pernoctar en las calles y vivir de declamar la poesÃa de Santa Teresa de Jesús a causa de no tener a dónde llegar –su hermana está decidida a no recibirla en la casa paterna por cuestión de principios y una vieja historia de celos-, para su enorme sorpresa, sin darse cuenta y después de tener un encuentro con Teófano Neri (su guardaespaldas, según el propio personaje, al que nadie más que ella ve ni oye y que puede o no ser su ángel de la guarda), Mariana comienza a hacer milagros –un eclipse fuera de las leyes astronómicas y la curación de un paralÃtico– que, dicho sea de paso, en realidad son realizados por su guardaespaldas, situación que le parece una gran aberración, puesto que ni siquiera cree en los milagros.
Sin embargo, para el colectivo popular, representado por Hilda, una mujer creyente rayana en el fanatismo, las acciones de Mariana no tienen otra explicación que, o un origen divino o una manifestación demoniaca (según el humor de Hilda). De ahà que en lo sucesivo los hilos de la trama se crucen hasta formar una verdadera urdimbre de una comicidad muy bien lograda y llevada, hasta llegar al punto de que Mariana entiende cómo acabar con tal facultad pues su fama de milagrera le acarrea un sin fin de calamidades, sobre todo por tratarse de una época en que comienza el levantamiento cristero en México.
Con las actuaciones de Georgina Rábago, Laura Padilla, Roberto Soto, Dora Cordero, Fernando Escalona y Francisco Cardoso. El vestuario de Tolita y MarÃa Figueroa, y la música original de Rodrigo Mendoza, Sursum Corda reinicia temporada a partir del 19 de enero, de jueves a domingo, en el Teatro El Granero, del Centro Cultural del Bosque.
Héctor Mendoza no cuenta historias. Como él mismo lo ha afirmado, su teatro es un teatro de ideas, por lo que la anécdota de Sursum Corda es el pretexto para volver a hablar, como lo ha hecho en La caÃda de un alfiler o Amacalone, de esos fenómenos inexplicables como la aparición de fantasmas o las realidades alternas, y con Sursum de los santos y sus milagros.
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