Teatro

Simón Bruma nos quita la máscara para que veamos a la bestia en que nos hemos convertido

Por: Roberto Sosa — 16 de mayo, 2013

Teatro de Quimeras presenta Simón Bruma, autoría y dirección de Martín López Brie. Teatro El Milagro, mayo 2013 En un período cerca de lo apocalíptico, en un mundo que cada día parece se nos cae a pedazos, hay lugar para la fantasía, un mundo paralelo donde no hay utopías. Es el universo teatral de Simón Bruma, autoría y dirección de Martín López Brie.

Una producción de Teatro de Quimeras cuya búsqueda artística está enfocada a lograr un teatro íntimo y sintético, en contacto cercano con el público y cuya principal apuesta está en la imaginación del espectador fecundada por el fenómeno escénico. Un teatro de palabras y actores. Sencillo y directo. Simón Bruma se presenta de lunes a miércoles en el Teatro El Milagro.

Una obra cuya temática son las herencias familiares y las disfunciones emocionales del ser humano. Monstruos disecados, mapas de tierras imposibles, realidades paralelas, romance y misterio son elementos que se entrelazan en esta propuesta en escena donde los personajes se descubren a través de la actuación de Antón Araiza, Eduardo Castañeda, Raymundo Elizondo, Sofía Beatriz López y Georgina Ságar.

Teatro de Quimeras presenta Simón Bruma, autoría y dirección de Martín López Brie. Teatro El Milagro, mayo 2013 Es un escenario minimalista donde se crean dos realidades; es un sótano donde están los “animales”, donde convergen dos mundos paralelos, dos realidades para contar una historia donde conviven el humor, el misterio y los mundos paralelos… un silo donde aparece otra Angélica Bruma y otro Oscar Afrodakis –un investigador que se hace pasar por un ecologista que pretende comprar las bestias-, el padre de los hermanos Bruma quien murió en circunstancias misteriosas.

Simón y Angélica heredan de su padre, Cornelio Bruma –además de deudas- once bestias disecadas, construidas con segmentos y miembros de animales y personas. A cada una le dio un nombre y un registro que guardó en once cuadernos; pero en su legado habla de doce engendros, falta uno. Simón Bruma es taxidermista como su padre y ahora él debe crear a la doceava bestia.

Teatro de Quimeras presenta Simón Bruma, autoría y dirección de Martín López Brie. Teatro El Milagro, mayo 2013 Simón Bruma no baja al sótano, le da terror trabajar ahí; arriba, en el taller elabora mapas y cartografías a partir del estudio de los cuadernos de su padre, un mundo imposible, diferente; tierras y valles, el hogar de los monstruos. “Un mapa para esconderme… estoy condenado a las tierras inexistentes”. Se fuga a ésta tierra de fantasía, pero su hermana lo vuelve a la realidad: hay que pagar las deudas, la hipoteca, se ven obligados a vender a las criaturas y Oscar Afrodakis, el de “arriba” está dispuesto a pagar por ellas.

Una parábola de un mundo fragmentado; bestias mitad animal, mitad hombre. Una realidad que se duplica, un punto de fuga que busca otra perspectiva, otra versión de la vida. Simón Bruma es un texto realizado con mucha imaginación, bien pensado y bien plasmado sobre el escenario. Martín López Brie le agrega un personaje interesante: Bolsa, un amigo de Simón, un hombre que viste con un traje hecho de bolsas de plástico desechable, vulgar y ramplón, que caracteriza a todos los actores, todos son Bolsa, excepto a Simón Bruma.

La obra es una metáfora del mundo de hoy, un tejido social que une trozos de humanos y animales; una sociedad decadente habitada por monstruos, y una realidad paralela que busca una salida. Simón Bruma nos quita la máscara para que veamos a la bestia en que nos hemos convertido. Sólo falta saber que parte es la que prevalece, la mitad bestia o la mitad humana… en muchos casos, es obvio.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.