
Por: Arturo Carrasco — 4 de septiembre, 2009
“Nada es más divertido que la infelicidad, te lo aseguro. SÃ, sÃ, es la cosa más cómica del mundoâ€, Samuel Beckett.
Si algo parece absurdo, por más que le busquemos, no hay más: es absurdo, y es absurdo porque asà es la existencia. En esta frase parece resumirse Riñón de cerdo para el desconsuelo, proyecto que se estrenó el pasado 23 de agosto y se presentará hasta el 6 de diciembre en el Teatro la Capilla.
Escrita por Alejandro Ricaño –Premio Nacional de Dramaturgia Emilio Carballido, por Más pequeño que el Guggenheim–, la obra nos invita a reflexionar sobre lo absurdo y vacÃa que puede llegar a ser la vida a partir de seguir la compleja y siempre tortuosa relación de Gustav –Omar Medina– y Marie –Pilar Cerecedo–, quienes fastidiados por una existencia que no los conduce a nada, siendo él un escritor fracasado con una obra inconclusa y ella algo menos que una musa, buscan superar esa monotonÃa de vida como buenamente pueden.
Y es en esta búsqueda que terminan por toparse con un trágico destino que muestra todo lo absurdo que puede llegar a ser el hombre en su necesidad de ser: la aparición de un irlandés, a quien se le ofrendará un odio-amor-obsesión que conducirá a los protagonistas a fines insospechados.
Ambientada en los años cuarenta, la propuesta de Alejandro Ricaño nos habla de unos aspectos de la vida de Samuel Beckett y de cómo sufrió Europa al momento de escribir Esperando a Godot.
Esto desde la mirada vigilante de Gustav y Marie que bien pudieran tener una linda historia de amor que no se concreta nunca por la fuerza que tiene en sus vidas el conflicto y el dolor, lo cual no sólo resalta lo paradójico que la existencia puede llegar a ser –insúltame para al menos sentir algo, dice Marie en algún momento–, sino también sus niveles de degradación.
Esta humillación es harta vivida por el espectador gracias al buen papel que tienen los actores quienes son capaces de hacer sentir las riñas, peleas, afectos y ternuras de forma tan personal que por un momento uno se olvida de lo patético de las imágenes proyectadas para centrase en su “sublime deber†y por supuesto en la relación que viven los personajes.
Todo esto es logrado por el trabajo actoral en un espacio más bien pequeño, donde sólo un par de maletas y un biombo dejan entrever una mirada inquietante que en todo momento los acompaña, resultado del ingenio de la escenografÃa de Melisa Varish, GEA ESCAT y Jorge Orozco, suficiente para representar esta propuesta que bien podrÃa prescindir de la misma y apoyarse únicamente en la fuerza de los protagonistas.
Es de mencionarse que todo esto no se hubiera logrado sin la acertada dirección de Angélica Rogel –Becaria FONCA Jóvenes Creadores– quien consigue empujar a los protagonistas a ir más allá, logrando que el espectador se sienta parte del dolor que viven los personajes por una obsesión que los lleva a sacrificar su existencia en aras de un sueño del que nadie sabrá nada…
Riñón de cerdo para el desconsuelo se presenta los domingos en el Teatro la Capilla –ubicado en Madrid 13, Coyoacán– a precios muy accesibles lo cual es también un incentivo más, por si se necesita, para ir a verla.
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La obra es muy buena. aunque esta ubicada en los años cuarenta, la problematica de la pareja sigue siendo vigente. yo tengo muchos amigos que se encuentran en la situación de nuestros protagonistas. uno desubicado y el otro peor
esto es muy util pero deben de poner una imagen de riñon de cerdo o y soy un doctor y el riñon de cerdo no se come es solamente el de res
muchas gracias
carta: Camilo de la Marena 🙂
es una gran obra, es una lastima que solo haya tres comentarios incluyendo el mio siendo que es una gran obra