
Por: Susana Fernández — 1 de enero, 2006
Anunciada como parte del Homenaje Nacional a Rodolfo Usigli, el pasado mes de noviembre se estrenó La mujer no hace milagros, “una crÃtica†a la clase media mexicana de los años 30, que pese al compromiso moral no cumplió con su cometido.
Reconocido como padre del teatro moderno latinoamericano, junto con el cubano Virgilio Piñera de quien también se montó recientemente El Son de Electra, Usigli no recibe en este trabajo una muestra del sentido lacerante que caracterizó a su obra y en ese escudriñar y evidenciar los complejos y máscaras de una incipiente clase media, este último trabajo se queda corto.
Coproducida por el INBA y la Universidad de Guadalajara, La mujer no hace… busca una reivindicación feminista que sin embargo queda floja, ya que Herminia Rosas, personaje que representa a la mujer que rompe paradigmas en el México post revolucionario, no logra ser el modelo irreverente y real de cambio que se anuncia al principio de la trama.
Dirigida por Fausto RamÃrez, esta puesta divierte y asà lo demuestra un público que rÃe y sigue la historia sin mayores aspavientos, pero si bien es cierto que actualmente el divorcio o la libertad de una mujer para decir o hacer aquello que considere más pertinente ya no causa escándalo, una obra como de la que nos ocupa tuvo otra connotación en el momento de su creación, porque es esa principalmente una de las caracterÃsticas que definÃan a su autor.
Es asà que para ser un montaje que rinde tributo a quien transformó la forma de hacer y mirar el teatro en nuestro paÃs, este ejercicio no transmite ese espÃritu usiglaniano que, según el propio RamÃrez, continúa influenciado a las nuevas generaciones. Y si bien escierto que se trata de su primera comedia y ésta no se suscribe al llamado teatro histórico que caracterizó al autor, lo cierto es que tampoco cuenta con los ingredientes de Usigli en cuanto a la crÃtica social y polÃtica.
En este sentido y debido a este ambiente donde la propia obra queda corta, el elenco no tiene un gran momento y las actuaciones permanecen en un mismo tono dejando pasar momentos claves sin mayores contratiempos, incluso contando con la presencia de una señora de la actuación como Angélina Peláez.
Sin mayores exigencias La mujer no hace milagros, divierte y cumple, pero tratándose de Rodolfo Usigli en un homenaje que debiera redescubrirnos a un autor que dio un virage al teatro en México, las espectativas son más altas más aún cuando la escena contemporánea parece haberlo olvidado.
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