
Por: Josué Romero — 2 de julio, 2009
Entre árboles desolados y ramas secas que denotan el final de toda vida que transcuerre, se presenta Polvo de Hadas, una historia de tristeza, evasión y decisión escrita por Luis Santillán, que pone en discusión el escabroso tema de la muerte asistida.
Con un diseño de iluminación sombrÃo —y a veces hasta tenebroso— Mahalat Sánchez, Georgina Ságar, Mónica Torres y Marcela Ayala, quienes alternan funciones, nos llevan de la desesperación hasta las manÃas y obsesiones, planteando los conflictos existenciales y éticos que sufren tres hermanas ante lo inminente: la muerte de la abuela.
SÃ, de aquella persona que de niños y por las noches les contaba cuentos, como el del pescador que se enamoró o el del elefante que se disfrazó de camello para cruzar el desierto, historias que les permitieron abstraerse de la realidad y los sucesos inminentes de la vida.
“Me duele que le duela. Esa es la realidadâ€. Asà lo dicen las tres hermanas después de dÃas de no dormir, que juegan e inventan juegos en la madrugada para mantenerse despiertas, que acomodan las sillas, se muerden las uñas y se esconden tras los gritos de dolor de aquella persona que, cuando niñas, les leÃa cuentos fantástico y que hoy, en esa noche, sólo tiene dolor. Y la pregunta en el aire ¿Quién lo hará?
Mientras transcurre el tiempo, las fantasÃas son cada vez más perversas y la esperanza se vuelve más ciega. ¿Aún hay esperanza, de qué viva y se haga más larga la agonÃa? ¿De qué muera y termine el sufrimiento de las tres? ¿De terminar con los juegos y las fantasÃas? Al fin y al cabo, al final, ella —la abuela— vendrá y nos echará “el polvo de hadas” para por fin poder descansar. ¿Y sà son ellas las que finalmente echen a la abuela “los polvos” para dormir? De nuevo surgen las preguntas: ¿Por qué hacerlo? ¿Quién lo hará?
Y es que, además, la ventana y el aire fresco no son el mejor remedio para terminar con la sensación de ahogo en una asfixiante atmósfera de encierro donde no se permite un pensamiento libre de la enorme carga moral que pende sobre la sociedad, sobre la decisión de la muerte; tampoco reconocer que no hay esperanza, que no son hadas y que los milagros se “acabaron†y que no hay nada por hacer para salvar a la mujer que siempre las cuido.
La escenografÃa e iluminación de Jorge Kuri Neumann y el vestuario de Lenin Fernando MejÃa RamÃrez cumplen con el cometido de transportarnos a la intimidad de estas tres hermanas, pero también a ese ambiente de desesperanza y desolación, a la tristeza y al momento depresivo que viven estas mujeres ante un inmenso precipicio existencial.
Bajo la dirección de Susana Quintero Nájera, Polvo de Hadas, original de Luis Santillán que es una de las obras finalistas del Premio Nacional de Dramaturgia Joven “Gerardo Mancebo del Castillo” en 2003, se presenta todos los sábados –hasta el 25 de julio– en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico.
Para los creadores de Polvo de Hadas esta obra “da la oportunidad de tomar una postura frente a la situación de vivir con un ser querido que esté a punto de perder y al mismo tiempo ser transportado a un mundo mágico, lleno de ilusiones y nostalgiasâ€.
La interrogante permanece ahÃ, ¿quieres seguir soñando despierto o quieres polvo de hadas para dormir?
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