Teatro

Pluralidad escénica: MNT

Por: Oswaldo Valdovinos — 1 de diciembre, 2005

La pluralidad es la base del conocimiento y la crítica; es a su vez una forma de confrontar diversas visiones del mundo y, sobre todo, una especie de termómetro para medir la “temperatura” de la realidad. Y tal principio es aplicable a casi cualquier ámbito, pero adquiere una mayor relevancia cuando se trata de medir la vida pública de un país, ya sea en la política, la educación o la cultura.

Y es este último rubro en que se inscribe la reciente XXVI Muestra Nacional de Teatro, que se llevó a cabo del 18 al 26 de noviembre en la ciudad de San Luis Potosí, en donde se presentaron las siguientes propuestas escénicas.

En la modalidad de coproducción se presentaron Corona de sombras, de Rodolfo Usigli, bajo la dirección de Mauricio Jiménez (Querétaro) y Cantina la conquista, de Enrique Ballesté, dirigida por Jesús Coronado (SLP); La casa de enfrente, escrita y dirigida por Marco Antonio Petriz (Oaxaca); La señora Macbeth, de Griselda Gambaro, bajo la dirección de Ángel Norzagaray (Baja California); Calor, escrita y dirigida por Raquel Araujo (Yucatán), y El dolor debajo del sombrero, de autoría y dirección de Martín Zapata (Veracruz).

En el rubro de selección por convocatoria, resultado de la revisión realizada por la Dirección Artística en todo el país, fueron seleccionadas: El veneno del teatro, dirigida por Neftalí Coria (Michoacán); Mestiza power, dirigida por Conchi León (Yucatán); Noche árabe, dirigida por Mauricio García Lozano (Distrito Federal); ¡Adiós querido Cuco!, dirigida por Perla Szuchmacher (Distrito Federal); Escrito en el cuerpo de la noche, dirigida por Leticia Lira (Tamaulipas); Las Chicas del 3.5” floppies, dirigida por César Aristóteles (Nuevo León), y La feria, dirigida por Fausto Ramírez (Jalisco). Como representante del estado de San Luis Potosí estuvo la obra Páramos de luz, dirigida por Manuel Arista.

Cabe mencionar que Lascurain o la brevedad del poder, de Flavio González Mello bajo su propia dirección, coproducción del INBA, la UNAM y el Festival de México en el Centro Histórico, fue la obra que inauguró en el Teatro de la Paz esta XXVI Muestra Nacional de Teatro.

Hasta aquí el sumario de obras, el cual responde, según Saúl Juárez, director general del INBA, a “una nueva estructura en organización y contenidos. Este nuevo modelo surgió a partir del diálogo con la comunidad teatral de México y los primeros resultados podrán ser vistos en esta entrega”.

Así pues, bajo esta perspectiva, lo que se esperaba ver en esta muestra era una diversidad de propuestas escénicas que dieran una visión general del quehacer teatral en México. De antemano se sabe que la calidad interpretativa y los recursos escenotécnicos varían en función del apoyo y la difusión de cada entidad, por lo que no es lo mismo comparar una obra en donde el teatro tiene un enorme respaldo logístico y financiero (el caso del DF, o de Querétaro, en específico el montaje Corona de sombras), con otra en la que a duras penas y se tiene acceso a espacios escénicos (el caso de Oaxaca).

Pues bien, parece ser que, paradójicamente, la tendencia fue que las obras con más recursos fueron las menos logradas, tanto en calidad actoral como en propuesta escénica. Por ejemplo, este fue el caso de Corona de sombras, por mencionar uno de los principales montajes que más expectativa causó y que dejó mucho qué desear (incluida la organización interna, la cual tuvo la “brillante” idea de vender boletaje doble) al tener carencias de estructuración de dirección, vestuario y un nivel interpretativo de los más dispar, en tanto que La casa de enfrente supo aprovechar la falta de un escenario formal para adaptarse a un espacio (una casa en el Cerro de San Pedro que fue en gran medida un personaje más) que complementó de manera sobresaliente la puesta en escena.

De manera paralela a la Muestra “oficial” se llevó a cabo la “Muestra Alternativa: teatro de calle”, integrada por teatro de calle, que tuvo como propósito fundamental crear una atmósfera de festival “que contribuya a quitarle a la Muestra un cierto carácter de congreso de teatreros”, dijo Roberto Vázquez. En esta “Muestra Alternativa” participaron 13 grupos que ofrecieron 100 funciones en 18 municipios para propiciar la descentración cultural.

Para resumir: si bien una muestra supone una pluralidad de propuestas escénicas, con calidades y lenguajes teatrales diversos, también debe suponer un mínimo de calidad en general, pues se supone que lo que se ve es lo más representativo de todo el país. Y si en realidad así fue, quizás sea necesario una actitud de autocrítica en la muestra del año entrante.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.