
Por: Josué Romero — 17 de julio, 2012
En alguna ocasión Arthur Miller manifestó que “el teatro es el único arte donde la humanidad se enfrenta a sà mismaâ€, ejemplo de ello es Panorama desde el puente, una puesta en escena donde la traición va de la mano con la tragedia.
Miller escribió esta obra cansado del teatro amable (asà lo escribirÃa en 1960) pues le parecÃa absurdo y vergonzoso captar la atención del público con los ya viejos métodos del suspenso y teatralización de la vida; y se dice que cuando le contaron esta historia no podÃa hacer la versión teatral porque era demasiado compleja. Sin embargo, algo surgió y el ganador del Premio Pulitzer la escribió a manera de experimento. Él querÃa que el público percibiera lo que el sintió cuando la escuchó.
Panorama desde el puente, es un montaje dirigido por el maestro José Solé (Premio Nacional de Ciencias y Artes), basado en este texto del dramaturgo norteamericano que se ubica en los años cincuenta del siglo pasado en los suburbios portuarios de Nueva York, en su trama alude el drama de los inmigrantes ilegales, aquellos que llegaron a Estados Unidos, mostrando por momentos referencias a la situación de nuestros propios compatriotas en diversas latitudes, asà como reflexiones existenciales sobre los sentimientos encontrados que experimenta el hombre en una tierra ajena.
A medida que transcurre la obra, el público comprende el contexto en el vivÃan los migrantes extranjeros en una Norteamérica plagada de convencionalismos, racismos, doble moral y burocracia, en la que los seres más temidos eran los oficiales de inmigración, quienes tenÃan el poder de terminar con los sueños de cualquier recién llegado.
Es asà que debajo del puente —sÃmbolo del sueño americano de aquellos imigraban— se desarrolla esta historia mostrando la ubicación geográfica del barrio al que llegan Rodolfo (Mauricio MartÃnez) y Marco (Fabian Robles), dos hermanos provenientes de Sicilia, Italia, que buscan realizar una nueva vida en la que consideran una tierra plagada de oportunidades.
Ambos se hospedan en la casa de un hombre rudo y tradicional llamado Eddie Carbone (Mauricio Islas), quien conoce la ley no escrita de solidaridad entre inmigrantes y se escandaliza con las historias de aquellos que en algún momento delataron compatriotas ante la oficina de inmigración. Carbone, un cuarentón italoamericano vive con su esposa Beatrice (Lumi Cavazos) y su sobrina Katie (Sara Maldonado) a quien siempre ha sobreprotegido y todo parece indicar que tiene silenciosas pretensiones hacia ella.
Finalmente, el romance surge entre Rodolfo y Katie, el cual desencadena las oscuras pasiones de Eddie, quien lleno de sentimientos complejos, ¿celos?, ¿ira?, ¿odio?, ¿obsesión?, se descubren en una tremenda encrucijada: proteger a los italianos que ha jurado defender del acoso de la migra americana o traicionarlos para mantener a su lado a Katie.
El diseño de la escenografÃa, a cargo de David Antón, ofrece una perfecta atmósfera urbana, a veces cálida, a veces claustrofóbica del Brooklyn de los años cincuenta, todo ello apoyado en la iluminación de Ãngel Ancona y el vestuario de Teresa Alvarado. Un trazo ágil que nos sitúa en un espacio que nos introduce como espÃas a la sala y al comedor del departamento de la familia Carbone desde donde se puede admirar el puente de Brooklyn, sitio emblemático para los emigrados de una Italia de postguerra, empobrecida y carente de oportunidades de trabajo.
Panorama desde el puente se presenta de jueves a domingo en el Teatro Helénico, una propuesta que desentraña la complejidad de las pasiones humanas y expone a los personajes como figuras arquetÃpicas de una tragedia griega, donde las catarsis se tornan fatÃdicas y representativas de la oscuridad de la naturaleza humana.
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