Pandemia Antinavideña, la antítesis de las fiestas decembrinas en La Capilla

Por: Roberto Sosa — 15 de diciembre, 2009

La agrupación teatral Los Endebles cierra el año en su sede –el teatro La Capilla– con sus tradicionales Cuentos antinavideños Cuentos negros de Navidad 2009.

¿Qué representa la Navidad? Para los que vivimos de este lado del mundo, celebramos el nacimiento de Jesús (aunque la fecha exacta no es precisamente el 25 de diciembre).

Es una temporada para dar y recibir (¿?), lo que para mucha gente debe ser motivo de alegría, para otros es todo lo contrario, es una época que lejos de provocarles felicidad, los induce a la tristeza, la depresión y en algunos casos al suicidio.

En diciembre la cartelera teatral se llena de representaciones que van con la temporada, sin embargo existe una opción diferente que ofrece el Teatro La Capilla, desde hace seis años presenta la antítesis de la temporada, esto con el fin de ver en el escenario la otra realidad de esta representativa festividad. Con otra mirada, ¡con humor negro!, a esta le llaman la Pandemia Antinadeña, los cuentos negros de la Navidad.

La Compañía de Teatro Los Endebles, que dirige Boris Schoemann, presenta esta edición 2009 como resultado de una convocatoria que cada año hace entre dramaturgos mexicanos para seleccionar entre 25 trabajos, los mejores de este género.

En esta sexta edición de los cuentos antinavideños, el jurado –integrado por Schoemann, Mahalat Sánchez y Angélica Rogel– eligieron los textos tres cuentos que suben al escenario de La Capilla: El asesinato de los 10 amantes más influyentes y su posterior transformación en monstruos que me permiten responsabilizarlos de todo lo malo que me pasa en la vida (¡púdranse todos!). Escrito por una pinche vieja loca, obra de Hiram Molina, con la dirección de Silvia Ortega y narrada por Guadalupe Damián.

El segundo cuento se titula Mierda, escrita por Mariana Hartasánchez (Premio Nacional Manuel Herrera de Dramaturgia 2009), bajo la dirección de la actriz Pilar Boliver –quien se estrena como directora escénica– y la actuación de Marina Gajá.

La tercera seleccionado fue Soy Ramón de Jorge Suárez, dirigido por Angélica Rogel e interpretado por el actor Mauricio Garmona.

Tres historias contadas desde una óptica que contrasta con la algarabía que en diciembre se siente por toda la ciudad.

En el primero Guadalupe Damián interpreta a una mujer que narra su “primera vez” en una nochebuena, antes de la cena de Navidad, una traumática experiencia que la lleva a odiar al género masculino por el resto de su vida.

Le sigue Mariana Gajá que hace su narración sentada en un W.C. Un relato escatológico que presenta un diminuto cerrojo que permite dar paso a la felicidad, solo falta encontrar la llave correcta que salde las cuentas con el pasado.

El recuerdo de su infancia junto a su hermana y una madre que se encargó de volverles inolvidables todas las Navidades, la imagen materna en una analogía con lo que vierte dentro del excusado.

El personaje principal aunque haya cambiado su situación cultural y económica regresa cada fin de año para cumplir con los retos impuestos por la madre en Nochebuena, pero en el fondo, acepta los las humillaciones y vejaciones con el fin de poder recibir simplemente una caricia y aceptación materna.

Mauricio Garmona cierra este ciclo con un trabajo muy “perruno”. Él es un perro que es regalado en la Navidad a un niño gordo y sin sentimientos que le hace ver su suerte. Una historia llena de albures, donde Ramón cuenta su paso por las coladeras con los chavos de la calle, las peleas clandestinas entre perros, su unión a una banda canina y sus reflexiones sobre la vida y los hombres, que lo llevan a citar a Sigmund Freud.

Cuentos antinavideños de La Capilla son tres textos que reflejan el sentimiento opuesto al festejo de esta temporada, un espectáculo sin muchos recursos escénicos, sólo la imaginación y el trabajo interpretativo; el resultado es la aceptación del público que se ríe de sí mismo, de la paradoja que somos los humanos, en una época en donde no todo es bonito, porque no todo en la vida es… “totalmente Palacio”.