
Por: Arturo Carrasco — 25 de noviembre, 2012
Una novela romántica, pero al mismos tiempo mordaz, basada en un texto del exitoso dramaturgo norteamericano Don Nigro.
Realizada gracias al estÃmulo teatral EFITEATRO edición 2011, el cual permite a las empresas dejar de contribuir al fisco por un monto igual al aportado en una escenificación, la CompañÃa Producciones Escarabajo en conjunto con el Instituto Nacional de Bellas Artes presenta la obra Paisaje marino con tiburones y bailarina, texto del exitoso dramaturgo norteamericano Don Nigro.
Con la actuación y dirección del polifacético Bruno Bichir, quien comparte créditos con la bella actriz mexicana Tato Alexander, quien también realizó –después de un arduo trabajo- la traducción del texto al español, y la colaboración en la producción de Jorge Contreras, Luly Garza y Lorena Abrahamsonh.
En ésta, su segunda oportunidad como director, Bruno Bichir nos presenta en Paisaje marino con tiburones y bailarina la historia de dos jóvenes llamados Ben y Stacy. Él es un bibliotecario de medio tiempo y aspirante a escritor que tiene problemas para terminar su primera novela y por lo tanto la mantiene congelada (literalmente pues la guarda en el congelador), un hombre que presenta algunas dificultades para mostrar sus emociones y afectos y, sobre todo, como en algún momento se lo recrimina Tracy, para relajarse un poco y mostrarse menos rÃgido.
En Tracy vemos a una mujer contradictoria, la cual transita en un sentido opuesto a Ben quien va creciendo en carácter conforme avanza la historia, que deja atrás ese mundo salvaje con que se presenta para mostrarse tal como es en su mundo profundo: una chica confundida, que no quiere vivir una vida aburrida pero que al final es lo que busca mientras es acosada por los celos del marido.
Esta combinación de opuestos –que en algunos momentos cae en los lugares comunes de cualquier historia de amor y odio– conforme avanza la obra va generando una relación cada vez más compleja y sufrida, esto sin perder el ácido sentido del humor, resultado del miedo y coraje que envuelve a ambos.
Paisaje marino con tiburones y bailarina es una puesta en escena que esconde detrás de ese enigmático titulo, quizás hasta extraño o ridÃculo, una texto que pareciera presentarnos un tÃpico relato de amor y dolor entre un hombre y una mujer pero en realidad, como el mismo tÃtulo, va más allá de lo que este primer momento podrÃa decirnos para adentrarse en un espacio lleno de elementos contradictorios que se esconden en el relato amoroso y, que pareciera ser en verdad lo que se intenta explorar: la condición amorosa del hombre y la mujer y la imposibilidad del amor; la capacidad de crecer ante la adversidad y al mismo tiempo la vulnerabilidad del ser, por más mascaras que use, ante la perdida.
En resumidas cuentas, si fuera posible descifrar totalmente Paisaje marino con tiburones y bailarina, podemos decir que lo que el espectador va apreciar es un vistazo a lo absurdo que las relaciones amorosas se pueden tornar cuando se vuelve cotidiano y se harta de la vida de las personas, junto a todo lo que ellas llevan, y como esto puede aprenderlos y desaprenderlos.
El concepto escénico que acompaña a este proyecto es creación del escenógrafo Gabriel Pascal y otra vez al igual que el titulo mismo, visualmente se trata de un trabajo por demás atÃpico aunque cumple cabalmente con lo simbólico que representa el absurdo de las relaciones amorosas: libros, que por más que intentan acomodarse son un caos que llenan el espacio que representa el departamento de Ben, libros que conviven con un viejo refrigerador, la otra única muestra de vida, unas lámparas y un piso de arena que nos remontan junto al sonido del mar al lugar en el que ambos personajes se encontraron por primera vez.
Paisaje marino con tiburones y bailarina se presenta en corta temporada –de jueves a domingo– hasta el 16 de diciembre, en el Teatro El Granero Xavier Rojas del Centro Cultural del Bosque.
Después del éxito del Nadando con tiburones, estrenada en enero de este año y que significó su debut como director teatral, el autollamado “remedo de director†declaró: “El teatro por definición es un experimento, en éste no hay divisiones entre lo comercial y no comercial, hay teatro y más nos vale hacerlo lo mejor posible para crear un lazo con el espectador. Hacerlo con pasión despojado de mamonerÃa y soberbiaâ€, Bruno Bichir.
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