
Por: Josué Romero — 30 de septiembre, 2009
“Fueron los celos…” asà hemos resumido durante años y generaciones el Otelo de William Shakespeare (1564-1616); sin embargo, la más reciente puesta en escena bajo la dirección de Claudia RÃos, nos plantea la reflexión y filosofÃa de cómo nos enfrentamos a la vida, es decir, retrata universo del ser humano, sus defectos y virtudes.
La manera como se relaciona el hombre con su sociedad y la forma como se ejerce la polÃtica. “Es una obra de un autor (Shakespeare) sobre un hombre (Otelo), dirigida por una mujer”, asà lo afirma Claudia RÃos, quien al frente de este proyecto, puede resumir su participación dentro del quehacer escénico como actriz, docente y directora.
En este Otelo, que llegó a su fin el pasado domingo 27 de septiembre en el Teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque, sobresalen dos cosas. La primera, la traducción y adaptación a cargo de Alfredo Michel —especialista en Shakespeare— quien conservó no sólo el sentido poético sino que, también, dimensionó la poesÃa en relación con la fuerza escénica de los personajes; es decir, retomó lo clásico llevándolo a un diálogo contemporáneo.
Y, en segundo lugar, el diseño escenográfico, un espacio casi vacÃo que se creó a partir de distintas puertas, por lo que, como señala la directora: “el espectador se convierte desde su butaca en un ente activo y creador de Otelo mismo. Nosotros sugerimos un mundo, a partir de la música, de la iluminación y de la escenografÃa, ellos tendrán que llenar los espacios vacÃos”.
El elenco artÃstico lo conformaron dieciocho actores en escena: Hernán Mendoza, quien dio vida a Otelo; Ana de la Reguera y Aurora de la Lama, quienes alternaron el papel de Desdémona; Erika RamÃrez, Osvaldo de León, Luis Maggi, Jaqueline Solórzano, además de Carlos Corona con un Yago que se quedará un buen rato en la memoria colectiva.
Con este grupo, la historia de Otelo exploró los sentimientos con los cuales vivimos a diario; pero sobre todo desentrañó el poder sobre los rumores que desencadena el mezquino e hipócrita Yago, quien hasta cierto punto, es el responsable del asesinato de Desdémona a manos de su amado.
La obra cautivó al espectador desde el primer momento, y es que, en el fondo, todos llevamos dentro un personaje de Otelo, pues mentirÃa quien no haya intrigado, al menos alguna vez, en contra de alguien, experimentado los celos, o se haya desvanecido como heroÃna shakespereana.
La unión de esfuerzos entre la Dirección de Teatro UNAM y la Coordinación Nacional de Teatro del INBA, coproductores de este proyecto, resultó un Otelo para disfrutarse, para tener un encuentro agradable con Shakespeare, porque finalmente si de algo fue culpable Otelo, fue de amar.
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