Teatro

Noreste: tres visiones sobre el terrorismo

Por: Colaborador Invitado — 1 de septiembre, 2013

Bajo la dirección de Ignacio Flores de la Lama, Noreste se presenta en el Teatro El Granero Xavier Rojas, de jueves a domingo –hasta el 29 de septiembre–, del Centro Cultural del Bosque.

Ignacio Flores de la Lama lleva a escena Noreste. Teatro El Granero Xavier Rojas, septiembre 2013 “El miércoles 23 de octubre de 2002, 42 chechenos toman por asalto el Teatro de Dubrovka en Moscú. Interrumpen la función de la comedia Noreste y toman 850 rehenes. Su demanda: la inmediata retirada de todas las tropas rusas de Chechenia. La toma de rehenes duró 57 horas y cobró la vida de 170 personas”.

Así comienza Noreste, obra del escritor alemán Torsten Buchsteiner dirigida por Ignacio Flores de la Lama que recrea la experiencia de tres mujeres llevadas al límite, en uno de los acontecimientos más terribles que un ser humano puede experimentar: la violencia del terrorismo.

Este aterrador incidente dio pie a una puesta en escena en la que resulta difícil discernir cuáles son las licencias dramáticas que se toman a partir del suceso, donde inicia la ficción y donde el relato documental. Más allá de la anécdota, Buchsteiner se adentra en las profundidades de la condición humana a través de una visión plural y testimonial donde las protagonistas exponen al público los efectos que tuvo la tragedia en sus vidas, las razones de su dolor (ya sea por la pérdida de sus seres queridos o por verse traicionada en sus creencias e ideales) y su lucha por encontrar significado a su supervivencia.

Ignacio Flores de la Lama lleva a escena Noreste. Teatro El Granero Xavier Rojas, septiembre 2013 La obra nos muestra las reacciones de tres mujeres de distintos orígenes frente al mismo acontecimiento: la de Zura (interpretada por Paula Watson), una “viuda negra” –que es como se les llama a las terroristas chechenas cuyos maridos han sido asesinados por tropas rusas– para quien la toma de rehenes en el teatro será una experiencia que pondrá en entredicho su religión, sus ideales políticos y el propio sentido de su vida.

El segundo personaje es Tamara (Aurora Gil), una joven médico originaria de Riga, también viuda, que en una noche de guardia descubre a su madre y a su hija en el teatro tomado por los independentistas chechenos. Por último, una sencilla contadora de mediana edad (interpretada por Claudia Ríos) que, ilusionada y con la esperanza de disfrutar un espectáculo que considera un lujo junto a su familia, asiste al teatro con su esposo y su pequeña hija, sin saber lo que les depara el futuro.

Ignacio Flores de la Lama lleva a escena Noreste. Teatro El Granero Xavier Rojas, septiembre 2013 Las tres actrices realizan una interpretación memorable, desesperadamente triste. Casi sin interactuar entre sí, hablan directamente a la audiencia, y en los poco más de 100 minutos que las escuchamos, nos conmovemos con ellas y llegamos a conocerlas.

La ambientación juega un papel fundamental en Noreste, tanto el escenario, un lugar indeterminado y neutro en el que dialogan tres seres profundamente heridos, como el músico-personaje interpretado por Alberto Rosas, que toca en vivo el acordeón y de tanto en tanto usa su voz (que, como en las antiguas tragedias griegas, representa al pueblo) para adentrarnos en los acontecimientos como el hilo conductor de un relato que ha pasado a la historia mundial de la violencia y la intolerancia.

También lo acompaña la proyección de imágenes reales, las que la televisión rusa transmitió en su momento, como un antecedente que deja al espectador sin aliento. En este sentido, la obra apuesta por un planteamiento vanguardista, que conjuga los elementos teatrales con los cinematográficos.

Alberto Rosas actua en Noreste, con la direccion de Ignacio Flores de la Lama. Teatro El Granero Xavier Rojas, septiembre 2013 Asistir a esta representación nos recuerda hasta qué grado el terrorismo se ha convertido en una presencia constante en nuestro imaginario (especialmente el islámico, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos). Para el caso de Rusia, no es una novedad: los atentados y las bombas existieron en lo que fue la tierra de los Zares desde el siglo XIX.

Incluso, el gran novelista Fiodor Dostoievski escribió una de sus obras maestras, Demonios como un verdadero ajuste de cuentas con el nihilismo y el terrorismo anarquista de su época (Albert Camus la adaptaría posteriormente al teatro).

Leer Demonios es adentrarse en un campo de batalla entre la fe y el escepticismo, la ideología y la religión, el fin y los medios, la razón y el fanatismo. A través de los recuerdos de sus tres protagonistas, algo parecido vemos en Noreste.

Como ha señalado el director Ignacio Flores de la Lama, una de las mayores virtudes del texto de Buchsteiner es que se aleja del maniqueísmo simplón: busca comunicar, construir un drama conmovedor en el que, lejos de elegir un bando y centrarse en el pantanoso terreno de la “culpa”, exige al público cuestionarse sobre su vulnerabilidad ante la violencia como un hecho universal.

El autor no toma partido entre los musulmanes independentistas o el gobierno autoritario de Vladimir Putin (de hecho, deplora el fanatismo patriótico de ambos), sino que se coloca del lado de los seres humanos, de su indefensión ante un hecho doblemente trágico: el del secuestro perpetrado por los terroristas y el del brutal y cuestionable “rescate”, que cobró la vida de 170 personas.

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“Uno no debe permitirse salir al escenario sin estar preparado en cuanto al conocimiento del personaje que se interpreta, si el ballet tiene una historia hay que contarla y vivirla lo mas real posible. Como intérprete, el reto es hacer llegar y entender al público la historia solo con los movimientos del cuerpo”, Raúl Fernández, diciembre 2009.