
Por: Oswaldo Valdovinos — 23 de junio, 2008
Una atrocidad puede ser vista desde diversas ópticas: la del victimario, la de la opinión pública, la de las autoridades y, por supuesto, la de la vÃctima, cada una a partir de su propia realidad y sus limitantes, pero con una caracterÃstica en común: el hecho de marcar la vida futura.
Pero el mayor problema radica cuando una de las partes involucradas directamente, en este caso la vÃctima, no sabe qué está pasando y mucho menos por qué algo que se supone debe ser inofensivo, como una caricia, de pronto se convierte en algo lacerante, algo cuyo efecto de incomodidad y vulnerabilidad va más allá del cuerpo, más allá de lo inmediato, para arraigarse en una parte del ser que difÃcilmente es visible mas no por ello menos doloroso.
¿Cómo explicar tal situación cuando apenas se empieza a adquirir una noción del mundo, de las personas que están alrededor, de los objetos y los animales que se ven en los libros o en la televisión, de los sucesos que van más allá de cualquier comprensión por ser completamente desconocidos? ¿Cómo explicar un hecho de abuso infantil cuando ni siquiera se tiene idea de qué demonios es eso? ¿Cómo explicarlo cuando sólo se tienen cuatros años de vida?
Esta es una de las preguntas que Enrique Olmos se hace en su obra No tocar, llevada a la escena por el grupo Teatro Cardinal, oriundo de Querétaro, bajo la dirección de Paulino Toledo y las actuaciones de Azuay López, Luz MarÃa Camarena y Laura Alejandra Camacho.
Obra finalista del Certamen de Dramaturgia Manuel Herrera, publicada por el Fondo Editorial Tierra Adentro del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, No tocar plantea con unos cuantos elementos toda una visión contemporánea de la pederastia, asà como del dolor y la confusión que causa en sus vÃctimas.
“¿Existen caricias malas?â€, se pregunta una niña de cuatro años llamada MarÃa, quien diariamente, mientras su madre se gana la vida como secretaria en una oficina, es abusada sexualmente por su prima, que hace las veces de niñera, quien a su vez se intuye también fue abusada cuando era una niña.
A partir de un planteamiento en el que la voz narrativa pasa de una actriz a otra y de un personaje a otro, se plantea una trama que incide sobre la cruel realidad de muchos infantes cuando son hijos de madres solteras y se ven obligados a pasar mucho tiempo solos con familiares cercanos o personas conocidas que, de acuerdo con las estadÃsticas, son los más propensos a cometer este tipo de actos. “Se supone que las caricias no deben doler, ni dar vergüenzaâ€, afirma la pequeña, mientras vuelca sus experiencias en un arenero, donde juega con una muñeca de trapo y le confÃa su secreto a una amiga, quien en un acto de benevolencia decide contarle a su abuelo lo que le ocurre a MarÃa.
De este modo, las actrices Azuay López, Luz Camarena y Laura Camacho alternan las funciones donde construyen el universo paralelo de una niña dividida entre confiar su secreto a su mejor amiga y, por otra parte, la niña temerosa, que no sabe siquiera si aquello que tanto terror le causa durante las visitas de su prima es en realidad malo.
No tocar se presenta los miércoles a las 20:30 horas en el Foro la Gruta del Centro Cultural Helénico.
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