
Por: @Sujey Rodriguez — 26 de marzo, 2015
Siempre existe la premisa de hacer o no hacer algo. Optar por Morir o No Morir, o lo que es lo mismo vivir o morir que bien pudiera pensarse como una premisa básica del ser humano. En este caso, la puesta en escena dirigida por Antón Araiza nos presenta a modo de episodios decisivos, a siete personajes que tienen como actriz secundaria ―¿o protagónica?― a la muerte.
Morir o No Morir es un texto del dramaturgo catalán Sergi Belbel, una de las voces más representativas del teatro catalán contemporáneo que cayó fortuitamente en las manos de Antón Araiza, fue tal el impacto del texto y del mensaje en el actor que éste decidió montar la obra en México.
Después de mucho esfuerzo y ocho años de espera, finalmente, el montaje llegó al escenario del Foro Lucerna (Lucerna 64 col. Juárez, esquina con Milán) donde actualmente se presenta los lunes y martes (hasta el próximo 5 de mayo).
El elenco es envidiable, actores que reconocemos por su trabajo en obras de gran peso y que se han construido un prestigio en las tablas: Erwin Veytia, Amanda Farah Nicolás Mendoza, Paula Watson, Regina Flores Ribot, Ana Valeria Becerril, Fernando Villa Proal, Sohie Gómez, Concepción Márquez, Norma Angélica, Raúl Villegas, Gabriel Hernán, Pedro Mira y Miguel Romero.
Ver sus nombres en la publicidad de la obra, saber de la fama del dramaturgo, ubicar el Foro Lucerna como un espacio que apuesta a lo que verdaderamente vende y ver el nombre de Antón Araiza en la dirección, por supuesto que llama fuertemente la atención.
Y a pesar de todas las cartas a favor de la obra, sinceramente me pareció un poco larga y ligeramente plana, pero jamás aburrida. De las historias presentadas me encantó ver a la señora Concepción Márquez, quien da vida a una mujer solitaria y chantajista, actuación por demás brillante, jocosa y dramática al punto de la farsa.
Otro trabajo que me pareció sobresaliente fue el de Ana Valeria Becerril, actriz muy joven que interpreta a una adolescente que detesta a su madre (y vaya que hay razones para hacerlo), otro de los buenos personajes de la obra caracterizado por Regina Flores Ribot. En este punto vale puntualizar que si bien la actuación de Ana Valeria sobresale por su color y rango, también lo hace gracias al personaje gris de Regina, cabe entonces la pregunta: ¿esto es efecto del director o un suceso fortuito?
En conclusión, con cada una de las historias podemos reÃr o pensar, empero estamos seguros que la indiferencia no tiene lugar después de ver Morir o No morir.
Asimismo, hay que resaltar el gran acierto de Antón Araiza al utilizar instrumentos quirúrgicos como recursos escénicos, estos apoyan la acción para no perder de vista a la muerte, como actriz secundaria o protagónica de cada historia.
Las camas utilizadas para colocar los cuerpos y que éstos en algún momento estén presentes durante otras historias, nos hacen mirar de rabillo un cuerpo inerte que en vez de morir pudo haberse salvado de haber actuado de manera diferente.
El texto se hilvana de manera natural en algunas historias y nos empuja a reflexionar sobre el cómo estamos todos de manera directa o indirecta atados a los demás, es decir, cada uno está en la posición de ayudar o perjudicar a nuestro semejante.
Morir o No morir es un obra que vale la pena ver, con actuaciones que merecen aplausos y reflexión para llevar a casa, una puesta en escena que plantea una de las eternas interrogantes ¿cómo y de qué manera queremos vivir?
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