
Por: Enrique R. Mirabal — 1 de junio, 2008
Revisitando el pasado nazi a corta distancia
Cuando el iluminado dirigente de Irán ¿importa el nombre? lanzara con sarcasmo y a los cuatro puntos cardinales que el Holocausto no existió y que en Irán no habÃa homosexuales, se reescribÃa automáticamente un pasaje de la historia de la infamia con dedicatoria expresa a toda la Humanidad.
¿Cómo luchar contra la estulticia entronizada y con carta blanca de mandato divino para lanzar armamento atómico contra millones de personas? Con una premisa definitoria que leemos en el programa de mano: la indiferencia del mundo civilizado ante la matanza de armenios por los turcos en 1916 propició un crimen mayor, Enrique Singer aporta su talento dramático para recordarnos que el hombre tropieza una y mil veces con la misma piedra.
Coincidiendo con el estreno de Memoria, montaje teatral de Singer sobre textos varios -Brecht, Primo Levi, Peter Weiss y testimonios de sobrevivientes de los campos de concentración nazis-, se proyectó en la Cineteca Nacional un inquietante y, a ratos, insoportable, documental del austriaco Schwaiger, El paraÃso de Hafner (2007) , un retrato en primerÃsimo plano con confesiones voluntarias de un oficial de las tropas alemanas que prestó sus servicios en campos de exterminio.
Paul Hafner vive tranquila y cómodamente, desde los años 50 y hasta el dÃa de hoy, en España. Presume su ideologÃa nazi, alardea de su desprecio hacia los judÃos, niega el Holocausto y acude a reuniones de falangistas a la par que comulga cada domingo en misa. El cinismo llevado a categorÃa de insulto lapidario.
Lo peor, no es el único ¿ex? nazi que disfruta las cálidas aguas del Mediterráneo a sus anchas. Este solo personaje bastarÃa para reafirmar la pertinencia de una puesta en escena sobre los terrores y miserias del Tercer Reich, también de la pavorosa vida del alemán común y corriente en tiempos de Hitler, el acecho y la delación como deporte nacional: desconfÃa hasta de tus propios hijos.
Independientemente de la sincera y solidaria denuncia de un pasado insepulto que clama a gritos ser recordado para no repetirse, Memoria es un ejercicio teatral de innegable efectividad como fenómeno artÃstico per se. La profundidad espacial de El Galeón se subdivide en varios escenarios o planos que narran historias o viñetas de diverso tono que van desde el asfixiante retrato de familia con pinceladas de humor negro hasta el descarnado y contundente repaso de la vida al borde de la muerte en los campos de exterminio.
Singer se sirve e interactúa con el estupendo diseño escenográfico de Jorge Ballina, la iluminación cargada de zonas umbrosas de VÃctor Zapatero, el minucioso vestuario de Eloise Kazan que reconstruye al detalle la época y los diferentes segmentos de la población asà como de un diseño sonoro de Rodolfo Sánchez Alvarado que repiquetea conciencias.
Qué decir de ese par de inocentes, dulces y gárrulas campesinas como tarjeta postal a lo Leni Riefenstahl de El triunfo de la voluntad. La inocencia y el candor folklórico como preludio del escarnio y la matanza.
Arturo RÃos, Georgina Rábago, Nailea Norvind en su cast ideal y una Lucero Trejo al ciento por ciento de sus capacidades histriónicas interpretando varios y opuestos personajes con absoluta seguridad y brillantez redondean esta puesta que alterna tiempos ralentados con la estridencia, contrasta sutilezas con disonancias y, a pesar de las obvias referencias brechtianas, sacudiendo y metiendo al público en un túnel del tiempo que rebasa la dimensión desconocida de la condición humana.
Memoria
Dirección: Enrique Singer
Teatro El Galeón del Centro Cultural del Bosque
Jueves y viernes a las 20:00 hrs.
Sábados a las 19.00 hrs.
Domingos a las 18:00 hrs.
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