
Por: Jonathan Maldonado — 29 de febrero, 2016
El Foro de las Artes del CENART abre sus puertas a El paraÃso del camaleón, puesta en escena que explora los recuerdos de un hombre exitoso a través de la dramaturgia de Alberto Castillo quien de manera particular concentra la obra en el conflicto de los amigos entrañables de su juventud, a raÃz de su participación en movimientos polÃticos, misma que pone en entredicho sus convicciones y sentimientos profundos.
El paraÃso del camaleón puesta en escena de Ignacio Escárcega (miembro del Sistema Nacional de creadores de arte del FONCA) está situada entre el momento presente, especÃficamente en un bar en el que el pianista escucha la historia de uno de los parroquianos y los recuerdos de su grupo de jóvenes amigos durante las elecciones presidenciales de 1988 en las que Cuauhtémoc Cárdenas contendió desde una izquierda unida –que aglutinó lo mismo a grupos un tanto cuanto cuestionables como el desaparecido PARM (Partido de la Revolución Mexicana), hasta algunos de los grupos más radicales del antiguo PCM (Partido Comunista Mexicano)– versus Carlos Salinas de Gortari por el PRI (Partido Revolucionario Institucional).
La historia todos la conocemos ganó Carlos Salinas. Pero no es de extrañar si muchos de nosotros no tenemos tan presente cómo se dio está “victoriaâ€, ya que sucedió hace más de 25 años, cuando mucho no habÃan nacido, otros éramos niños con intereses distintos al destino del paÃs y los protagonistas que sobreviven ya tienen los años encima o prefieren olvidar los tristes recuerdos.
Esta recapitulación de hechos me lleva a reflexionar qué tal vez la dificultad de recordar radique en que ésta es una historia más parecida a una pesadilla interminable de la que nuestra nación no logra despertar.
“El paraÃso del camaleón quiere ser una aportación para enriquecer el estudio de la sociedad mexicana contemporánea, toda vez que recrea un momento medular para la conformación de movimientos ciudadanos que dieron la batalla por un paÃs más plural y participativo, las elecciones de 1988”, Ignacio Escárcega
Narrado a través de noventa minutos con un ritmo fascinante en el cual dialogan presente y pasado a un compás delicioso más parecido a una danza que a una trama polÃtica, El paraÃso del camaleón es un compendio de historias de amor diseccionadas desde un piano que evoca canciones de trova revolucionaria de diversos autores.
AsÃ, mientras el espectador escucha los versos de La Maza, un clásico del autor cubano Silvio RodrÃguez, entre otras canciones que se escuchan, el impecable diseño sonoro y dirección vocal de Gerardina MartÃnez lleva a los actores a realizar fascinantes transiciones entre el presente y el pasado casi imperceptibles para el espectador. En este sentido el trabajo de Ignacio Torre –quien además de realizar los arreglos para piano de las canciones e interpretarlas en escena, además actúa– es un factor fundamental para crear la atmósfera temporal y anÃmica que rodea a El paraÃso del camaleón.
Las actuaciones entrañables de Rodolfo Guerrero, Ignacio Torre, Valeria Fabbri, Luis Eduardo Yee, Tsayamhall Esquivel y Carlos Hendrick Huber, gozan de un equilibrio armonioso de juventud y madurez escénica, un perfecto elenco guiado por el trazo experimentado del maestro Ignacio Escárcega quien en conjunto crea personajes apasionados que viven a través de cada palabra y movimiento del cuerpo.
“Me interesaba un trabajo actoral que explorara de manera profunda el ser melancólico y la añoranza. Fue asiÌ que los histriones lograron un efecto de ‘naturaleza muerta’ para indagar en las emociones, casi desde la inmovilidad”, Ignacio Escárcega.
Con una producción de Colectivo escénico El Arce A.C, el diseño de vestuario de Teresa Alvarado, la escenografÃa e iluminación de Tenzing Ortega y el diseño gráfico de Eduardo Carrera y Karina Ponce Pie, El paraÃso del camaleón se presenta de jueves a domingo –hasta el 6 de marzo– en el Foro de las Artes del Centro Nacional de las Artes.
Un paraÃso donde la pasión y el deseo por el otro se mezclan con el fervor polÃtico, con las ganas de cambiar el mundo, con las desapariciones forzadas, con la guerrilla, con los burócratas y con aquellos que se fueron y con los que se quedaron.
En un México atemporal como el que tenemos, las piezas de esta historia se fragmentan y diseminan en pedazos repitiéndose de manera aleatoria en el surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN, 1994), en el movimiento del Consejo General de Huelga (1999), en las elecciones del 2006 y 2012, en el movimiento “Yo soy 132†o en la debacle actual del peso. Una pesadilla sin fin con variaciones infinitas.
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