Por: Enrique R. Mirabal — 1 de octubre, 2005
En el Teatro del Centro Cultural Helénico, todos los lunes a las 20:30, Francisco Franco nos deja ver su más reciente trabajo _ con la celeridad compulsiva del director, es posible que haya estrenado otra puesta en lo que se redactaba este artÃculo_. Los delitos insignificantes es una adaptación al universo mexicano de una narración del español Alvaro Pombo, gracias el empeño de un grupo de actores( entre ellos Leticia Huijara) por aprovechar los foros disponibles y no dejar de hacer lo que más les gusta, el teatro.
Como siempre sucede con Franco, su trazo escénico y su dirección de actores son encomiables, se dirÃa que agradables y funcionales. Es de los pocos directores que sà entienden y son congruentes con lo que están haciendo, arranca con un objetivo claro y delineado que se trasluce en el resultado final; sin embargo, el mayor de los delitos de este montaje es la insignificancia del original literario, su escasa fuerza para meternos en un conflicto (la homosexualidad oculta de un escritor frustrado por partida doble y su relación platónica con joven en crisis existencial) que hoy se siente muy pero muy insignificante.
El texto viene impregnado de un regusto a los años finales de la dictadura del GeneralÃsimo y el primer cine y teatro después de la muerte del Caudillo, cuando todos los tabúes salieron a flote y proliferaron los gritos catárticos: Flor de otoño, A un Dios desconocido, Hay que deshacer la casa…
Los delitos insignificantes puede disfrutarse por las actuaciones, principalmente de Leticia Huijara y el casi debutante Bernardo BenÃtez, por las composiciones en las que Franco (el director) aprovecha los escasos elementos escenográficos para crear buenas imágenes. Sin lugar a dudas, es un teatro profesional, con destellos momentáneos y la solvencia habitual de su creador. Queda la interrogante, ¿ por qué Pombo y no un autor más significativo?
Del propio director puede verse en el Teatro Helénico, todos los martes, El tiempo de Planck del catalán Sergi Belbel en una producción de La vaca voladora y , en el Wilberto Cantón de la SOGEM, Pareja abierta de DarÃo Fo con Rebecca Jones y su inseparable Alejandro Camacho.
La primera, sigue la moda de incluir teorÃas cientÃficas o, al menos, mencionarlas como leit-motiv, en un texto más inclinado a explorar relaciones familiares e interrogantes metafÃsicas de las que pululan desde que el hombre pudo razonar.
Pareja abierta es un ejercicio más de DarÃo Fo sobre, ya lo adivinó usted, las relaciones de pareja. Con toda la profundidad que exige el público de fin de semana, estos enredos y desencuentros amorosos tienen todos los ingredientes que le harán reÃr sin mucho esfuerzo y, eso sÃ, la Jones despliega todos sus recursos histriónicos para que usted se sienta a gusto en su butaca.
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