
Por: Aracely Cortés — 5 de junio, 2012
“Hay noches tremendas. Porque las coincidencias caen de golpe, y sin explicación. Asà sucedió la noche que mataron a Christopher Marlowe; instantes después de su asesinato se agruparon las casualidades y, juntas diseñaron una noche alucinante, dotada de situaciones tanto posibles como improbables, definitivamente teatrales” Ximena Escalante.
La dirección de Mauricio GarcÃa Lozano en Las relaciones (sexuales) de Shakespeare (y Marlowe), lleva de la mano al público a transitar entre la realidad y la ficción. El tema de la obra se antoja un tanto complejo: la muerte de un joven escritor, en el centro de la ciudad de Londres a mediados del siglo XVI, en medio de una riña de cantina es el punto de partida para una búsqueda permanente.
El poeta herido después de recibir un par de puñaladas irrumpe en casa de la amante de Shakespeare y le confÃa las últimas escenas escritas por su amante recién asesinado, Christopher Marlowe, la pretensión del joven Marlowe no es pequeña, le ha pedido que lleve las escenas a su amado para que haga con ellas “la obra de teatro más bella del mundo”, para que entienda que la única posibilidad de tolerar la vida es estando loco de amor. La amante inicia un periplo hacia la noche en busca de ayuda para entender lo que le ha sido enconmendado.
Ella no sabe leer. Nada sabe… mas que amar al poeta. La amante –representada por la actriz Ilse Salas–, es el personaje central de obra, su amor la salva, su analfabetismo la condena; ella busca al hombre que la ama, con el que se entrega a un instinto que supera la estabilidad, prodigada en el hogar. Ella no sabe qué dicen los papeles que le fueron entregados, no obstante, dentro del teatro donde espera, sabe que lo que tiene que entregar es un poderoso escrito que puede contener algo importante.
La esposa del otrora famoso escritor también busca; al hombre que salió, que se sabe, anda en busca de inspiración, huye de las amenazas que penden sobre los intelectuales de la época; ella infiere que es difÃcil encontrarlo, pero lo encuentra y se confronta con la amante, situación un tanto embarazosa que da lugar a un juego de palabras donde se discute sobre quién es más libre, qué le corresponde a cada quién, qué saben la una de la otra, y sobre todo qué saben ambas del hombre que buscan y que no aparece.
Entre actores, y movimientos de escena, música y ficción se desenvuelven el resto de los personajes. Los actores, después de una función, esperan, en parte al maestro Shakespeare, en parte la salida del laberinto que representa para ellos la preparación para ser actores cada noche. Juan Cabello y Paula Watson en una diversidad de personajes se transforman en actores, músicos, fantasmas y hasta sombras.
Lo más sorprendente de Las relaciones (sexuales) de Shakespeare (y Marlowe) es la escenografÃa –fundamental para el ritmo de la obra– de Jorge Ballina es una ingeniosa concepción que a partir de módulos ambienta un pequeñÃsimo espacio que caprichoso altera los más diversos entornos, al igual lo transforma en un baño, un teatro, un barrio, un tren, un piano, todo en medio de baúles, que a veces almacenan papeles, personas y hasta brujas.
Otro elemento protagonista de este texto de Ximena Escalante, es la música de Pablo Chemor, que interpretada Jacobo Liberman, Mauricio GarcÃa Solano y el propio Chemor, sirve como especie de brújula y ayuda a poner en orden este intrincado sueño que tiene tintes de pesadilla.
“Los textos y las escenas suenan, son en sà mismos partituras musicales. De manera que con la libertad con la que tomaron el texto como viaje, transita también el discurso musical. AsÃ, los actores cantan y se mueven entre el tango y la música isabelina, entre una marcha de Henry Purcell y música electrónicaâ€, Mauricio GarcÃa Lozano.
Asà se suceden las escenas de Marlowe, reveladas en directo a la amante, nada menos que por una bruja – representada por Clarissa Maheiros–, una hechicera hechizada por el teatro; un tejido de historias dentro de otras historias, un diálogo de épocas que se plantea como una celebración del teatro, como una parte lúdica y fantástica de ver el teatro como una ilusión que le da un toque peculiar a este trabajo que presenta Teatro UNAM, de jueves a domingo, en el Foro Sor Juana Inés de la Cruz del Centro Cultural Universitario. Un viaje a la frontera entre lo real y lo ficticio. Un paseo sobre el lÃmite del teatro…
“Shakespeare nos habla de forma muy directa, sin rebuscamientos, de la profundidad del humano, a partir de las altas pasiones. Nosotros quisimos hacer un laberinto caleidoscópico donde la lógica fuera un poco como la de Lewis Carroll, la del sueño; hay cosas que tienen sentido y otras que no, pero giran en torno al conflicto entre la ficción y la realidad y qué mejor espacio que el teatro”, Mauricio GarcÃa Lozano. Fotos: Miguel DÃaz.
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