
Por: Oswaldo Valdovinos — 1 de febrero, 2007
“Las penas con pan son menosâ€, dice el dicho. Aunque hay casos en que deberÃa ser más bien: las penas con muchos son menos, y en ocasiones divertidas, sobre todo cuando lo malo le pasa al prójimo y uno está muy atento para escuchar su desgracia. O su gracia, según se quiera ver.
Tal es el caso de la puesta en escena El sà de la novia, monólogo interpretado por Mariana Gajá, y escrito y dirigido por Serge Sándor, en esta su segunda temporada en la cafeterÃa del Centro Cultural Helénico, todos los lunes y martes a las 20:45.
Cabe mencionar que Serge Sándor, director escénico y dramaturgo francés, tiene como propósito la búsqueda constante de nuevos públicos por lo que ha optado por ofrecer sus montajes tanto en escenarios teatrales como en espacios alternativos. De hecho, El sà de la novia “fue escrita ex profeso para ser representada en lugares que no fueran un escenario teatral”.
La obra relata el caso de una mujer de 30 años, quien repentinamente entra a la cafeterÃa del lugar y después de ir al baño regresa a la barra para relajarse un poco. Por supuesto el público sabe que la obra ya ha empezado y es cuestión de minutos para que inicie un juego entre éste y la actriz, divertimento que gira en torno a la historia de Alma MarÃa, novia prófuga que en el último momento decidió que no estaba lista para decir sà frente al altar, por lo que opta por compartir sus penas (afortunadamente con humor y sin melodrama) con todos los presentes.
A decir de Serge Sándor “El monólogo es un encuentro diferente con los espectadores, pues el segundo personaje es precisamente el público. Si sumamos esta condición al lugar donde se presenta, El sà de la novia resulta un ejercicio complicado para la actriz, pues ella debe estar pendiente de todo lo que ocurre y debe saber cómo actuar ante cada reacción del público: si alguien le responde, si suena un teléfono. Aquà todo es posible, no hay reglas; es un sitio donde no se tiene derecho de prohibirle al público de comportarse como quiera. Aquà todos pueden beber, fumar, gritar”.
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