
Por: Miguel G. Calero — 8 de diciembre, 2016
Ópera en un solo acto, tan profunda, reflexiva e impactante que logra que el público conecte, azarosamente, cada escena con su verdad personal. Que conecte con el texto, con cada personaje…
Con el clásico y magistral texto de Jean Cocteau y la música original de Francis Poulenc, llega al Ciclo de Ópera Contemporánea –organizado por Teatro UNAM– La Voz Humana (en francés, La Voix humaine), una novedosa adaptación del director Alonso Ruizpalacios que explora las diversas dimensiones de la voz: la comunicación como la inquietud central de la escena.
Como monólogo de muchas voces o simbologÃa de un lenguaje que evoluciona sin parar, La Voz Humana descubre que lo propiamente humano se vuelva lo impersonal. Una historia de amor o desamor que en el trasfondo nos hace comprender la gradación de sonidos que existen en la voz, incluyendo aquellos que ni siquiera se pueden escuchar.
Una perfecta metáfora apropiada a nuestro tiempo donde sin importar distancias, hay maneras de ser escuchado, inquietud que en su tiempo impactó a Poulenc y Cocteau al conocer el fenómeno del teléfono. Hoy un medio de comunicación que hemos llevado al extremo más absurdo.
Son las videollamadas en tiempo real, mensajerÃa instantánea y una completa vida virtual y al mismo tiempo atemporal, los elementos que han transformado nuestra comunicación y la forma de relacionamos con el otro, algo totalmente impensable en cualquier otro momento de la historia. SerÃa tal vez preciso pensar que nuestra voz se ha perdido en el intento de ser interminable, esa voz humana que puede desaparecer en su intento de hacerse ilimitada.
El texto gira en torno a una mujer con el amante al otro lado de la lÃnea. Una mujer que canta con desesperación a su amante. Muchos lenguajes, como es la música, llantos y sollozos. El amante es escuchado empleando el lenguaje de señas. Muchos silencios. En su desesperación nos deja ver las muchas posibilidades existentes en el monólogo y en las historias que podemos construir cuando la comunicación es parcial. Las notas del piano y el Theremin toman caminos distintos en cada registro. Muchas voces. Una sola “Voz Humana”.
Sin embargo, como innovación en esta adaptación de Alonso Ruizpalacios, la voz se mueve de un lado al otro, en el teléfono, en el Theremin, en el piano, en la imagen, en las señas de manos e incluso en el total silencio; es asà que quedan muchos fragmentos de la conversación de la que, como espectádor, no podemos tener certeza de su contenido.
AsÃ, el espectádor se transforma en el agente creativo que llena los huecos narrativos y crea una versión particular de la historia, de tal suerte que el verdadero personaje central es La Voz Humana. Es la representación de las emociones humanas más básicas a través de una ópera perfecta que acerca a un público nuevo y joven a este género.
Es un excelente libreto con grandiosa música, cuyo impacto llega a lo visual, debido a que la llamada telefónica, también es una conversación multimedia que se proyecta a gran escala como marco del trabajo actoral y en perfecta sincronÃa con la música, el diseño del vÃdeo es de Philippe Amand. La escenografÃa de Alejandra Quijano es perfecta para otorgar el ambiente estético que precisa el movimiento escénico; el sonido impecable, y como antes dijimos, la actuación es un excelente trabajo llevado de la mano de Alonso Ruizpalacios.
A la música original de Poulenc, Tomás Barreiro le adaptó intervenciones enriquecedoras. La introducción del Theremin (un extraño intrumento que emite el sonido entre una mujer, un violÃn y un sintetizador) hace que la alegorÃa de una voz humana asumida y hecha a la medida de la tecnologÃa sea cierta y perturbadora. El piano es ejecutado por Judith Thorbergsson, y la voz soprano corre a cuenta de Ana Gabriella Schewedhelm.
La Voz Humana es una propuesta redonda que invita a la sensibilización estética de la voz, como si se tratara de una poesÃa que más allá del sonido trastoca los sentidos. La Voz Humana es una excelente opción para disfrutar del buen teatro. No se la pierda, se presenta de jueves a domingo, hasta el 16 de diciembre, en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario. Fotos: Alejandra Carbajal.
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