
Por: Arturo Carrasco — 15 de agosto, 2015
Fue Shakespeare quien dijo que el mundo es un teatro y todos los hombres y mujeres son simplemente comediantes… que protagonizan una tragedia, yo agregarÃa. Una tragedia con mil rostros e historias, cada una diferente, única y con la cual podemos cargar el resto de nuestros dÃas hasta que llegue el momento de poder descargar todo el sentimiento que llevamos para asà alcanzar la paz.
Para muestra, un botón, o digamos, La muerte y la doncella, un texto escrito por el escritor y activista (argentino-chileno) de los derechos humanos, Ariel Dorfman, también autor de Para leer al Pato Donald, un libro clave de la literatura polÃtica de los años setenta y en la escena teatral contemporánea considerada la obra latinoamericana más representada. Un éxito en más de cien paÃses desde su estreno allá por el año de 1992 en Broadway (después llevada al cine por Roman Polanski), por lo cual este trabajo de Dorfman se define como emblema de justicia y perdón.
Pero regresemos a La muerte y la doncella, una propuesta realmente cruda llevada a escena por Lorena Maza que cuestiona hasta donde puede llegar el ser humano en nombre de la justicia a partir de tres historias que en su trama entrelazan violencia, justicia, reconciliación, silencio y en el fondo cuestiona la verdad de los hechos.
“No es una obra realista, más bien es una alegorÃa acerca de aquello que sucede en lo que conocemos como transición, periodo de tiempo después de una dictadura, donde se empiezan a hurgar las heridas y la gente comienza a necesitar hablarâ€, Lorena Maza.
La historia que surge a partir de algo tan trivial como un pequeño incidente con un neumático, presenta a tres personajes que llevan al espectador, según refiere Lorena Maza “a una búsqueda de la verdad, la cual se difumina por la ambigüedad de la misma, por lo que al final, es el público el que determina cuál de los personajes estaba en lo correctoâ€.
La protagonista central es Paulina Salas, una vÃctima de tortura que ha pasado los últimos quince años tratando de superar el trauma que este hecho le generó y que no ha logrado dejar atrás. El segundo de los personajes, es Gerardo Escobar, un joven y promisorio abogado que ha sido nombrado integrante de una Comisión de la verdad que busca conocer los sucesos ocurridos durante la dictadura en su paÃs que ahora transita hacÃa la democracia.
El tercero, Roberto Miranda, es un amable doctor que podrÃa pasar desapercibido si no fuera porque Paulina reconoce en su voz y palabras al posible causante de sus miedos, su torturador, el hombre que la tuvo encerrada en un sótano haciéndole pasar los mayores sufrimientos imaginados.
Tres posiciones muy diferentes que no solo relatan lo que le sucede a Paulina mientras escuchaba a Schubert (precisamente, la pieza que le da nombre a la obra: La muerte y la doncella) y le citaban a Nietzsche, también descubre las lesiones de un paÃs que trata de cerrar las heridas para asà poder recuperarse de las mismas y a la vez nos muestra la necesidad de no dejar que el miedo, la injusticia y el dolor calle los recuerdos.
“Se me presentó esta obra y me volvió a doler y atrapar. Ariel está obsesionado con darle voz a los desaparecidos, a las vÃctimas, a quien no puede hablar por dolor o miedoâ€, Lorena Maza.
Asà las cosas, las paredes en que transcurre La muerte y la doncella son los lineamientos que conforman el paÃs y su historia, un paÃs metido en una casa, donde conviven vÃctimas y victimarios, acallados por el dolor de los propios recuerdos y el miedo al castigo, ante esta situación, sólo queda preguntarnos ¿qué nos queda?, ¿El olvido y empezar de nuevo? ¿Perdonar y acallar las conciencias? ¿Hay posibilidad de reconciliación?
La muerte y la doncella es una producción de Tercera Llamada y Co-Productions que se compone de tres consolidados actores de la escena nacional: Arcelia Ramirez es Paulina Salas, la protagonista del relato, quien gracias a este excelente trabajo hace patente en el público el miedo y sus traumas, asà como su necesidad de no callar y expresar el sufrimiento del que ha sido vÃctima.
Daniel MartÃnez encarna al poderoso Licenciado Escobar, el desconcertado esposo que representa la cordura que por momentos se pierde y también, simbólicamente, la importancia de la ley cuando se ve en medio de la venganza y la justicia. Por último, Arturo RÃos da vida al doctor Miranda de forma tan convincente que por momentos uno duda de la palabra de Paulina y se pone del lado de este hombre culto y amable.
La muerte y la doncella se presenta de viernes a domingo, hasta el 30 de agosto, en el Foro Shakespeare y, la recomendación es que no se la pierda, porque que aun cuando se trata de tema fuerte y bastante escabroso, es necesario sobre todo en momentos cuando la necesidad de conciencia se hace más presente en cualquier paÃs donde existe la injusticia.
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