
Por: Aracely Cortés — 20 de diciembre, 2016
Con un largo historial de obras que han logrado gran éxito en el teatro contemporáneo, como Más pequeños que el Guggenheim, El amor de las luciérnagas, Un hombre ajeno, Lo que queda de nosotros y otras tantas, Alejando Ricaño se ha colocado como uno de los dramaturgos más socorridos en la escena nacional y, sin duda, un autor más que interesante para quienes gustamos de asistir a las salas de teatro.
Joven, con un lenguaje fresco y con el valor suficiente para arriesgarse en diverso géneros como escritor y como director de escena, Ricaño es uno de esos que nunca para de sorprendernos, ahora se aventura con La guerra en la niebla, una obra compleja, fuerte y confrontadora que marcada por un diálogo enloquecedor se encierra en cuatros paredes que se dibujan a través de la escenografÃa de Jesús Hernández, un diminuto espacio donde hay una sensación de ahogo, de hacinamiento emocional.
En el imaginario del teatro, el espectador se ubica en una casa lejos de la urbe, en medio del bosque… En ella, una familia sufre, clama, y pregunta al viento: ¿Dónde está nuestro hijo?, ¿Estará vivo? ¿Quién se lo ha llevado?, ¿Por qué?, ¿Cuándo volverá?
Lisa Owen es quien da vida a Laura, la madre. La voz dolida, la de una mujer desquiciada que ha sido despojada de la oportunidad de ver regresar a su hijo, de charlar con él por las noches, de hablar de aquello que sucede en la Universidad. La angustia de esa incertidumbre la exacerba en una total depresión y el despiadado consumo de fármacos, imputando la responsabilidad de la desaparición a terceros, aquellos que también padecen las mismas condiciones que los lleva a la desolación.
Arturo RÃos, es Pablo, el padre. En medio de la tragedia que vive la familia, él busca la solución por todos los rincones del mundo. Quiere, como todos, que su hijo de 22 años, estudiante de sociologÃa vuelva. Recurre aquellas familias que padecen el mismo infortunio de tener a un miembro en una desaparición forzada. Cada uno tiene conclusiones, que sà militaba en una organización, que sà tenÃa las ideas polÃticas, que sà el consumo de drogas, incluso el lugar común: las malas compañÃas.
Los padres del joven desaparecido interactúan con otros tres personajes, el tÃo Benny, interpretado por Adrián Vázquez, un hombre joven, desorientado, fanfarrón y abusivo a quien se le culpa por no tener el cuidado suficiente aquella noche en la que el muchacho fue visto por última vez.
Sara (Sara Pinet), como la hija, vive los embates de sus padres que la culpan y la menosprecian. Por último está Mondragón (Ãlvaro Guerrero), el hombre que ofrece buscar y encontrar al ausente, pero que en su fuero interno es el más atormentado, sufre en carne propia los efectos de la ilegalidad, de la podredumbre, del dolor más recóndito.
El potencial histriónico de este gran elenco es extraordinario, no deja momentos para la distracción. Todo es sobresalto, altibajos en las emociones y acciones que ofrecen cada uno de los personaje. El movimiento, las insinuaciones y la locura de cada uno encaja perfecto en la realidad que vivimos hoy dÃa. No son nada, comparadas con la tortura fÃsica y psicológica que sabemos viven quienes en la realidad son secuestrados.
AsÃ, es esta nueva propuesta de Alejando Ricaño, una historia avasalladora que en su conjunto refleja a una sociedad como la nuestra que vive pérdida en la niebla imposibilitada de ver la claridad del buen tiempo. Es el espejo que nos permite reconocernos como una comunidad bajo los efectos devastadores de una función pública sin respuestas para quienes vivimos los crÃmenes más crueles, como es privar de la libertad a un ser humano. De pedir un rescate por su liberación y hacernos a todos cómplices de una deshumanización que deja a cualquiera en la más insondable orfandad.
La guerra en la niebla se presenta de viernes a domingo (hasta el 1 de enero de 2017, excepto el sábado 24 de diciembre) en el Foro Lucerna, una excelente puesta en escena que lleva al espectador a una exhortación que se presupone difÃcil, tanto que puede resumirse en una pregunta: ¿Como sociedad, cuándo y de que manera encontraremos la luz de la libertad? Fotos: Pili Pala y entretenia RCC.com.
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