
Por: Oswaldo Valdovinos — 14 de noviembre, 2007
Todo cÃnico, por naturaleza, siempre dice la verdad. O al menos parte de ella, e incluso, quizás, más que aquellos quienes vociferan reverenciarla como si en eso se les fuera la vida o se tratara de un acto religioso y se consumara una especie de comunión-purificación cada vez que tienen oportunidad de gritarla a los cuatro vientos; o de plasmarla en los titulares de los periódicos de circulación nacional (porque los locales como que no dan mucha publicidad, ¿verdad?); o en las declaraciones hechas en televisión (y si es en el noticiero de mayor audiencia, pues mucho mejor, porque eso de usar los tiempo oficiales -quienes pueden- como que no resulta muy bueno por aquello del horario nocturno, casi de madrugada); o en los diversos actos públicos donde, se les requiera o no, según el caso, acuden para estar presentes, o en su defecto, ausentes porque de plano están muy quedamos… Es decir que, en el último de los casos, quizás habrÃa que tener mayor confianza en el cÃnico, quien acepta su condición sin tratar de ocultarla, que en aquel personaje de la vida pública –pertenezca a la farándula, la polÃtica, la intelectualidad, la crema y nata de la sociedad o cualquier otro grupúsculo- que hace lo posible por mantener a la sombra su doble, triple o hasta cuádruple vida y se mueve en el quisquilloso mundo de las simulaciones y los compadrazgos.
Asà pues, cómo tomar las palabras de alguien que abiertamente se declara un mentiroso, “en este paÃs donde la mentira es lo mejor que se haceâ€, y que con la mayor indolencia anuncia que todo cuanto se verá en el escenario requiere de la buena voluntad del espectador para que sea posible, sin importar si es verdad o no, o si sólo se trata de pasar un rato agradable escuchando una serie de textos musicalizados al más puro estilo del cabaret.
De esta premisa, en la que es indispensable la complicidad entre el público y el presentador-actor-músico-y-cantante, quien, como ya se dijo, desde un inicio aclara que todo cuanto verá es mentira, salvo los textos de ciertos autores- se parte a lo que será el espectáculo de Hernán Del Riego, Canciones para Cabaret de Autores Insospechados, una obra muy sui géneris por aquello de que el cabaret “es un espacio de expresión y experimentación… que mezcla calidad, refinamiento y reflexión, con revelación, divertimento y denuncia con tono desenfadado, irónico y de parodia, en el que la música, el canto y la interacción con el público son los elementos fundamentalesâ€.
Los Autores Insospechados de estos textos son BenjamÃn Cann, Mónica Raya, Sabina Berman, Alejandra Trigueros, Claudio Valdés Kuri, Luis de Tavira, Vicente Leñero, Tito Vasconcelos, Erando González, Ximena Escalante y VÃctor Hugo Rascón Banda, algunos buenos, otros no tanto y uno que otro quizás para cumplir con el compromiso con Hernán, quien sin duda musicaliza con el mismo Ãmpetu y precisión todos (a excepción de “Y fuimos diosâ€, de Luis de Tavira con música de Luis Rivero) y les da una personalidad que va desde lo tropical hasta el canto a capela, pasando por la nostalgia o el vil despiporre, en una consonancia con la ambientación y la música en vivo, elemento éste que resulta gratificante en esta puestas en escena.
Asà pues, estos textos abordan lo mismo la situación polÃtica actual —como el de Tito Vasconcelos, titulado Nosotros somos la decencia, en donde se hace una crÃtica, con un estilo irónico y picante, al régimen actual encabezado por Feli-Pillo, sin dejar de mencionar que en realidad no hay gran diferencia entre “los que ganaron y a los que se chingaronâ€â€”, que temas de corte personalÃsimo como Un amor imposible, de Claudio Valdés Kuri, o la irreverencia hacia la intelectualidad en La chaqueta, de Alejandra Trigueros.
Por supuesto sobra decir que entre canción y canción hay pequeños cuadros escénicos caracterizados por el humor y la burla que el propio Hernán Del Riego hace de sà mismo al parodiar esa búsqueda incesante que todo creador debe llevar a cabo cuando se trata de buscar un apoyo institucional, no importa si para ello haya que mentir o aventarse un “choro kilométrico†que debe reducirse a un minuto “porque la maestra (Mónica Raya, por supuesto) sólo da ese tiempo a la gente para que presente su proyectoâ€, o de plano haya que agarrar lo que sea (asà implique aprender a bailar como los danzantes del Centro Histórico para la beca en lenguas indÃgenas) con tal de conseguir que suelten la lana.
Participan también Nora Huerta y Carlos Valencia en las actuaciones; Omar Ortiz, en el piano, teclado y dirección musical; VÃctor Hugo Flores, en el contrabajo; Ignacio Montiel, en la baterÃa y percusiones; BenjamÃn Cann y Miguel Angel Chávez, en la trompeta, y Alejandro Campos en el saxofón y clarinete.
Canciones para Cabaret de Autores Insospechados se presentará hasta el 2 de diciembre los jueves, viernes, sábados y domingos, en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario.
Asà pues, esta propuesta de Hernán Del Riego es muy acertada en llevar a los escenarios un género que en estos últimos años parece haber cobrado nuevo auge, a pesar de las buenas conciencias y los espectáculos que pretenden hacer del cabaret otro producto fácil de digerir. Fotos: Marco Lara.
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