
Por: Arturo Carrasco — 12 de agosto, 2013
El espectáculo creado por el director, escritor, coreógrafo y clown, Daniele Finzi realiza breve temporada en el Teatro de la Ciudad, una experiencia que provoca ternura, carcajadas y un sin fin de emociones.
Cuando uno conoce a Daniele Finzi (Suiza, 1964) y después tiene la oportunidad de verlo en escena lo primero que nos viene a la mente es la dicotomÃa que envuelve a este hombre de poco más de 1.70 de alto y cabello cano.
Como persona transmite con sus movimientos tranquilos y voz pausada una sensación de calma y al mismo tiempo una cierta melancolÃa que extrañamente no se envuelve de tristeza sino más bien de la añoranza de un recuerdo o un deseo que te puede abrir cientos de puertas a todas las probabilidades posibles.
Sin embargo cuando aprecias su trabajo en escena lo que encuentras es a un tipo expresivo y lleno de sentimientos que pareciera que su cuerpo menudo no será capaz de contenerlos todos y entonces se ve en la necesidad de jugar y llenar con ellos el espacio donde esté actuando.
Como se verá, Daniele no es un hombre ordinario, ni tampoco alguien que viene de otro mundo, sino más bien es uno de esos pocos hombres que cuentan con una sensibilidad especial que le permite –en cada uno de sus movimientos y acciones– despertar diferentes sensaciones, es más, si se pudiera describirlo en pocas palabras éstas serÃan: “un hombre que transmite emociones”.
Y es esto lo que precisamente hace en su obra Icaro, puesta en escena que aunque fue pensada para presentarse originalmente en italiano en un pequeño escenario, durante una corta temporada –para generar una mayor intimidad con el espectador– a la fecha ha presentado más de 900 funciones en todo el mundo en seis idiomas diferentes, incluyendo el italiano, lo que no limita su interpretación, al contrario, la intensifica pues permite una mayor cercanÃa e involucramiento con el público pero de eso hablaremos más adelante.
Volviendo a Icaro, se trata de un monólogo en el cual Daniele Finzi hace uso de todos sus recursos y experiencia como coreógrafo, clown, actor y director para dar vida a un paciente, un personaje cualquiera que bien podrÃa ser uno de nosotros, que se encuentra internado en una clÃnica administrada por monjas por padecer de una ¿enfermedad?, ¿locura?. Esta insociable situación lo aleja de todo, hasta que llega un nuevo paciente y se vuelve no sólo su compañero y confidente sino su cómplice y amigo.
Para Finzi su personaje es un antihéroe que por hablar de la esperanza y de ser tu mismo se aleja de la colectividad, pero será también esa misma pasión la que lo mantiene con fuerza y le permite seguir su sueño de libertad.
Sobre esto último es importante señalar que para Finzi, Icaro no tiene como misión principal transmitir un mensaje o una moraleja, por eso no puede decirce que la libertad es realmente el tema central de su obra, a su parecer la amistad también es un tema que se resalta en esta propuesta, al igual que el amor, que es algo que debemos conocer sobre todo si consideramos la gran fuerza que tienen como medio para mover el mundo. La libertad, por otra parte, es importante pero a su parecer es más un factor interno que cada uno lleva en un sentido u otro.
De hecho Icaro, que Daniele concibió y escribió durante una breve estadÃa en la cárcel donde purgó una pena “por objeción de conciencia†al negarse a prestar el servicio militar obligatorio en Suiza, forma parte de una trilogÃa dedicada a la fuga, la cual también incluye los espectáculos Dialoghi col Sonno y Arianna–.
En su estructura de teatro contemporáneo fue concebida como una historia que cuenta algo y, al mismo tiempo, te da la oportunidad de perderte un poco y desenterrar la realidad para asà descubrir toda una serie de mensajes y sentimientos que, al contrario del personaje de la mitologÃa que busca alejarse para reconocerse, nos sirvan para construir un camino que nos conduzca a encontrarnos, con la misma pasión e ingenuidad con la que el protagonista lo hace.
“Ãcaro es un espectáculo simple como lo eran las historias que contaba mi abuela. Ella me enseñó el secreto para hacer gnocchi y la tarta de manzana, valiosas recetas que al pasar de los años he aplicado sistemáticamente en mis creaciones teatrales”, Daniele Finzi Pasca.
Algo a destacar de este proyecto artÃstico, es la forma en cómo Daniele Finzi interactúa con el público, pues permite que el espectador se vuelva partÃcipe directo de la trama, no sólo porque en algunos momentos ayuda en la traducción, sino porque puede ser uno de los afortunados en ser seleccionado para colaborar en la construcción de esta bella historia.
Esta situación le da al espectáculo un toque de improvisación e intimidad, pues aquello que experimenta la persona seleccionada –que dicho sea de paso lo será después un riguroso análisis del cual no adelanto nada- no se expresará de la misma forma por ninguna otra presente en el foro.
En una invitación a levantar el vuelo y alcanzar los sueños, Icaro se estará presentado –hasta el próximo 18 de agosto– en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris y la verdad no se debe dejar pasar la oportunidad de conocer este espectáculo que –con un poco de suerte- aunque está dirigido a todo el público presente en la sala, se puede sentir que esta pensado únicamente para uno.
“Hago teatro por el placer de naufragar, de perderme un poco: una de las cosas más saludables de la vida. Nos perdemos y nos escapamos. Una fuga interior nos revela lo que somos. La fuga es una estrategia que permite desenterrar la realidad para descubrir los secretos que esconden las apariencias, para inventar nuevas utopÃasâ€, Daniele Finzi Pasca. Fotos: Andrea López y RMM/Conaculta.
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