
Por: Roberto Sosa — 25 de noviembre, 2013
Para José Caballero, retomar una obra de Samuel Beckett después de 40 años fue toda una experiecia (en 1972 llevó a escena Final de partida, también del dramaturgo irlandés, fue su primer trabajo escénico y lo presentó en el Teatro de Papel y en el Teatro Carlos Lazo de la Facultad de Arquitectura de la UNAM.); para el espectador la experiencia es presenciar un clásico del teatro del absurdo…
“Para mà no existe el teatro de lo absurdo. Esperando a Godot lo muestra: es una obra profundamente realista y elocuente ¿o la vida actual no es asÃ…?â€, José Caballero.
En Esperando a Godot, Caballero respeta el texto y la función transcurre en dos horas y media; pero bien pudo transcurrir en media hora, tres horas, medio dÃa, o un dÃa completo y el resultado serÃa el mismo: Godot nunca aparece.
Es como si los actores le dijeran al público desde sus personajes: ¿Qué esperan? ¿Qué llegue alguien o qué suceda algo? Lo mismo hacemos nosotros. Cuando se estrenó Esperando a Godot, en la década de los 50s, algunos crÃticos dijeron: Nada sucede dos veces (haciendo referencia a los dos actos que tiene la obra), otro mencionó: ¡Nada ocurre, nadie viene, nadie va, es terrible!
La idea de llevar a cabo el montaje surgió luego de que la compañÃa El coro de los otros se interesó por este texto de Beckett y le propusó la idea al maestro Caballero, en quien hallaron el mismo entusiasmo para trabajar en este proyecto.
El proyecto –que se presenta de jueves a domingo en el Teatro Sergio Magaña–, lleva en el elenco a José A. Becerril, Alejandro Toledo, Patricia Yáñez / Karla Reyes y Miguel Ãngel Osorio, todos ellos egresados del Centro Universitario de Teatro (CUT) e integrantes de este grupo que lleva este nombre tan particular y se distingue por mantener un sólido grupo de artistas interesados en involucrarse de manera creativa en todas las áreas, explotando todas sus capacidades.
Este grupo teatral encuentra que Esperando a Godot es una obra en la que se que se describen las relaciones humanas en esa espera que nunca llega, pero también considera que no es una espera pesimista, porque al final los protagonistas se tienen el uno al otro y eso puede ser esperanzador.
“Consideramos que a pesar de que el texto se escribe después de la Segunda Guerra Mundial, lo que plantea Beckett pareciera tener vigencia hoy en dÃa. Se trata de un texto nos toca como generación porque habla de la búsqueda de la identidadâ€, Patricia Yáñez.
Se trata de cuatro personajes, Vladimir y Estragón (Didi y Gogo) son dos de ellos, dos vagabundos que simbolizan la miseria humana, que viven esperando en vano a que llegue Godot (para algunos especialistas, Beckett quiso decir Dios, God en inglés, pero siempre lo negó), mientras platican y discuten por nada y de nada.
De pronto llega Pozzo, que trae atado a Lucky, con una soga en el cuello, el amo que somete a su esclavo; el oprimido y el opresor. Lucky personifica la negación del ser humano, no puede ni debe hablar y pensar por si sólo. Cuatro personajes en un mismo espacio, igual de absurdo… con la misma paradoja. El sitio es un camino desierto en donde hay una coladera y un árbol seco.
Al término de cada acto, aparece un muchacho con un mensaje: Dice el señor Godot que hoy no vendrá, pero mañana seguro que si. Y el tiempo para Gogo y Didi se repite, inexorablemente sigue su curso sin que nadie llegue, sin que nada pase. Es cómo nos sucede hoy en dÃa, nos pasamos la vida esperando, que algo suceda, que alguien llegue… para ser feliz.
“Esperando a Godot, habla de ti, de mi, de toda la humanidad. De la relatividad y la brevedad de la existencia. De lo ilusorio de la vida. De la amistad y el amor, de la vanidad, del poder, de la soledad y la angustia, del miedo a la libertad. De la infancia y la vejez. En fin. Me resulta difÃcil encontrar algo de lo que no hableâ€, José Caballero.
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