
Por: @Sujey Rodriguez — 8 de junio, 2015
Confieso que desde la conferencia de prensa la obra me enganchó, y eso que no và las escenas que presentaron a la prensa porque llegué tarde. ¿Pero coreografÃa, un baterista, el silencio en vez de la palabra, Bruno Bichir dirigiendo, y además montada en un bar? Yo tenÃa que ver esta obra.
El último cigarro, de Steven Fechter es un afortunado encuentro de Cecilia Tamayo con Bruno Bichir quien aceptó ser el director de esta obra que se presenta en el Parker and Lenox.
Se trata de una obra que se desarrolla dentro de un bar y que mejor idea que montarla en el espacio de un bar donde los fines de semana se puede escuchar jazz, al menos a mà sà se me antoja ir a tomar un drink y escuchar música; la atmósfera no hay que crearla, ya está hecha.
Con estos comentarios creo que fijo mi postura. Ahora escribo porque creo que es muy acertada la mancuerna del texto de Fechter con la dirección de Bruno.
Asà la obra se sumerge sutilmente en una mesa casi al centro del bar. En la mesa, descubrimos a una mujer bellamente vestida, casi posando, tomando un martini… La dama en cuestión es Ceci Tamayo, quién con su enigmática personalidad seduce a todos los que van entrando. Su mirada frÃa y distante crea un cerco imaginario que nadie se atreve a cruzar.
¿Pero que serÃa del mundo sin gente arriesgada? Un hombre se atreve a hablarle. Asà inicia El último cigarro, la historia de un hombre y una mujer que en su primer encuentro pasan de entablar una charla a mostrar su fragilidad. Si bien Cecilia Tamayo cumple con el papel de diva, Hassif Fadul también crea al perfecto enamorado, rendido ante la esencia del personaje femenino.
Mientras ella más se resiste a los encantos del caballero, él persiste, insiste en que le permita un momento más. Asà comienza un juego que seduce e inquieta a los “voyeristas†que están en las mesas de a lado, de enfrente, de atrás… ¿Él, logrará conquistarla? ¿Será verdad todo aquello que le dice? ¿Ella le permitirá quedarse en la mesa?
En el fondo, la música de jazz lleva el ritmo de la conversación y provoca las sensaciones en el público. El baterista (Pablo Madrigal) es testigo mudo de este romance. Y cuando las palabras faltan viene el lenguaje corporal, ese que por más que uno quiera no puede ocultarse. El espectador también los ve a bailando, una danza que descubre las emociones en la pareja. Todo esto es la visión de Bruno Bichir.
El último cigarro se presenta en una breve temporada, los miércoles en Parker and Lenox (Milán No.14, esquina Gral. Prim, colonia Juárez), una producción armoniosa, que a mi gusto tiene todo lo que necesita una obra para seducirnos como público, un marco escénico perfecto, un concepto musical bien pensado que apoya al texto; una asesorÃa coreográfica (Tania Sierra) que con la seducción de la danza resalta las emociones; y sobre todo un buen desarrollo histriónico que logra la construcción de los personajes apoyados en el trabajo de un director de escena consciente de cual es el sentido que quiere darle a la historia de Steven Fechter.
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